Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 19 de noviembre de 2012

SOBRE EL 20-N.

20 de Noviembre, que es una de esas fechas que todo el mundo recuerda y reconoce. Particularmente, los rojos, que año tras año se empeñan en revitalizarla porque lo cierto y verdadero es que contra Franco siguen viviendo mejor.

Quizá, a estas alturas, no sea ocioso recordar que -entre tanto feroz y heroico luchador antifranquista- el Excelentísimo Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España, falleció de enfermedad -casi diría que de consunción por el constante sacrificio, más allá del servicio a España- en el hospital de La Paz, una de las joyas de la corona sanitaria que había creado, bajo su mando, un falangista llamado José Antonio Girón de Velasco.

Quizá a estas alturas tampoco sea ocioso recordar que, décadas antes, ese mismo día 20 de Noviembre había sido asesinado, tras una pantomima de proceso judicial viciado de todas las irregularidades imaginables, José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, Jefe Nacional de Falange Española de las J.O.N.S.

Quizá también sea oportuno recordar que a José Antonio lo asesinó la izquierda, pero que la derecha hizo todo lo posible para facilitárselo; porque la Falange molestaba por igual a unos y a otros -al fin, derecha e izquierda son dos caras de la misma moneda falsa del partidismo corrupto-, cosa inevitable cuando se está en un nivel moral e intelectual superior; pero, si se me apura, molestaba más a la derecha puesto que ponía de relieve su falsedad, su malminorismo y su cobardía. Y es oportuno recordarlo, porque hoy la derecha -que hasta reniega de serlo, aunque lo sean sus votantes- es tan cobarde, mísera y bajapantalonera como la de aquella republiquita de sangre y mierda que constituye para los cobardes, los traidores y los idiotas -condiciones no excluyentes- el ejemplo a imitar.

Hablo de la derecha -culpable entonces y ahora- porque la izquierda ya se sabe lo que es: resentimiento, corrupción -política, intelectual y moral-, falsedad, manipulación, dictadura de los ineptos, mendacidad compulsiva, degeneración hasta la inhumanidad. Pero la derecha, que se llena la boca hablando de valores, no tiene otros que los negociables en bolsa; y a ellos sacrifica lo más sagrado en el ara de la traición.

Pero también -sin quizás ni acasos- es hora de preguntarnos, a los que los 20 de Noviembre recordamos a nuestros jefes, a nuestros camaradas que se fueron, a nuestros Caídos, a los que nos dieron ejemplo en su vida y en su muerte, qué hacemos para seguir considerándonos dignos de ellos.

Quede ahí la pregunta, y que quien pueda la conteste. Que quien pueda, explique qué diferencias ideológicas e históricas son tan irreconciliables para no permitir un mínima unidad de acción; que quien pueda informe de qué agravios, qué herejías, qué impureza de origen veta la unión de los mil grupos, grupitos, grupetes, que nos dividen y nos vencen antes de combatir.

Quede ahí la pregunta, y responda quien tenga la culpa de ser intransigente con los iguales y servil con los enemigos.

Yo, hoy, me quedo con mi oración y con los honores que les debo a mis Caídos.

José Antonio ¡Presente!
Francisco Franco ¡Presente!
Caídos por Dios y por España ¡Presentes!

¡Arriba España!

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