Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 15 de diciembre de 2009

SOBRE LAS "MANIFESTACIONES CON DIETAS".

Que, según cuenta Público, es como definió un tal José Antonio Ovies, currito de Telemadrid, la manifestación de los sindicatos del pasado sábado.
Parece ser que los desplazados traían -amén del viaje pagado- una pequeña gratificación a modo de media dieta, para poder almorzar en Madrid.
Cada cosa lo que sea, creo que los sindicatos tienen perfecto derecho a poner autobuses, trenes, o taxis si les cuadra, para traer a sus afiliados a manifestarse. ¿No trae a los suyos el PP cuando -cada dos o tres siglos- se decide a salir a la calle? ¿No los traen las diversas asociaciones que convocan manifestaciones por una u otra causa? ¿No se extasiaba Telemadrid recontando los autocares que habían venido a la última manifestación contra el aborto? ¿Por qué va a ser malo ahora, si no lo fué antes?
Otra cosa -que no es cuestión de este momento- es de dónde salen los cuartos sindicales. Y otra cosa, aún más diferente, es si fué el Gobierno quien facilitó de alguna forma los trenes y autobuses, porque entonces entraríamos en aquello de los sindicatos como organización del Estado, y cauce de participación en las tareas de gobierno, y acaso por ahí podríamos empezar a entendernos.
Y otra cosa, aún más diferente, es que la presencia en esta manifestación sindical fuera más o menos ridícula, asunto que no comento porque no tengo datos, aunque la situación -si los trabajadores creyeran en estos sindicatos- es para que saliese multitudinaria. De verdad, no de panfleto.
Pero mi comentario no va referido a esto -que tampoco viene mal- sino a las alusiones de ese señor Ovies, al que tengo el gusto de desconocer profundamente. Señor -señorito, más bien- que se permitió comparar esta manifestación y el -a su juicio- escándalo de que los sindicalistas fueran traídos gratis y a comida pagada, con -dice- el turismo de manifestantes, como en los viejos tiempos de la dictadura.
Y añade: Eran manifestantes en apoyo del dictador Franco. A la gente, decían, le atraían de forma gratuita desde diversos puntos de la geografía española y, además, con bocadillo incluido.
Este tal Ovies -que no es un señor, sino un monicaco de los que siguen viviendo contra Franco- es un chulo que piensa que le van a perdonar que se meta con el PSOE por mentir sobre el Generalísimo. Porque, en principio -ese decían declara que extiende un rumor no confirmado- propala bulos a sabiendas. No sabe si a la gente que venía a las manifestaciones de Franco la traían o no; no sabe si les daban bocadillo o no: decían que si, esa es la comprobación que hace el Ovies.
Pero mire usted, individuo Ovies: cuando en época de Franco venían trabajadores -porque todos estaban en el Sindicato gratuitamente- no venían a manifestarse en la Plaza de Oriente; venían a las demostraciones sindicales que se efectuaban -generalmente en el Santiago Bernabéu- de distintos ejercicios gimnásticos. Porque entonces los sindicatos -el Sindicato- se ocupaban del bienestar del trabajador en todos los aspectos, no sólo en el de liberar a los paniaguados.
Lógicamente, a los trabajadores que participaban en los ejercicios, o los que los acompañaban, los traerían gratis. Porque venían a hacer una labor -un trabajo- en un acto oficial. Lógicamente, les darían de comer, porque no les iban a tener en ayunas. Venían -salvando las distancias- como vienen las tropas de La Legión, de los Regulares, de la Infantería de Marina, de la AGM, a desfilar en Madrid o en la provincia donde tengan a bien hacerlo. Venían -salvando las cuantías- como vienen y van ahora los carguillos de cualquier administración, a viaje y comida y alojamiento pagado. Y no en clase turista, restaurantes económicos, y pensiones baratas, que esas se quedan para los funcionarios de filas.
Venían -salvando la utilidad social de sus deplazamientos- en mucho peores condiciones que el señor Gay-ardón ha llevado a varios centenares de enchufados a la mamarrachada esa de la Olimpiada que se fué a Brasil, pero que a los madrileños nos ha costado, solo en despilfarro, el importe de un vuelo privado para doscientas o trescientas personas, y el correspondiente alojamiento y manutención. Y ello, sólo de invitados especiales.
Esto, si hablamos de trabajadores y sindicatos. Que además, por mucho que se lo invente el fulano Ovies, no venían a manifestaciones como tales trabajadores y sindicalistas, sino como españoles y punto.
A las manifestaciones si venían los españoles a los que les daba la real gana decir -por ejemplo- que Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos. No estuve en ninguna de entonces, así es que ignoro si había bocadillos o no. El tragaldabas Ovies -porque hay que ser un tragón y un gilipollas para pegarse una paliza así sólo por un bocadillo- que acaso si estuviera en alguna, podría afirmarlo. Pero no; se queda en un decían.
También decían que en las manifestaciones en la Plaza de Oriente -ya muerto Franco aunque Garzón no se hubiese enterado- daban bocadillos. Y esto si que lo puedo negar taxativamente. Ni en las concentraciones de la Plaza de Oriente, ni en las manifestaciones hasta la Plaza de San Juan de la Cruz -donde estaba la estatua ilegalmente retirada, esto es, robada, de Franco- he visto jamás repartir un bocadillo de la organización. Acaso algunos de los que estábamos allí desde las 8 o las 9 de la mañana se lo llevara de casa, o lo comprara en cualquier bar; quizá en el bar de la Hermandad de Caballeros Legionarios, tan próxima a la Plaza de Oriente, en la calle San Nicolás si no mal recuerdo.
Y acaso lo decían -decían que daban bocadillos en las manifestaciones de apoyo a Franco- porque hubiese algún puesto de la Cruz Roja, o de la Intendencia militar, o de la Sección Femenina, presto a socorrer posibles soponcios con atención médica, y agua, y municionamiento alimenticio.
Como ahora en cualquier acto público, cuatezón Ovies.

SOBRE LOS SEPARATISTAS CATALANES A LA GREÑA.

Porque tras el desastre participativo en las ilegales e irracionales cuchipandas urniles del pasado domingo, cuando unos cuantos hijos de padre y madre desconocidos decidieron preguntar a los cretinos si querían trucidar a España, y hundir a Cataluña en la miseria arrojándola por el sumidero de la Historia, ahora empiezan las puñaladas buscando cabezas de turco.
En suma, que unos señores llamados López Tena, Mora, Carretero, Martínez, entre otros apellidos igualmente catalanes, se tiran los trastos a la cabeza, acusando a los demás de lo mismo que, probablemente, ellos están dispuestos a hacer, culpándose entre sí de haber organizado mal el putiferio separatista.
Pero lo realmente significativo es lo declarado por el ministro Chaves, acerca de que la participación muy minoritaria demuestra que la mayoría de la ciudadanía se ha mantenido al márgen. Y el secretario de organización del PSC, José Zaragoza, se ha descolgado diciendo que sólo han votado uno de cada cuatro personas convocadas en las urnas.
Bien, señor Chaves, señor Zaragoza: más o menos, la misma participación con que aprobaron ustedes el Estatuto vigente ¿no?. Pues entonces sólo hay dos opciones: o la ínfima participación invalida la consulta, en cuyo caso el referido Estatuto no debe ser válido, o la baja participación no es dato invalidatorio, en cuyo caso no pueden ustedes decir que no pasa nada.

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