Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 10 de junio de 2010

SOBRE LA NO HUELGA.

La que no hicieron los funcionarios el pasado día 8 a tenor, no de lo que diga el Gobierno, sino de la observación directa.
En primer lugar, porque el funcionario medio no es suficientemente rico para permitirse que le descuenten un día de trabajo -más la parte proporcional de pagas extra, de vacaciones, de mil y una cosas que nadie sabe que cobra hasta que se lo quitan-, que le sale por un pico.
En segundo, porque los funcionarios saben muy bien que una huelga de un día, en la Administración, no sirve para nada. Porque quien necesita renovarse un DNI, o un carnet de conducir, o matricular un coche, o un permiso de obras, o presentar una declaración de la renta, no tiene una "empresa" alternativa para hacerlo. Que no hay otro negocio donde ir a "comprar" lo que la huelga impide adquirir en la Administración.
Y en tercero y fundamental, porque los funcionarios no están dispuestos a hacerles el caldo gordo a los sindicalistas de esfinter complaciente, que sólo se acuerdan de ellos para -perdónese la expresión- porculizarlos.
Véase el párrafo de Público -diario que cada día me divierte más, como se verá-:
"Zapatero dimisión", coreaban los sindicatos sólo de funcionarios. Los ugetistas y comisionistas se apartaron rápidamente. "Esta manifestación no es contra el Gobierno. Es contra su política económica, para que la cambie", decía Enrique Fossul, secretario de CCOO para la función pública.
Esto es: que se convoca una huelga para que el Gobierno cambie la política económica del Gobierno, pero no es contra el Gobierno. ¿Y para eso quieren que los funcionarios hagan huelga, para no protestar contra el Gobierno que es, por así decir, su empresario? Cojonudo. ¿Ven por qué los funcionarios no han hecho huelga, más allá de los sindicalistas con pedigrí y seguro de no descuentos en nómina, y cuatro despistados más?
Por cierto, la culpa de la situación de los funcionarios la tiene -según los sindicalistas, claro- la derecha. No es Zapatero, sino la derecha. Copio de Público otra vez:
En uno de los coches que sirvió de cobertura a la marcha (varias decenas bloquearon el carril de servicio de la Castella-na) Emilia, Jesús, Eduardo y Emilio reconocían que Zapatero lo ha hecho bien en otras cuestiones, pero querían expresar "su derecho a la pataleta". "Es que van a privatizar la función pública", lamentaba Emilio. "Esa es Esperanza Aguirre, Zapatero nunca haría eso", le corrigió su tocaya.
Claro, la culpa es de Esperanza Aguirre, y de Rajoy. Y de Aznar, por supuesto. Y no lo digo de coña, porque Aznar comenzó a privatizar lo imprivatizable -por ejemplo, la seguridad exterior de la AGM de Zaragoza, que puso en manos de vigilantes de seguridad, tócate los mosquetones-; pero que Rodríguez ha continuado hasta extremos de locura.
Porque actualmente, no hay departamento donde no haya personal que no es funcionario, ni es laboral, ni es interino, sino que es trabajador de una empresa que la Administración ha contratado para que le envíe curritos. Y esto a todos los niveles, desde el ingeniero que proyecta un sistema informático, hasta el auxiliar que lo maneja, pongo por caso. Y en lugares concretos, pero nada anecdóticos, la mayoría del personal no es de la Administración, sino de una empresa contratada.
Ello, con el resultado de que al Ministerio correspondiente, el trabajador le cuesta 2.000 euros al mes, aunque el trabajador perciba menos de mil, y ya ven ustedes donde está el negocio y quien se lleva la mejor parte.
Pero de lo enterado que está Público, y de lo enterados que están los sindicatos de esto en particular y de todo en general, da fe esta aseveración del becario articulista:
Pasadas las siete de la mañana, el núcleo duro de los piquetes informativos se dio cita en la puerta de entrada principal de Nuevos Ministerios (...) La concentración era básicamente simbólica, porque la adusta y falangista construcción tiene casi una decena de puertas por las que acceder sin necesidad de retar a las dos decenas de delegados sindicales que se situaron ante la barrera de entrada al párking.
¡Ay Señor, cuanto cretino! ¡Si don Indalecio Prieto -que siendo Ministro de Obras Públicas promovió estas sedes ministeriales en plena Segunda República (1932), encargándolas al arquitecto Secundino Zuazo-, levantara la cabeza, os iba a correr a todos a gorrazos!

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