Que -según cuenta la prensa, y tomo la noticia de El Mundo- están siendo poco menos que masacrados por Marruecos.
Según La Gaceta, el Gobierno español "no sabe muy bien" que ha ocurrido, y no se aclara; así es que tendremos que colaborar, como buenos ciudadanos, y contarle a la señora Ministra de Exteriores de qué va la cosa.
En 1975, Marruecos hizo aquél invento de la Marcha Verde, con el objeto de apropiarse del Sahara, dado que la ONU se había emperejilado en que había que "descolonizarlo".
La ONU, como de costumbre, no sabía de qué iba la historia, porque el Sáhara no era colonia, sino provincia española, con Procuradores en las Cortes y con nacionalidad plena para sus habitantes. Pero el Gobierno español del momento, con Franco agonizante, desobedeció las disposiciones del Jefe del Estado, y dejó el Sahara en manos de Hassan II, que conocía la cobardía de los políticos españoles de la época.
La decisión de Franco era muy otra: dejar pasar a la Marcha Verde la primera línea de defensa, por aquello del qué dirán, y si seguían camino y pasaban la segunda, repartir suerte con la fusila loca, y surtir a las huríes de moritos en la abundancia que fuese menester. Lo que hace en semejantes circunstancias cualquier país serio.
Ahora resulta que muchas voces se levantan pidiendo que España tome cartas en el asunto saharaui, y que el Gobierno dice que -El Mundo lo cuenta- "está haciendo lo que debe."
Y por esta vez estoy de acuerdo, aunque no por las razones -lo que no se puede hacer es tratar de afirmarse en el patriotismo atacando a los vecinos- que aduce el señor Barreda, baranda máximo de Castilla-La Mancha. Marruecos no es un vecino de fiar -en los jaleos fronterizos de hace poco tenemos la prueba-, de forma que mantenerse alerta contra el no es cuestión de afirmar patriotismos, sino una necesidad. Pero si es cierto que España no tiene ninguna obligación -ni legal ni moral- con los saharauis.
Ya veo levantarse las voces en contra de esta afirmación. Ya veo a los míos -el resto se me dan una higa- ponerme de vuelta y media, como chupa de dómine u hoja de perejil, por estas palabras.
Una de las ventajas de la edad es que uno puede tener memoria. Mi edad -no tan avanzada como para impedirme coger las armas para, por ejemplo, defender Ceuta y Melilla- me permite recordar aquellos años en que el Frente Polisario exigía que España se marchara del Sahara; y en que -una vez ocurrido eso- no dejaba pasar ocasión para apresar pesqueros españoles.
Lo que no entiendo es cómo los socialistas, que tanto se ufanaban de tener en sus mítines las banderas polisarias durante la Transición, no corren ahora en ayuda de sus hermanos saharauis; pero por mi parte, lo único que les debo es el recuerdo de una frase bíblica: el que a hierro mata, a hierro morirá.
O -bajando al refranero español- donde las dan las toman.
Según La Gaceta, el Gobierno español "no sabe muy bien" que ha ocurrido, y no se aclara; así es que tendremos que colaborar, como buenos ciudadanos, y contarle a la señora Ministra de Exteriores de qué va la cosa.
En 1975, Marruecos hizo aquél invento de la Marcha Verde, con el objeto de apropiarse del Sahara, dado que la ONU se había emperejilado en que había que "descolonizarlo".
La ONU, como de costumbre, no sabía de qué iba la historia, porque el Sáhara no era colonia, sino provincia española, con Procuradores en las Cortes y con nacionalidad plena para sus habitantes. Pero el Gobierno español del momento, con Franco agonizante, desobedeció las disposiciones del Jefe del Estado, y dejó el Sahara en manos de Hassan II, que conocía la cobardía de los políticos españoles de la época.
La decisión de Franco era muy otra: dejar pasar a la Marcha Verde la primera línea de defensa, por aquello del qué dirán, y si seguían camino y pasaban la segunda, repartir suerte con la fusila loca, y surtir a las huríes de moritos en la abundancia que fuese menester. Lo que hace en semejantes circunstancias cualquier país serio.
Ahora resulta que muchas voces se levantan pidiendo que España tome cartas en el asunto saharaui, y que el Gobierno dice que -El Mundo lo cuenta- "está haciendo lo que debe."
Y por esta vez estoy de acuerdo, aunque no por las razones -lo que no se puede hacer es tratar de afirmarse en el patriotismo atacando a los vecinos- que aduce el señor Barreda, baranda máximo de Castilla-La Mancha. Marruecos no es un vecino de fiar -en los jaleos fronterizos de hace poco tenemos la prueba-, de forma que mantenerse alerta contra el no es cuestión de afirmar patriotismos, sino una necesidad. Pero si es cierto que España no tiene ninguna obligación -ni legal ni moral- con los saharauis.
Ya veo levantarse las voces en contra de esta afirmación. Ya veo a los míos -el resto se me dan una higa- ponerme de vuelta y media, como chupa de dómine u hoja de perejil, por estas palabras.
Una de las ventajas de la edad es que uno puede tener memoria. Mi edad -no tan avanzada como para impedirme coger las armas para, por ejemplo, defender Ceuta y Melilla- me permite recordar aquellos años en que el Frente Polisario exigía que España se marchara del Sahara; y en que -una vez ocurrido eso- no dejaba pasar ocasión para apresar pesqueros españoles.
Lo que no entiendo es cómo los socialistas, que tanto se ufanaban de tener en sus mítines las banderas polisarias durante la Transición, no corren ahora en ayuda de sus hermanos saharauis; pero por mi parte, lo único que les debo es el recuerdo de una frase bíblica: el que a hierro mata, a hierro morirá.
O -bajando al refranero español- donde las dan las toman.