Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 10 de octubre de 2011

SOBRE EL HIJO HONESTO.

Entre las muchas y divertidas cosas que anda diciendo el señor Pérez por ahí, en la campaña electoral que aún -según la Ley Electoral- no es, ayer contó lo muy honesto que es don José Blanco. Y se dirigió a sus señores padres -o sea, progenitores A y B-, que acaso no las tuvieran todas consigo en vista de los muchos años que lleva estudiando primero de Derecho, felizmente aprobado en el último curso académico, según la prensa.

'Tenéis un hijo honesto' -dijo el señor Pérez, ante los forofos que ni siquiera se han desjarretado de risa al oírlo.

Lo malo es que los progenitores A y B de don José Blanco probablemente están de vuelta acerca de la fiabilidad del señor Pérez, y han recordado la época en que, como portavoz de don Felipe González, juraba que nadie del Gobierno ni del PSOE tenía nada que ver con el GAL.

Una afirmación así, en boca de tal personaje, debe poner el corazón en un puño a cualquier progenitor A ó B que se precie.
 

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