Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 2 de junio de 2014

SOBRE EL "AHÍ QUEDA ESO" REAL.

La noticia, que circulaba desde primeras horas de la mañana y luego me ha llegado confirmada por SMS, es la abdicación de Juan Carlos I.

 

Ignoro todavía los motivos que aducirá el rey para ello, pero me parece que se destacan dos principalmente. El primero, no querer pasar a la Historia como liquidador de la Monarquía en España, y de España misma, como si no supiéramos de sobra lo que recibió y lo que entrega.

 

El segundo, permitir que su hijo pueda titularse -por unos meses, quizá un par de años- Rey, que es cosa que queda bonita en las tarjetas del exilio.

 

Porque en España no hay monárquicos -salvo los Tradicionalistas, que no es esta la monarquía que defienden-, y cada vez quedan menos juancarlistas. A la vuelta de año y poco, las próximas elecciones generales pueden deparar el pistoletazo de salida de la carrera que nos lleve a la segunda república, si es que no volvemos antes -por mor de separatistas varios, fundamentalmente los catalans (que no catalanes)- a la primera.

 

Y entonces los que recordamos aquél juramente de cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales nos vamos a jartar de reír, hasta que llegue el momento de echarse al monte.
 
 

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