Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 11 de julio de 2009

SOBRE LOS OBISPOS BASKOS.

Que -El Mundo lo dice, y también otros- han celebrado una Misa para pedir perdón por el olvido eclesial de los catorce religiosos (doce sacerdotes, un misionero claretiano, y un carmelita descalzo), que fueron ejecutados por el bando nacional entre 1936 y 1937.
Un tal obispo Asurmendi ha reconocido que los detalles sobre las dolorosas circunstancias que rodearon la muerte de estos sacerdotes son desconocidas, pero ha destacado que el testimonio de muchos de sus feligreses y compañeros pone de relieve que fueron apresados cuando ejercían su ministerio.
Bien, señor Asurmendi, yo mismo le cuento las circunstancias: esos clérigos fueron apresados cuando ejercían actividades políticas a favor del separatismo, crímen que cualquier Estado serio condena.
Más o menos, cuando hacían lo mismo que ustedes, señores obispos baskos -que no vascos, y menos aún pastores de las Diócesis españolas de Vascongadas-; de donde pueden colegir lo que les espera a ustedes en cuanto las cosas se vayan dando medianejamente bien.
Lo cual se comunica a la Conferencia Episcopal Española, a efectos de que tome las medidas convenientes, porque quien avisa no es traidor; y el Nacionalsindicalismo reconoce la inspiración católica de las leyes, pero no es meapilas ni tiene -llegado el caso- inconveniente en mandar a una sotana separatista a que le den un planchadito discreto.

SOBRE EL DERROCHE.

El que L'Osservatore Romano, periódico del Vaticano, ha denunciado a propósito de los fichajes millonarios del Real Madrid.
Soy madridista confeso, aunque no hasta el extremo de perder una subjetividad razonablemente objetiva. Desde mi personal punto de vista, pues, concedo a L'Osservatore Romano que la millonada que han costado los ultimos fichajes del Real Madrid es algo casi indecoroso.
Paréceme, sin embargo, no ya indecoroso, sino rigurosamente obsceno, que el periódico del Vaticano critique los gastos empresariales de una entidad privada, y guarde un silencio que -de puro discreto- puede ser culpable, a propósito de los múltiples despilfarros de los poderes públicos españoles, ya que del fútbol español hablamos.
¿Que la Iglesia no se mete en política? Pues, con más razón, no se debe meter en entidades privadas.

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