Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 17 de enero de 2013

SOBRE EL SOFISMA DE LOS "FILÓSOFOS".

Sofisma -según nuestra madre Academia- es la razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.

Resulta que -lo dice La Gaceta- "decanos de las facultades de Filosofía, miembros del Instituto de Filosofía del CSIC y de diversas asociaciones filosóficas españolas han enviado una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mostrándole su inquietud por la situación en que queda esta asignatura en la reforma educativa."

Para los miembros de la Red Española de Filosofía, esta materia constituye una de las señas de identidad del sistema educativo, pero la nueva Ley de Educación del ministro Wert la elimina como ciclo de la enseñanza. Y por otra parte, el presidente de la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía, Antonio Campillo, ha señalado que se sirven de ella para la confrontación ideológica entre PP y PSOE, y que no puede ser que con cada reforma estemos con el alma en vilo.

Todo lo cual es mas o menos cierto, pero de escasa novedad; y valga de muestra lo que escribí hace la friolera de 18 años en La Nación (Nº 173, 8 al 14 de marzo de 1995):

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Se quejan los profesores de Filosofía de que, en el nuevo plan de estudios —que si la memoria no me falla es el tercero que se implanta desde el acceso del PSOE al poder— la Filosofía queda reducida a menos de la mitad de las horas que se estipulaban en el anterior y, por tanto, condenada a ser tratada como una asignatura «de relleno».

En la encuesta televisiva que acompañaba la noticia, fue precisamente un estudiante el que puso el dedo en la llaga, diciendo que, según su opinión, la Filosofía era una asignatura que ayudaba a saber pensar.

Ese es, ni más ni menos, el quid de la cuestión: a la casta política no le interesa que los españoles pensemos. Su lema —de todos en general, no sólo de los socialistas— sigue siendo el «al loro y a colocarse» que popularizase el fenecido profesor Tierno Galván, bien que ahora, más discretos, no lo griten ante las cámaras de televisión.

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Como se ve, el señor Campillo acierta el diagnóstico de los síntomas, pero yerra el de la enfermedad. No es una confrontación ideológica entre PP y PSOE, sino una querencia de ambos partidos -y no sólo de estos- a limitar la formación intelectual de la persona. Podríamos decir que la democracia liberal necesita de borregos, y nada más lejos del borrego que la capacidad de recordar, de comparar y de razonar; esto es, de alcanzar conclusiones dadas unas premisas.

La filosofía adapta la mente al pensamiento abstracto, condición sine qua non para ascender del caso a la categoría o, si lo prefieren, del hecho concreto a la idea. Dicho mas a la pata la llana y a modo de ejemplo: el razonamiento abstracto permite deducir, dados los casos concretos de que no hay partido político del sistema que no esté trufado -en proporción a su representatividad- de corruptos; que no hay partido político del sistema que no mantenga a los corruptos en sus filas y en sus cargos; que no hay partido político del sistema que no indulte a corruptos, sinvergüenzas e incluso asesinos, que el sistema es corrupto.

La falta de razonamiento abstracto, por el contrario, lleva a pensar que los corruptos son siempre los del otro partido, en tanto que los propios "hacen bien, que para eso son los nuestros".

¿Se ve, pues, la utilidad de la filosofía en la formación de las personas? ¿Se observa, por tanto, la utilidad de negársela?

Pero lo peor llega cuando los propios encargados de abrir las mentes, de sentar las bases del razonamiento y los cimientos de un intelecto riguroso, caen en el sofisma, que es la falsificación voluntaria de la verdad. Y en esto cae -o entra gustosamente- el citado señor Campillo que -según, repito La Gaceta- "ha defendido que se trata de una materia con veinticinco siglos, y está en el sistema educativo desde el comienzo de la Democracia".

Pues no, señor Campillo, señores de La Gaceta, del PP y del PSOE: la filosofía no está en el sistema educativo desde el comienzo de la democracia. Gracias a Dios, y al sistema educativo del Régimen de Franco, la filosofía era asignatura fuerte en el Bachiller mucho antes de la democracia, y esto no me lo puede negar nadie porque soy testigo presencial, y fui alumno de la misma, y tuve la suerte de contar con buenos profesores que -no sólo a través de la filosofía- me enseñaron a pensar.

Cosa que ustedes, por muy filósofos que se llamen, no parece que hayan logrado, puesto que niegan una evidencia de la peripecia vital de millones de españoles vivos.

¿O es que de lo que se trata es de insinuar que quien quiere quitar la filosofía es el PP, callando que no es el primero que lo hace, y que cada Gobierno -cualquiera que sea el color- da un nuevo giro a la tuerca de la estulticia programada? O sea, señores profesores de filosofía -que no filósofos-: déjense de mentiras y de sofismas si quieren tener razón.

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