La emoción que -relatan los periódicos- sintió el Príncipe de Asturias en su visita al Museo del Holocausto, donde destacó la importancia que da España a la transmisión a las generaciones futuras del valor de la vida y la libertad. Todo ello -véase la foto- cubriéndose con una kipá en señal de respeto.
Siempre es encomiable que se muestre respeto hacia los demás; hacia sus creencias y sus símbolos. Siempre es digno de alabanza que se honre a las víctimas de una injusticia, de una persecución generalizada.
Por lo tanto, espero que -una vez aprendido el valor de la vida, de la libertad y del respeto- el Príncipe de Asturias tenga hacia los españoles en general, hacia su padre y hacia sí mismo, el respeto de no sentarse a comer bajo una bandera de la Segunda República en la casa de un maleducado; que declare el valor de la vida de quienes son asesinados cotidianamente por sus inmerecidas madres; y que ejerza la libertad de honrar a las víctimas visitando, por ejemplo, Paracuellos del Jarama.