Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 25 de octubre de 2019

SOBRE LOS MISMOS CANALLAS.

Los mismos canallas de ayer, de hoy y de mañana. Los mismos canallas que ensucian con sus babas, sus pezuñas y sus cuernos la Historia de España. Esos canallas que han hecho leyes para meter en la cárcel a los que les llamen canallas. 

Ya dije ayer algo en este diario, y hoy digo algo más en El Correo de Madrid.

jueves, 24 de octubre de 2019

SOBRE LOS CANALLAS.

Los canallas que todos sabemos quienes son. Incluso ellos, pobres gusanos, mierdecillas, detritus de la Historia, que jamás se acordará de ellos.

Nadie se acordará de qué detentadores de puñetas dieron su visto bueno a la profanación de una sepultura, escudados en su soberbia y su cobardía. Nadie se acordará de los obispos que callaron como putas. Nadie se acordará de los periodistas que se sumaron valientemente a la campaña de difamación, y aplaudieron a un tal señor Sánchez, aunque guardaran la ropa diciendo que si no había cosas más importantes. Nadie recordará los periódicos de mierda que siguen viviendo contra Franco. Nadie recordará -menos aún- el nombre de ninguno de esos votantes encaramados al parlamento, que no fueron capaces de votar no a la inicua ley de hideputez histórica.

Nadie se acordará de ninguno de ellos, como no se acordará de quienes no hemos tenido los santos cojones de impedirlo, o por lo menos poner la vida en el empeño. 

En cambio, el Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos, quedará, por siempre, en la Historia. La Historia grande, la de los hombres que sobresalen, que cumplen, que sirven. Esos hombres que los canallas, los desgraciados, los sinvergüenzas y los cobardes siempre miran con recelo, porque les demuestra su propia pequeñez.



martes, 22 de octubre de 2019

SOBRE MI CAMARADA LUIS TAPIA AGUIRREBENGOA.

Se cumple el aniversario del fallecimiento de Luis Tapia Aguirrebengoa. Como no soy ni Obispo, ni copernícola, ni malnacido, puedo ser agradecido y recordar a mi camarada, maestro y amigo.

En El Correo de Madrid tienen mis palabras, si gustan leerlas.

sábado, 19 de octubre de 2019

SOBRE CATALUNLLA.

Que, como mis habituales saben, no tiene nada que ver con Cataluña. 

La Catalunlla separatista, aldeana, cazurra, paleta hasta el límite de la exageración, ombliguista hasta el absurdo, es la que está demostrando hasta qué punto un pueblo lobotomizado por la prensa, la radio, la televisión, de un sistema pequeñito, de masía y complejo, puede caer en la estupidez.

La Catalunlla separatista, ajena a la Historia y al mundo, convertida en simple y burda caricatura, está volviendo -ha vuelto desde hace muchos años- a la peor versión de si misma. 

Algo de esto digo hoy en El Correo de Madrid, donde les invito a leerlo, si gustan.



sábado, 12 de octubre de 2019

SOBRE LA GUARDIA CIVIL Y EL VALLE DE LOS CAÍDOS.


Me llega por diversas fuentes la imagen de los vehículos de la Guardia Civil entrando al Valle de los Caídos. Tomando el Valle, como si quienes les han mandado tuvieran miedo de que los que allí descansan fueran a tomar las armas que en su día llevaron con honor.


Las buenas gentes de España –las que aún no han entendido que esto ya no es España, sino el sumidero de la Historia, la zahúrda donde todos los sinvergüenzas se revuelcan en su pequeñez- se escandalizan, asombrados por esa presencia. Incluso he visto escrito que hay quien piensa que antes de la disciplina está el honor.

A mi no me sorprende. Ni siquiera me escandaliza. Ni siquiera me escandalizó la referencia de que, hace unos días, guardias civiles patrullaban armados dentro de la Basílica, sin que la jerarquía eclesiástica abriera la boca, acaso demasiado llena para decir mu.

A mi no me sorprende, porque ya hace casi 19 años vimos, y conté, lo que pasó entonces. Aquí abajo se lo dejo, como recuerdo, ya que no como profecía:


* * * * *


domingo, 23 de noviembre de 2008

SOBRE LO QUE NUNCA ESPERÉ DECIR.

He visto, y lo conté en su día, a muchos chulos metidos a chequista.

He visto -y lo he contado- cómo la policía cargaba contra unos miles de españoles que protestaban por el asesinato de tres marinos. La cosa ocurrió en Cibeles, en el lejano septiembre de1979, cerca de donde estaba el entonces Ministerio de Marina, y subimos hasta la Puerta del Sol, donde estaba Gobernación y ahora aposenta a doña Esperanza Aguirre. Manifestación no autorizada, por supuesto; como tantas otras en Vascongadas. Ni viejos, ni niños, fueron respetados por los valientes maderos -que entonces vestían de color mierda- de porra en ristre, botes de humo y pelotas de goma en todos los sentidos.

He visto -y lo he contado-, cómo la policía, acaso recién desenchiquerada de sus bases, provocaba groseramente, con la zafiedad del que se sabe impune, a algunos ancianos que hacían el recorrido entre Colón y la Plaza de San Juan de la Cruz. Cuando cerca de los ancianos aparecíamos algunos que no lo éramos, y desde nuestra credencial de Servicio de Orden mirábamos fijamente su placa, los heroicos sinvergüenzas guardaban un discreto silencio.

He visto por la televisión -como todos- la ejemplar mansedumbre de la policía frente a los etarras, proetarras, filoetarras, hideputas varios, con pedigrí o a granel. He visto cómo la policía contemplaba impertérrita la quema de Banderas de España, pasándose por al arco de las órdenes o del miedo -ya que no el patriotismo del que carecen- su deber constitucional de defender la Enseña del Estado que les paga.

Y a pesar de haber visto la chulería de matoncete paleto que se gastan muchos de esos individuos, cuando uno de ellos ha resultado muerto en un atentado, o en un tiroteo con delincuentes comunes, he enviado al desván de la memoria las provocaciones vistas y vividas, y he rezado, y he gritado, y he escrito en su honor.

Desde hace muchos años, mi lema ha sido que prefiero que nadie muera; pero que si la democracia sigue exigiendo como precio la sangre de los hijos de España, mejor que caigan políticos que hombres de uniforme.

Hoy, viendo lo ocurrido en el Valle de los Caídos ayer; viendo que la actitud de los guardias civiles destacados allí no cumplían un penoso deber, sino un anhelado festejo; hoy, conociendo que la Guardia Civil ha dejado de ser la del Duque de Ahumada y goza en la cochiquera como cualquier puerco de aquella Guardia Nacional Republicana chequista y cobarde, tengo que decir lo que nunca creí que diría.

Tengo que decir que conozco guardias civiles; tengo que decir que los guardias que conocí y que conozco son personas de bien. Tengo que decir que entre los guardias que conozco hay españoles de una pieza. Pero tengo que decir que, hoy, la Guardia Civil, como Cuerpo, ha dejado de tener mi respeto.

Al igual que a los militares el valor se les supone, a la Guardia Civil le suponía el patriotismo. Un patriota, un español decente, una persona honrada, hubiera obedecido sus órdenes. Un sinvergüenza, un canalla, un cabrón, lo habría hecho con recochineo y regodeándose. Esa es la diferencia.

Y en esa diferencia está la mía: lo que va de considerar al Cuerpo como benemérito de España, a tenerlo por simple calderilla del precio de la democracia.

Ahora, maten a quien maten, me importará tres leches si no es un camarada. A la Guardia Civil ya no le supongo el patriotismo. Que cada número lo demuestre, y ya hablaremos.

(Y que los que honran el uniforme me perdonen; pero se que, aunque les duela el alma, piensan igual).




SOBRE EL MAESTRO RAFAEL.

De cuya muerte se cumplen 31 años.

Como siempre, desde que he tenido la oportunidad de hacerlo, quiero rendir el mínimo homenaje del recuerdo al mejor escritor en lengua española de todos los tiempos.

En El Correo de Madrid tienen, por si les apetece, mis palabras.


Publicidad: