Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 21 de mayo de 2013

SOBRE LA QUERENCIA SERVIL.

Querencia servil, con ánimo de esclavo, que presentan una vez más los separatistas catalanes con respecto a Francia.
 
Ahora, es ERC -como dueña de ese llamado Consejo de Transición Nacional que se inventó Mas- la que afirma -véase La Gaceta- que los separatistas no desean un Ejército propio, pero están dispuestos a pagar para que otro país los defienda, y aseguran que algunos expertos señalan que Francia podría estar interesada.
 
Esto demuestra varias cosas. Una, que los separatistas no tienen nada en contra de que su presencia en el mundo -que, nos pongamos como nos pongamos, la marca la potencia militar- esté subordinada a otro país. Lo suyo no es independentismo, sino antiespañolismo; les importa poco someterse a un país distinto, con tal de dejar de ser españoles.
 
Dos, que los catalanistas no quieren ser independientes, sino franceses. Y que no han aprendido nada de las anteriores ocasiones en que se pasaron a Francia, y al cabo de pocos años volvieron, con el rabo entre las patas -y algunos incluso sin él- suplicando a la Corona de España que los admitiera de nuevo, porque Francia -que no se podía tomar en serio a unos sinvergüenzas que se cambian de nación como de calzoncillos- les trataba peor que el centralismo español. Centralismo importado de esa misma Francia que los separatistas añoran, junto a los Borbones; cosas ambas que los separatistas de Catalunlla ignoran o prefieren no recordar.
 
Tres, que -cada cosa lo que sea- los separatistas han calado bien a Rajoy, como antes a Rodríguez: en el contexto internacional actual es difícil que España haga uso de la fuerza para tomar el control de Cataluña- afirman.
 
Lo han calado bien -a todos los anteriores igual; pero el palo que debe aguantar la vela hoy es Rajoy- porque saben que no será capaz de hacer uso de los elementos a su disposición. Que no es la fuerza -el victimismo separatista sólo anhela que lo flagelen- sino la Ley. La Constitución de 1978, sin ir más lejos, que -incluso hoy- haría innecesario el uso de la fuerza militar y, todo lo más, requeriría el de la fuerza pública para enchiquerar a los separatistas más resabiados. Y a los enriquecidos fraudulentamente, y acaso por ahí les duele: por la posible pérdida del cortijo particular que ordeñan impúdicamente desde hace décadas.
 
Y por ahí les duele también la posibilidad de que -en la hipotética independencia que sueñan- les fuera necesario, a falta de Ejército, una unidad especializada en grupos radicales, especialmente en grupos españolistas, para evaluar la potencialidad de posibles acciones que rompan el orden público.
 
Evidentemente, los separatistas de Catalunlla saben que esas manadas de antisistema, de rojos apesebrados en la mamandurria y la subvención, de tocanarices lingüideformes y dictadorzuelos de idioma prefabricado y normalizado, no dan para formar media Compañía. Y que una simple Sección -por no recargar mucho el servicio; si no, un pelotón- los manda a todos ellos a la frontera francesa que desean a patadas en la popa, por no citar los órganos viriles de que carecen.
 
Evidentemente, los separatistas de Catalunlla saben que lo que ellos llaman españolistas -o sea, la gente bien nacida- se basta y sobra para dar al traste con la payasada independentista -volveré a recordar que el separatismo no alcanzó un tercio de los votantes censados en la última mamarrachada urnera-, y no necesitaría siquiera romper el orden público. Con que de una puñetera vez los llamados a las urnas voten siguiendo sus ideas, en vez de la propaganda, es suficiente.
 
Pero -si la inutilidad de Rajoy y su Gobierno; si el mesianismo delirante de los separatistas de Catalunlla; si la cobardía de todos los partidos, partidetes y partiduchos, nos llevaran al delirio- les aseguro a los rojoseparatistas que no iban a tener lo que ellos llaman problemas de orden público. Y si no me entienden, estudien Historia.
 

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