Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 20 de marzo de 2009

SOBRE LAS PENAS "REÑIDAS CON LA CONSTITUCION".

Porque -en Público lo tienen- este es el problema que la señora De la Vega encuentra para establecer la cadena perpétua: que está reñida con la "finalidad constitucional" de la pena.
Curioso desdoblamiento de personalidad el de los socialistas. De una parte, dispuestos a modificar la Constitución para algo tan irrelevante para el común de los españoles como es la sucesión al trono; de otra, férrea adoración al texto constitucional para todo lo que sea adaptarlo a las exigencias de los ciudadanos.
Porque parece que se olvidan -todos: socialistas, peperos, comunistas, separatistas, tontolabas sin graduación y gilipollas con pedigrí- que la Constitución la aprobó el pueblo español -vaya, los que votaran si-, y fue redactada por los elegidos -bien que sin darles mandato constituyente- por el pueblo español. Que es, en definitiva, el pueblo español el que tiene el derecho de modificar la Constitución si así lo considera conveniente, y que la Constitución -fuera de la tontería aznariana del patriotismo constitucional, menuda soplapollez-, no es un dios, ni un tótem, sino un instrumento que los ciudadanos adoptan para regular su convivencia.
También parece que -al menos cada cuatro años, o cuando proceda meterse la papeleta- el pueblo español, los ciudadanos indignados -con razón-, hastiados -con razón- y cabreados -con razón-, se olvidan de estos detalles, y no son capaces de buscar entre las opciones electorales la que propugne lo que ellos piden cada dos por tres, sin que los partidos del chiringuito les hagan puñetero caso.
Vamos a ver, señores ciudadanos democráticos: ¿no son ustedes los que tienen la soberanía popular en sus papeletas? Pues coño, elijan lo que quieren de verdad, y no vengan luego con monsergas.




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