No voy a caer en analizar los resultados de las elecciones regionales de
Cataluña en clave de quien sube, baja o se queda pasmado. Para eso hay multitud
de comentaristas, y hasta puede que alguno mejor preparado que el que
suscribe.
Lo que quiero decir, y que quede bien claro, es que el
separatismo es bastante minoritario. Además de paleto, analfabeto y aldeano, que
eso va de suyo.
Según los periódicos -véase El Mundo, pág. 6, o pulsen
sobre la imagen para verlo mejor- los
separatistas han obtenido el 47,8% de los
votos válidos emitidos, y los no separatistas -o más o menos- el 52,2%. La
participación ha sido del 77,46%, equivalente a 3.911.517 votantes.
Esto,
por una simple regla de tres, supone que los separatistas han logrado el 47,8%
de los casi cuatro millones de votos; es decir, 1.869.705 votos. Por otra regla
de tres resulta que los no separatistas habrían obtenido 2.041.811. Y que el
22,52% de ciudadanos con voto que no se han acercado a la urna, supone
1.137.198.
A mis cálculos les faltarán o sobrarán algunas unidades o
incluso decenas, dado que no he encontrado números exactos de votantes, sino
porcentajes; pero, se pongan como se pongan, los números cantan que -para un
censo electoral de aproximadamente 5.049.725- ha habido 3.179.009 que
NO han votado separatismo. O sea: el 62,9%.