Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 27 de junio de 2013

SOBRE LAS REINTERPRETACIONES DE UPyD.

UPyD es -ustedes ya lo saben; y si no lo saben, ya se lo digo y a continuación se lo demostraré- ese partido que nació para que doña Rosa Díez hiciera política de izquierdas con los apoyos y votos de las derechas.
 
Rosa Díez, que fue paniaguada socialista del PSOE hasta que se le terminó el momio, sigue siendo socialista, pero a cuenta de un chiringuito pensado para recoger a los sociatas descontentos por la colaboración con el terrorismo de Rodríguez, y a cuenta de los halagos de Federico Jiménez Losantos en la COPE. Sin que -todo sea dicho- los señores Obispos dijeran palabra en contra de favorecer desde sus ondas a un partido abortista -lo de divorcista se da por supuesto hoy en día para casi todos-, anticlerical, homosexualista, y que cifra la españolidad en tener un documento administrativo.
 
A UPyD -las primeras elecciones a las que acudió lo demostraron- saca su votos de los descontentos con la política del PP en asuntos como la lucha contra el terrorismo, la educación, la defensa de la unidad nacional, la cesión ante los separatismos y la tolerancia de la corrupción. Asuntos todos ellos que también protagoniza el PSOE, pero los votos socialistas no van a UPyD, a cuya dirigente ven como traidora.
 
UPyD -justo es reconocerlo- ha marcado una cierta diferencia con los demás partidos de la memocracia, y en este mismo sitio he aplaudido su actitud en algunas ocasiones, como la fulminante expulsión de su cargo de cierto concejal encausado por algún delito relacionado con los cuartos públicos; asunto del que ahora mismo no encuentro referencia, pero que estoy seguro de haber comentado. Porque –como dijera José Antonio- nosotros no recatamos ninguna verdad.
 
Los que sí parece que asoman la patita son los de UPyD, que -informa Alerta Digital- han presentado una proposición no de Ley para introducir en el Código Penal el delito de negacionismo y evitar así que se "reinterpreten los crímenes del franquismo".
 
Doña Rosa Díez tiene edad más que suficiente para conocer de primera mano los crímenes del franquismo. Quiero decir para conocer la falsedad de los crímenes atribuidos al franquismo. Doña Rosa no es una adolescente descerebrada -por lo menos, adolescente seguro que no-, y debe tener un mínimo de memoria, si no histórica-zapateril, si personal.
 
Por lo tanto, debe saber que la reinterpretación de los crímenes del franquismo a que alude, es la que hacen ellos; y que las conductas lesivas para la convivencia en una sociedad democrática son las suyas. Pero parece bastante ilógico que doña Rosa se quiera entrullar a sí misma, luego lo que pretende es que nos toquen las narices a quienes pensamos, y decimos, que los llamados crímenes del franquismo son la mentira con que los rojos quieren ganar la guerra que perdieron, después de pedirla a gritos y proclamarla en mítines; que son la justificación para que grupos, grupitos y grupetes de desocupados, vagos y probablemente maleantes, se amorren a los presupuestos; que son la excusa para tratar de legitimar los auténticos crímenes, que fueron los suyos.
 
Debe saber también doña Rosa que -si bien ahora lo cita para darse una pátina de ecuanimidad-, ella misma negó el genocidio etarra cuando pertenecía al gobiernito autónomo de Vascongadas. Si vamos por ese camino, sus compadres del PSOE y su filial separatista vasca, que le daban a los etarras la consideración de luchadores por la libertad, y que en miles de ocasiones han dicho que con la democracia no se justificaban los asesinatos -con lo que daban por buenos los crímenes anteriores- están incursos en el delito de negacionismo que usted quiere establecer.
 
No sólo usted y sus compañeros; también los comunistas y los democristianos; los ultraizquierdistas y los peperos. Todos ustedes niegan un holocausto, y en su momento lo justificaron porque les venía bien.
 
Quizá por esto, doña Rosa advierte que la libertad de expresión no es un derecho "absoluto", sino que se encuentra sometido "a ciertos límites". O sea: lo justito para que a usted y a los suyos no le metan un paquete merecido, pero a mí me entrullen por decir la verdad. Nada nuevo bajo el sol: la historia la cambia a su gusto el que manda, y esto ya lo escribió Orwell en su 1984.
 
Así es que, doña Rosa, aquí tiene usted la prueba -le estoy firmando la declaración- de que soy un negacionista de lo que ustedes, colaboradores con el terrorismo, llaman crímenes del franquismo. No dirá que no se lo pongo fácil.

viernes, 21 de junio de 2013

SOBRE EL RECORTE DE BECAS.

Si, vale, lo sé. Me estoy metiendo en un jardín; pero es que para eso estamos aquí.
 
El caso es que los rectores de Universidades protestan por el nuevo sistema de concesión de becas que propone el Ministro Wert, aumentando las exigencias académicas para la obtención de beca. Concretamente -dice El País- un 6,5 en lugar de un 5,5 para optar a una beca, y repartir la ayuda en dos partes, una fija mucho más baja que la que se concede ahora, y otra variable, cuya cuantía dependerá de la renta familiar, las notas del alumno y del presupuesto que quede después de repartir la parte fija, lo cual significa -en opinión de los rectores- disminuir la igualdad de oportunidades entre los alumnos que quieren cursar estudios universitarios.
 
En esto, como en casi todo -porque para todo hay respuesta en ella- me guío por la Norma programática de la Falange: La cultura se organizará en forma de que no se malogre ningún talento por falta de medios económicos. Todos los que lo merezcan tendrán fácil acceso incluso a los estudios superiores.
 
Y ahí, precisamente en la última frase del punto 24, está la clave: todos los que lo merezcan. Está bien, es justo y razonable, que el Estado -que somos todos- provea de oportunidades a quien las merezca. Que la falta de medios económicos no sea obstáculo para quien tenga dotes naturales y se esfuerce.
 
Pero ahora díganme si es justo y razonable que entre todos le paguemos los estudios -es un decir; lo más probable es que ni pisen las aulas- a quienes o no tienen capacidad o no les da la gana estudiar. ¿Por qué tenemos que pagarle para que estudien a los vagos que no se quieren esforzar? ¿Por qué parte de mi dinero -que el Estado me quita- ha de ir a darles la sopa boba a una pandilla de vividores?
 
Entendámonos, porque la casuística es enorme. Todos conocemos -de oídas o de sufrimiento directo- que hay profesores que tienen a gala suspender al 99% de sus clases, sin darse cuenta de que este elevadísimo número de suspensos sólo indica un mal profesor. Todos conocemos al típico hueso, al que tiene una noción esclavista de la enseñanza y al -simple y llanamente- profesor gilipollas. Y una de las fundamentales ocupaciones de los señores rectores sería determinar si tal o cual profesor sufre en sus clases una invasión de zotes, o es que no sabe enseñar, y tomar al respecto las medidas pertinentes.
 
Pero una vez excluidos los casos de malos profesores, el hecho es que obtener una calificación de 6,5 para ser digno de recibir ayudas no parece una exigencia desaforada. Obliga, evidentemente, a estudiar; pero es que las becas deben ser para quienes las merezcan, no una limosnita indiscriminada a todos por igual. Para eso, le damos la paga de fin de semana a todos los vagos, y que dejen las aulas libres para quienes quieran estudiar en serio, con lo cual ganarían alumnos y profesores.
 
Otra cuestión es la de la capacidad. La naturaleza es radicalmente injusta, y produce genios y tontos. Además, la proporción de los últimos suele ser alarmante. ¿Tiene sentido insistir en que estudie, año tras año y hasta la jubilación, quien no tiene dotes para ello? ¿Metemos un burro -de los de cuatro patas, digo- en la Universidad, hasta que termine la carrera?
 
Para los casos de incapacidad para estudios superiores hay soluciones. No todo el mundo ha de ser abogado, ingeniero, médico o periodista; y los medios empleados en su educación pueden ser más útiles si le encaminan a una profesión que no les exija estudiar lo que no quieren, y les permita realizarse personalmente con más satisfacción.
 
Otro tema es el que ya me planteó alguien en los comentarios a una entrada de hace tiempo, en el sentido de que hay estudiantes que a la vez tienen que trabajar, lo que merma su rendimiento académico. En esto nuevamente, la solución es fácil: La cultura se organizará en forma de que no se malogre ningún talento por falta de medios económicos. O sea: el que lo merezca tendrá las ayudas suficientes y adecuadas a su situación.
 
Por ello, no parece tampoco descabellado que las becas -en las medidas que propone el Ministro Wert- estén vinculadas en una parte a la renta familiar, las notas del alumno. Esto permitiría que al buen estudiante, con capacidad y disposición al esfuerzo, se le ayudase en todo lo necesario. La contrapartida, obviamente, es que al malo no se le prime la incapacidad o la vagancia.
 
¿No es esto justo en teoría? Queda por ver, por supuesto, la práctica; pero entiendo que lo único que cabe discutir de estas propuestas es el método de aplicación más adecuado.
 
Todo ello, claro está, fiándome de lo que dice la prensa. Si la realidad es distinta, y hay otros asuntos de fondo que desconozco, habría que empezar de nuevo.

miércoles, 19 de junio de 2013

SOBRE MÁS DE LO MISMO EN LA CEOE.

Más de lo mismo, porque hay individuos que dejarían a las mulas en pañales en cuanto a tozudez. Este es el caso del ya citado ayer señor De la Cavada, director de Relaciones Laborales de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) que -según El Mundo- ha pedido "muchas disculpas" a quienes se hayan sentidos dolidos al plantear reducir los cuatro días de permiso por fallecimiento de un familiar en otra ciudad.
 
Dejando a un lado -porque pedir corrección gramatical a estas alturas sería floritura de puro adorno- la diferencia que va entre pedir disculpas -exigir que se pida perdón- y ofrecerlas o presentarlas, lo cierto es que la sinceridad no parece ser uno de los dones del referido señor De la Cavada. Porque a continuación se descuelga con lo que sigue: Hay permisos por intervenciones quirúrgicas que no requieren hospitalización de cuatro días y siempre se duplican por desplazamientos.
 
O sea: que mucho disculparse si a alguien ha ofendido -como si no lo supiera, el cenutrio-, pero vuelta a la rueda de la noria, como buen borrico, y a emprenderla con las enfermedades de los familiares.
 
Ignoro la situación personal de este individuo. No se si tiene padres, si tiene esposa, si tiene hijos, o si es un botarate surgido por generación espontánea y aislado del resto del mundo por una gruesa capa de necedad, en todas las acepciones permitidas para el sustantivo del que esta palabra deriva. Ignoro -aunque no soy necio, porque la vida privada del señor De la Cavada no es algo que debiera conocer- si este señor ha sufrido en su entorno familiar enfermedades más o menos graves, intervenciones quirúrgicas o resfriados comunes.
 
Por ignorar, ignoro incluso si el señor De la Cavada ha sido alguna vez hospitalizado y abandonado como un perro -cada cual es abandonado como lo que es, ya saben- en tal tesitura. O si cuando él y los suyos sufren alguna indisposición, tienen a todo el personal de una clínica privada pendiente de los estornudos del amo. Pero la gran mayoría de los trabajadores no estamos en condiciones de pagar enfermeros que cuiden de, por ejemplo, una persona operada de cataratas. Intervención ambulatoria, saldada en cuatro o cinco horas de hospitalización, y que a priori no reviste gravedad; pero que incapacita para cualquier esfuerzo durante varios días.
 
Insiste el señor De la Cavada en que estos permisos y licencias derivan de la legislación franquista -qué horror, nefasta época donde se sobreprotegía a los trabajadores y se vetaba la explotación humana-, y que estos permisos y licencias le cuestan un punto del PIB a las empresas.
 
Basándose en ello, el señor De la Cavada presiona a los políticos para que recorten derechos a los trabajadores -el derecho a enterrar a su padre, a inscribir a su hijo en el Registro Civil, a cuidar de sus hijos, a acompañar a su marido o mujer tras una operación- en vez de exigirles que retorne toda la legislación del franquismo, y la Seguridad Social se haga cargo de las bajas de los trabajadores desde el primer día, y no -como ahora- dejando de cuenta de la empresa hasta la quincena. Porque la legislación franquista, si a ello vamos, también sobreprotegía a los empresarios, que si pagaban su parte de las cuotas de la Seguridad Social, obtenían de ello los beneficios derivados de no tener que hacer frente al salario de un trabajador que se ponía enfermo. Contra eso, precisamente, se aseguraban los empresarios.
 
Pero el tema no es ese para el señor De la Cavada. El tema es lograr que reine el capitalismo sin legislación -franquista, lo dice él- que ponga coto a la explotación, al expolio y a la humillación de los trabajadores, en el mejor estilo caricaturesco del capitalista de puro y chaqué.
 
Nada extraño, si tenemos en cuenta que este simpático señor De la Cavada fue multado en 2010 por la Inspección de Trabajo -véase El País- por una infracción muy grave consistente en someter a prácticas humillantes a sus subordinados, que incluso -al manifestarse especialmente contra mujeres- podrían ser consideradas como acoso por razón de sexo.
 
Total: que el señor De la Cavada es un modelo de capitalista -probablemente sin ninguna empresa, simple botarate enchufado en la CEOE por ser incapaz de ganarse la vida de forma honrada-, y además muestra su cobardía al meterse preferentemente con mujeres.
 
En fin, señor De la Cavada: que lo suyo es, plenamente, el término resultante de trabucar una letra de su apellido por, justamente, la que cae encima en el teclado. Cosa que yo nunca haría, por supuesto.

martes, 18 de junio de 2013

SOBRE LOS VIAJES EN DILIGENCIA DE LA CEOE.

En la Viña del Señor hay de todo, como es bien sabido. Tan es así, que lo mismo hay simpáticos jilgueros que buitres; truchas que besugos; mariposas que garrapatas; ovejas que machos cabríos, hormigas que sanguijuelas.
 
Entre buitres, besugos, garrapatas, machos cabríos y sanguijuelas, también tenía que haber un José de la Cavada que hiciera de -según El Mundo- responsable de relaciones laborales de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).
 
Este responsable -irresponsable- considera que los cuatro días de permiso que el Estatuto de los Trabajadores otorga por defunción de un familiar de primer grado cuando ocurre fuera del lugar de residencia del trabajador son excesivos; y que el Estatuto de los Trabajadores se hizo pensando que los viajes se hacen en diligencia, y que se basa en la legislación del franquismo, superprotectora...
 
Este irresponsable responsable tiene razón en que la legislación de la época de Franco -inspirada por ministros falangistas- era infinitamente más protectora del trabajador que la actual. Pero es que ahora el trabajo es una mercancía, y entonces era un timbre de honor. También ahora el trabajador es un puñetero activo económico, y entonces era portador de valores eternos.
 
Este irresponsable De la Cavada considera que cuatro días cuando se te muere padre o madre es demasiado porque hay autopistas, y trenes y aviones, y con unas horas te basta para asistir al entierro. Luego, a producir y darle beneficios a la CEOE.
 
Entre, probablemente, muchas otras cosas, el irresponsable De la Cavada no sabe que padres o madres no se entierran solos; que la puñetera burocracia ni siquiera te deja tiempo al dolor, que toda persona deja tras de sí infinitos lazos con organismos, institucionales, empresas, que hay que resolver para que al fallecido no le reclamen el pago de recibos los empresarios como el señor De la Cavada.
 
Este irresponsable señor responsable de la CEOE debe tener -salvo partenogénesis- padre y madre. No entro a discutir si conocidos o no. Y algún día se verá en la tesitura -si aún tiene la suerte de tenerlos a su lado- de perder a sus padres, cosa que deseo tarde lo más posible, porque sus padres quizá no tengan la culpa de haber engendrado un capullo.
 
Pero este irresponsable, cuya organización cobra subvenciones estatales -esto es, de los que pierden padre o madre y necesitan darles tierra, entre otros muchos que no se ven en ese trance- se permite cachondearse de si los viajes se hacen en diligencia.
 
Y luego, cuando las cosas lleguen a donde tienen que llegar, se extrañarán los cabrones del sindicato mafioso empresarial de que les den la carrera del señorito.

lunes, 17 de junio de 2013

SOBRE LA TIMIDEZ DE RAJOY.

Timidez pública, que es la que nos importa a quienes le sufrimos; con la privada, si la tiene, que se apañe él solo.
 
La timidez es la que -lo dice El Mundo- padecerá la reforma local que el Gobierno había anunciado hace meses, y todavía anda en el limbo. "Ni se reducirán los ayuntamientos, ni se acabará con las diputaciones, ni se suprimirán las mancomunidades, ni bajará el número de concejales", asevera el citado periódico.
 
Si tenemos en cuenta que esta reforma, con los prometidos recortes en la cuchipanda municipal y espesa, fue anunciada -sigue diciendo El Mundo- "el mismo día que hizo pública una gran subida de impuestos (el IVA o el fin de la desgravación por vivienda) y recortes que afectaban al subsidio del paro o la eliminación de la paga extra de los funcionarios el año pasado", la conclusión es obvia y afecta a la buena fama de los ancestros de don Mariano.
 
En cierto tiempo pasado, un juez argentino dictaminó la inocencia de un individuo acusado de llamarle a otro hijo de puta. Basaba la sentencia en que la condición de hijo de puta es personal, y no tiene nada que ver con llamar hijo de una puta, lo cual sería ofensivo para la madre del hideputeado.
 
Evidentemente, todo esto no tiene nada que ver con la timidez rajoyesca, ni con el independiente Poder Judicial, ni con los jueces para la democracia, los fiscales para la impunidad o los políticos para la corrupción. Lo cual se comunica antes de que cualquiera de estos colectivos -o todos de la mano, porque una lava la otra-, intenten meterme un loro -término que en las antiguas academias militares valía por paquete- de aquí te espero.

lunes, 10 de junio de 2013

SOBRE LA VERGÜENZA DE GIBRALTAR.

Me llega, por mediación de mi camarada Arturo Robsy, anuncio de una tertulia sobre -en palabras de Julio Ruíz de Alda- la vergüenza de Gibraltar, con la participación de mi también camarada Guillermo Rocafort.

Podría decir algo al respecto, pero creo que lo que dice Arturo ya pone las cosas en su sitio; así que les dejo sus palabras y el cartel del acto referido.

* * * * *

Los historiadores, cuando son buenos, siempre recalan en el Peñón. Guillermo Rocafort ya ha llegado a él y me imagino que tiene mucho y serio que decir. Saldrán, por ejemplo, la Paz de Amiens y los tratados de Utrech y Rastatt. Y los constantes tozudos ingleses, que han seguido comiendo terreno y nuestra propia vergüenza.

Pero imagino que más saldrán nuestros propios errores y el acierto de Castiella cuando sitió el Peñón en serio, y tuvieron que ser algunos españoles progres los que sacaron del apuro a los gibraltareños en una de las muchas traiciones que nuestros gobiernos han hecho a España.

Quizá, en lo antiguo, fue lástima que la francesada se ocupara de Cádiz y no del Peñón, que estaba al lado y al lado seguirá, legalmente sin aguas territoriales pero con cañoneras. Para este que lo es, lo más glorioso último fue cuando unos submarinistas de Falange se infiltraron e hicieron hermosa pintada en aquel submarino atómico averiado. ¿No podrá repetirse con más gente o, al menos, subirles el precio del agua y de la luz y del metro cúbico de nuestra tierra que andan usando para hacer urbanizaciones?

Pero hay que esperar a lo que nos cuente Guillermo Rocafort desde Madrid. Porque el Peñón es una miserable mordida que sigue haciendo juego -bien se ve- con los hábitos políticos de Andalucía.

jueves, 6 de junio de 2013

SOBRE EL COMA ETÍLICO DEL GOBIERNO.

Porque si no es desde la ingesta abusiva de alcohol, díganme cómo se explica que -lo dice El Mundo- el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, pretenda multar a los padres de los menores que ingresen repetidamente en Urgencias por coma etílico, dado que eso demuestra -en su opinión- que hay una dejación de la tutela efectiva por parte de los padres o tutores.

Bien, señor Babín: lo que su propuesta demuestra es que si no ha empinado usted el codo en demasía, es usted desconocedor de aquello que debería saber -lo que la Academia llama necio, y reclámeles a ellos-. Por ejemplo, que las mismas leyes que ustedes -los políticos, digo, que para mí son todos lo mismo- han hecho, impiden que los padres tomen medidas para meter en vereda a sus retoños.

¿Cómo quiere usted que un padre o una madre -o padro y madro, según- eviten que sus hijos se emborrachen como cosacos? ¿Es que no sabe usted -como debería- que si un padre castiga a su hijo sin salir de fiesta, van los jueces y le meten en el trullo por malos tratos?  ¿Es que usted no sabe que si cualquier gamberro adolescente denuncia a sus padres, va el juez y como mínimo le casca una orden de alejamiento del menor maltratado? ¿Cómo quiere usted que los padres impidan las borracheras de sus hijos, si ustedes les impiden educarlos como es debido, y cualquier niñato puede hacer detener a sus padres con sólo presentar una denuncia -por falsa que sea- ante la policía?

Y ahora quiere usted, señor Babín, que los padres a quienes ustedes -los políticos que hacen las leyes- impiden educar a sus hijos; castigarlos -evidentemente por castigo no quiero decir maltrato- para que aprendan que los actos tienen consecuencias; prohibirles lo que consideren nocivo; los padres a quienes ustedes roban la más alta función de la paternidad, paguen por no impedir aquello que ustedes no les permiten impedir.

Lo suyo, señor Babín, señores del Gobierno -presente y pasados- es de una desfachatez sólo concebible en la intoxicación etílica o en la necedad más supina.

Y lo peor es que quienes les votan -a ustedes, y a los anteriores, y temo que a los venideros- deben estar igual de alelados o escasos de razón, que es lo que nuestra madre Academia entiende por imbéciles.
 
O que les encanta ser meretrices y poner el lecho.

lunes, 3 de junio de 2013

SOBRE LA OFERTA DE RUBALCABA.

La que -según Público- hacía ayer don Alfredo Pérez durante un acto celebrado en Vizcaya con motivo de la Fiesta de la Rosa, y a cuyo propósito afirmaba que ofrecemos un acuerdo porque en esto no somos como ellos.

 

Lo que son las cosas, estoy de acuerdo con usted, don Alfredo, en que lo que hay que hacer no es abaratar el despido, sino facilitar la contratación. Es más: aunque usted no lo diga, pienso que las cuantiosas subvenciones que reciben los partidos -justo en la entrada anterior está la muestra-, que reciben las oenegés, las fundaciones, los meneíllos gays y tolerantes, los hembrismos varios, estarían mejor empleadas en abaratar la contratación de trabajadores.

 

También podría coincidir con usted, don Alfredo, en que en época de crisis es bueno que haya moderación salarial, pero si los trabajadores hacen un esfuerzo hay que pedirle el mismo a los empresarios y al gobierno. Lo que no entiendo, es por qué -cuando usted estaba en el Gobierno del señor Rodríguez-, no aplicó las medidas que ahora pide.

 

Pero, señor Pérez; aunque no soy precisamente lo que se dice un defensor del PP, y los habituales pueden dar cuenta, lo que me parece de chiste es que usted -precisamente usted, don Alfredo- diga que ofrecen un pacto al PP porque no somos como ellos.

 

¿Es que ya no se acuerda usted, señor Pérez Rubalcaba, de cuando ustedes -PSOE- firmaron un pacto contra el terrorismo con el PP, mientras negociaban con ETA a escondidas?
 

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