Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 28 de septiembre de 2015

SOBRE EL SEPARATISMO MINORITARIO.


No voy a caer en analizar los resultados de las elecciones regionales de Cataluña en clave de quien sube, baja o se queda pasmado. Para eso hay multitud de comentaristas, y hasta puede que alguno mejor preparado que el que suscribe.

Lo que quiero decir, y que quede bien claro, es que el separatismo es bastante minoritario. Además de paleto, analfabeto y aldeano, que eso va de suyo.

Según los periódicos -véase El Mundo, pág. 6, o pulsen sobre la imagen para verlo mejor- los
separatistas han obtenido el 47,8% de los votos válidos emitidos, y los no separatistas -o más o menos- el 52,2%. La participación ha sido del 77,46%, equivalente a 3.911.517 votantes.

Esto, por una simple regla de tres, supone que los separatistas han logrado el 47,8% de los casi cuatro millones de votos; es decir, 1.869.705 votos. Por otra regla de tres resulta que los no separatistas habrían obtenido 2.041.811. Y que el 22,52% de ciudadanos con voto que no se han acercado a la urna, supone 1.137.198. 

A mis cálculos les faltarán o sobrarán algunas unidades o incluso decenas, dado que no he encontrado números exactos de votantes, sino porcentajes; pero, se pongan como se pongan, los números cantan que -para un censo electoral de aproximadamente 5.049.725- ha habido 3.179.009 que NO han votado separatismo. O sea: el 62,9%.

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