Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 25 de febrero de 2013

SOBRE LOS RECORTES EN SANIDAD.

Muy importante debe ser la prescripción indebida de fármacos, cuando un Gobierno acosado por tantos y tan graves problemas, dedica su atención prioritaria a este asunto. Me refiero, claro está, al decreto bautizado como medicamentazo, que pretende reducir el consumo de medicinas. O, por ser más exactos, reducir los gastos farmacológicos de la Seguridad Social, de forma que la persona que necesite un determinado producto farmacéutico, se lo pague de su bolsillo.

Por lo visto, las lúcidas mentes que nos gobiernan, no encuentran otra forma de realizar sus cuentas que la de, aún manteniendo los impuestos, retenciones y cotizaciones obligatorias, reducir los servicios y prestaciones. Curiosa cuenta de la vieja, tan criticada por los profesores de matemáticas ante los chavalines que comienzan el aprendizaje de las cuatro reglas que, en tanto en cuanto se institucionaliza por la fuerza del BOE (para cuyas compras de papel a precio doble del vigente en el mercado no parece haber restricciones), alcanza la categoría de la estafa. ¿Cómo considerar, si no, el hecho de que se mantengan intactas las cotizaciones —obligatorias, no lo olvidemos— en tanto que se recortan cada vez más las prestaciones que ofrecen a cambio?

¿Cómo considerar —desde el punto de vista de las empresas— que sus cotizaciones no les sirvan para que la Seguridad Social se haga cargo de los primeros 15 días de incapacidad laboral de los trabajadores?

¿Cómo considerar las colas, listas de espera, hospitalización en pasillos, citas para uno o dos meses después del día que se piden, etc., cuando cualquier sociedad médica privada ofrece servicios mejores, más rápidos y —dato importante— más baratos en muchos casos?

Cierto que la cotización a la Seguridad Social garantiza también —se supone— la futura percepción de pensiones. Pero de unas pensiones tan insuficientes, que desde el propio Gobierno —vía deducciones en la Declaración de la Renta— se recomienda la suscripción de planes de pensiones. Es decir: que además de lo que a cada cual nos retienen sin vuelta de hoja, debemos preocuparnos por nuestra cuenta del día de mañana, si no queremos morirnos de hambre.

Y si quiere, cuando por edad y circunstancias de inevitable declive físico precise de cierta cantidad de productos farmacéuticos, podérselos costear, porque también a los pensionistas les limitan los medicamentos que la Seguridad Social les puede prescribir.

Entre ellos, curiosamente, los productos laxantes. Acaso porque están de acuerdo con un personaje de Rafael García Serrano (la democracia es un antiquísimo sistema por el cual, en última instancia, un hombre debe permitir que se caguen en su madre a cambio de cagarse en la madre del que le precedió en el uso de ese importante derecho) y de esta forma piensen reducir las defecaciones —metafísicas, se entiende— sobre sus progenitores, que son la inevitable consecuencia de sus acciones de gobierno.

* * * * *
Apostaría a que alguien ha pensado –salvo alguna referencia que no le cuadraría demasiado bien- que con todo esto me estaba refiriendo al repago de las medicinas, a los recortes en la Sanidad y a los que ya se avisan –sin rebozo- en las pensiones.

Pero no. Como hace unos días, esto no pertenece a la actualidad, sino a dos décadas atrás. Fue publicado, con el titulo de El estafazo en el Nº 72 de La Nación (17 a 23 febrero 1993), y ahí tienen ustedes la imagen que lo demuestra.

Gobernaba entonces –para quien no lo recuerde o no lo quiera recordar- don Felipe González Márquez, que fue el primer gran recortador de esta memocracia.

Por supuesto, entonces no hubo manifestaciones más o menos multitudinarias, ni menos aún guerrilla urbana de “incontrolados” –que hay que ver qué bien los controlan los que los controlan, y ya me entienden-, ni movida de médicos, enfermeros, celadores y personal administrativo profundamente concienciado con la sanidad pública.

Y es que no hay nada nuevo bajo el sol, a poco que se mire hacia la sombra.

sábado, 23 de febrero de 2013

SOBRE EL GOLPE TRIUNFANTE.

Que, siendo la fecha que es, ya se habrán ustedes imaginado a cual me refiero.

Decir, a estas alturas, que el 23-F fue un golpe de Estado triunfante, sólo le puede extrañar a los muy perdidos, los muy indocumentados, los muy jovenes -y debidamente amaestrados por las últimas leyes educativas- o los muy tontos. A los rojos, rojillos y rojazos de guardarropía y pancarta también, pero es que ellos no son de este mundo.

Mi camarada Álvaro ya lo comentaba ayer en su Ballena Alegre, y no hace falta decir que lo suscribo íntegramente.

El 23-F fue preparado para que saliese -en segunda opción- así, como salió. La primera era -ya todos ustedes lo saben- el gobierno de concentración que aunaba ucedistas, socialistas y comunistas bajo la batuta monárquica de Armada.

El Teniente Coronel Tejero no pasó por esas horcas caudinas, y dió al traste con el golpe institucional. No pudo evitar, en cambio, que el sistema se asentara en la podredumbre que le es consustancial, y en ella estamos.

viernes, 22 de febrero de 2013

SOBRE QUE 21 AÑOS NO SON NADA.

Ando revisando -por motivos que, si la cosa va bien, comentaré en su momento- mis viejos artículos. Pudiera pensarse que poco o nada de utilidad tendrán los escritos de hace décadas para la situación actual y que -por ejemplo- difícilmente habría un paralelismo admisible entre lo dicho en el reciente debate sobre el estado de la Nación de hace un par de días, y los sucesos de hace varios lustros.

Confieso que estaba equivocado. Como se pueden imaginar, al cabo de 35 años de escribir, es difícil recordar cuanto he ido diciendo. Por eso, me he asombrado al leer lo que escribí en el Nº 54 de La Nación (26 de agosto a 8 de septiembre de 1992), que a continuación les transcribo. Luego me dicen si no es cierto que veinte años no es nada, como en el tango, y que la casta política ni ha aprendido, ni ha escarmentado.

Desgraciadamente, la fauna votante, tampoco.

Fondo y Forma


Resulta que, después de más de dos años de armar un considerable revuelo, el famoso caso Naseiro se ha quedado en nada. Es lógico que así haya sido, si aceptamos la versión del Partido Popular, en el sentido de que —desde un principio— se trató de una simple maniobra para desviar la atención de la prensa y del público sobre el —entonces— incandescente caso Juan Guerra.

Sin embargo, lo que importa —al menos, lo que nos puede importar a cuantos vemos la vida pública desde fuera del tinglado de los partidos con pesebre parlamentario— no es que un juez con querencias socialistas quisiera hacerle un favor a su partido, haciéndonos ver que la inmundicia no era asunto privativo del PSOE. Lo que importa no es que se haya demostrado —hermanos Guerra, FILESA, Naseiro y construcción en Burgos— que todos los partidarios de esta democracia liberal están hundidos en podredumbre hasta el cuello.

Lo que importa —al menos, desde mi punto de vista, resulta pavoroso— es que se dé carpetazo a un asunto que afecta de lleno a la honradez de la vida pública, empleando una argumentación que será, sin duda, legal; pero que de Justicia no tiene nada. Porque el Tribunal Supremo ordenó la destrucción de las pruebas, considerándolas inadmisibles, en virtud de la vulneración del derecho a la intimidad de los encausados. Pero no porque las grabaciones las hiciera la policía por libre y sin autorización, sino porque la policía estaba autorizada a investigar un presunto delito de tráfico de drogas, y no un escándalo de corrupción política.

En resumen: la policía investiga, con todas las bendiciones legales, un presunto delito de tráfico de drogas; en el transcurso de la investigación, encuentra pruebas de un delito mucho más grave —porque la corrupción de los políticos es una garantía de impunidad para todo tipo de delincuentes—; las pone a disposición de la justicia... y la justicia dice que esas pruebas no tienen validez, porque no era eso lo que iban buscando. Es lo mismo que si alguno de ustedes hace un pozo buscando agua, encuentra petróleo, y le dicen que se olvide de ello; que cierre el pozo y deje el petróleo bajo tierra, porque usted sólo tenía derecho a encontrar agua.

Sintomática, por otra parte, la satisfacción con que los encausados y el Partido Popular —no olvidemos que el presunto delito, y los presuntos beneficios, no iban a ser particulares de los implicados— han acogido esta resolución del caso. Porque lo que el Tribunal Supremo ha dictaminado, no es que no existiera delito y los encausados fueran inocentes, sino que a pesar de haber pruebas de un posible delito, las mismas no habían sido conseguidas de acuerdo con los trámites burocráticos pertinentes.

Esto, repito, será completamente legal. Pero no deja de ser una clara demostración de que estas leyes no sirven, y urge cambiarlas. Y urge, sobre todo, cambiar a quienes hacen tantas trampas a la hora de redactar las leyes.

 

SOBRE EL ATAQUE DE SINCERIDAD DE DOÑA SORAYA.

Doña Soraya Sáenz de Santamaría, Vicepresidenta del Gobierno, que según Periodista Digital ha dicho lo siguiente: "no habrá reforma de la Constitución, no podemos levantar la tapa de la alcantarilla sin saber dónde va".

Me parece que nadie podría haber expresado más claramente la realidad de esta memocracia.

jueves, 21 de febrero de 2013

SOBRE LAS DESCALIFICACIONES DE ROSELL.

El señor Rosell es el presidente de la CEOE; esto es, el sindicato de los empresarios. Quizá en esta función, ha sido invitado por CC.OO al X Congreso Confederal de Comisiones Obreras, donde ha sido recibido con -lo dice Público- abucheos y descalificaciones.

En respuesta, el señor Rosell ha afirmado que “no me gustan las campañas de descalificación que se os hace a los sindicatos. Es injusta”.

Muy bien, señor Rosell. A usted, lo que le gusta y le debe parecer justo, puesto que lo ha hecho en varias ocasiones, es descalificar a los funcionarios; y no hace mucho afirmaba que sería mejor mandarlos a casa con un subsidio que tenerlos trabajando.

Acaso, señor Rosell, porque sabe que es la única barrera que -en ocasiones, al menos- le impide el libre ejercicio del cohecho con el que los fulanos de su calaña desprestigia a tanto buen empresario que lucha y crea riqueza, a pesar de las cortapisas que los políticos corruptos le ponen para favorecer a los empresarios sinvergüenzas.

lunes, 18 de febrero de 2013

SOBRE LOS "NEOFALANGISTAS" DE OYARZABAL.

La noticia -que pueden ver en Periodista Digital- es de hace tres o cuatro días; pero aunque le necedad del señor Oyarzábal merezca réplica, tampoco hay que darle la excesiva importancia de la rapidez.

El caso es que don Iñaki Oyarzábal, segundón del PP en Vascongadas, acusó a UPyD de estar infiltrado por "neofalangistas". La acusación vino en respuesta a la petición del diputado de UPyD Gorka Maneiro, en el sentido de una circunscripción electoral conjunta, listas abiertas, lucha contra la corrupción y prohibición de ostentar varios cargos a la vez.

Con respecto a lo que le duele al señor Oyarzábal, ya don Gorka Maneiro le tocó la música adecuada: "repartirse sobres sí que es un insulto a los ciudadanos".

Pero esos son asuntos de familia que a mi, en el fondo ni me van ni me vienen. A mi lo que me importa es lo de los neofalangistas. Cosa que no existe, pero que al señor Oyarzábal le debe parecer insulto adecuado. Los falangistas, señor necio Oyarzábal, somos falangistas. Ni neo, ni retro, ni leches. Falangistas y punto. Comprendo que eso, en un partido que lleva los bandazos que atesora su PP, sea inimaginable; pero nuestras ideas -si, señor Oyarzábal, soy falangista y a mucha honra- son las mismas de siempre; no varían según sople el viento, el techo de voto o la subvención. Sólo cambiamos en la aplicación de las ideas a la actualidad de los tiempos que corren.

Se ve, señor Oyarzábal, que usted es lo suficientemente tonto para pensar que lo de llamar a alguien falangista es un insulto, que ser falangista es motivo de vergüenza -en su partido ser ladrón no lo es-, o que el falangismo es causa de general reprobación. Evidentemente, usted no tiene ni repajolera idea de lo que es ser falangista y -como la zorra de la fábula- desprecia lo que no puede alcanzar.

Sin embargo, usted mismo -bien que sin darse cuenta- pone las cosas en claro: para usted, señor Oyarzábal, hay que ser falangista para proponer que los ciudadanos puedan elegir libremente a sus representantes, para proponer que el voto de todos valga lo mismo, para perseguir la corrupción y para rechazar que cualquier mindundi se forre cobrando varios sueldos públicos.

Y en este caso -como el burro de otra fábula- la casualidad le ha hecho sonar la flauta.

Por último, señor Oyarzábal, comprobará usted que ni siquiera me he referido a su condición -confesa- de bujarrón o bardaje, -las reclamaciones, señor fiscal, a la RAE- que me hubiera dado bastante juego, palabra. Pero es que yo soy falangista, y eso obliga a mucho.

viernes, 15 de febrero de 2013

UNA HISTORIA REAL COMO LA VIDA MISMA.

Aunque esta historia ya es antigua, no me resisto a compartirla con ustedes:

EL PELUQUERO

Un día, un florista fue al peluquero a cortarse el pelo. Luego del corte pidió la cuenta y el peluquero le contestó:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El florista quedó agradecido y dejó el negocio. Cuando el peluquero fue a abrir el negocio, a la mañana siguiente, había una nota de agradecimiento y una docena de rosas en la puerta.
Luego entró un panadero para cortarse el pelo, y cuando fue a pagar, el peluquero respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El panadero se puso contento y se fue. A la mañana siguiente cuando el peluquero volvió, había una nota de agradecimiento y una docena de pasteles esperándolo en la puerta.
Más tarde, un profesor fue a cortarse el pelo y en el momento de pagar, el hombre otra vez respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El profesor con mucha alegría se fue. A la mañana siguiente, cuando el peluquero abrió, había una nota de agradecimiento y una docena de diferentes libros, tales como 'Cómo mejorar sus negocios' y 'Cómo volverse exitoso'.
Entonces un diputado fue a cortarse el pelo y cuando fue a pagar y el peluquero nuevamente dijo:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El diputado contento se alejó. Al día siguiente cuando el peluquero fue a abrir el local, había una docena de diputados haciendo cola para cortarse el pelo gratis.
Esto, querido amigo, muestra la diferencia fundamental que existe actualmente entre los ciudadanos comunes y los miembros de la casta política.
Por favor, en las próximas elecciones, vota con cuidado...

Atentamente,
EL PELUQUERO.

lunes, 11 de febrero de 2013

SOBRE LAS SANCIONES DE COSPEDAL.

Doña María Dolores de Cospedal ha afirmado, en referencia a la pitada con que los hijos de padre desconocido -pues siendo hijos de España la rechazan- recibieron el Himno Nacional durante la final de la Copa de Baloncesto en el Pabellón Arena de Vitoria, que "me parece también que deberían existir sanciones para ese tipo de actos que lo que hacen es ofender a símbolos del Estado".

En lo cual -y probablemente sin que sirva de precedente- estoy de acuerdo con doña María Dolores.

Lo que no se, es a qué espera, teniendo en cuenta que el partido del que ella es secretaria general, lleva más de un año en el Gobierno, y con mayoría absoluta.

jueves, 7 de febrero de 2013

SOBRE UN PRESUNTO ARTÍCULO DE LUCÍA ETXEBARRIA.

Que, para los que aún conocemos algo del idioma español y tratamos de mantenerlo, debe ser Lucía Echevarría.

El artículo me ha llegado por correo electrónico, y aunque los enlaces que lo acompañan parecen certificar su autenticidad, lo denomino presunto por las razones que explicaré. Como conlleva la petición de su difusión, en mi almacén lo tienen ustedes -es demasiado extenso para copiarlo aquí-, y les agradeceré que, cuando menos, le echen un vistazo para que comprueben lo que voy a decir al respecto.

Vaya por delante mi duda sobre la supuesta autoría. Doña Lucía Echevarría es escritora si la memoria no me falla. No he leído ningún libro suyo -a qué mentir- porque el tiempo es poco y la necesidad de dedicarlo a cosas interesantes mucha; pero podría asegurar que doña Lucía ha vendido miles de ejemplares de algún libro. También es columnista de prensa, al parecer. Por ello me extraña su autoría del artículo de referencia, que está bastante mal escrito; le faltan palabras en algunos pasajes y las repite -frases enteras- en otros; utiliza bastante lastimosamente los signos de puntuación -comas, paréntesis y comillas con unos espacios indebidamente situados-, y emplea indistintamente signos como las llamadas comillas tipográficas (« ») y normales. Cosas que acaso no pondrían en duda la autoría si lo escribe un honorable particular, pero que llama mucho la atención si de un profesional de la escritura se trata, salvo que entendamos que la señora Echevarría -cuando publica libros o artículos de prensa- larga por su boquita y alguien se lo escribe, o hace un bodrio que luego le tienen que corregir para ponerlo decente antes de darlo a la imprenta.

Estas son cosas que probablemente no llamen hoy día mucho la atención, sumidos en la jerga sms y similares aberraciones; pero a los que en su día pasamos muchas horas corrigiendo pruebas de imprenta, nos saltan a la vista hasta casi hacer daño.

Vaya todo lo dicho como explicación de que dudo que realmente ese artículo pertenezca a una escritora y articulista reconocida, o sitúa a la referida escritora en un nivel bastante inferior. En todo caso, como digo, ahí quedan los enlaces que demuestran que ha sido publicado con el nombre de Lucía Etxebarria, y que pide que se difunda.

Por lo demás, doña Lucía -o quien sea- dice muchas cosas y muy puestas en razón en casi todo. Comete, no obstante, varios fallos que indican una de las causas por las que en España estamos como estamos.

Comete el error de pensar que la reforma de la Justicia que propugna Ruiz Gallardón supondrá "que el sumario pasa de controlarlo un señor que, en teoría, es independiente" -en referencia a los jueces- a que lo haga el fiscal, al que considera subordinado del Ministro de Justicia. Claro desconocimiento de la realidad, porque los jueces dependen del Consejo General del Poder Judicial, nombrado por los partidos políticos y sometidos a ellos desde que don Alfonso Guerra certificó la defunción de Montesquieu hace unas tres décadas.

Pero si esto se puede entenderse como apreciación personal, variable en función del pensamiento de cada uno, algunas de las propuestas que doña Lucía -o quien sea- hace, indican un palmario desconocimiento de la realidad de la que habla.

Así, dice que "se deberían facilitar datos de todas las obras públicas que cada ayuntamiento acomete". Supongo que doña Lucía no ha sentido la curiosidad de inclinarse a la lectura del B.O.E. o, en su defecto, de los Boletines Oficiales de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, acaso por no plagiar a Stendhal con su cotidiana lectura del Código Civil napoleónico. Plagio por demás inútil, puesto que el BOE y similares no pueden producir, en el plano literario, más que risa. Y pena. Pero a lo que voy, es a la obligación legal de que todas las obras públicas -y contratos de todo tipo- que superen cierta cuantía deben ser anunciadas, con el correspondiente pliego de condiciones técnicas y cantidad máxima de licitación, para permitir que toda empresa interesada presente su oferta, que posteriormente será adjudicada de acuerdo a una normativa muy detallada, y publicada en el Boletín Oficial que corresponda.

La "conservación de documentos" que doña Lucía reclama, existe desde tiempo inmemorial, establecida por Ley en cinco años. De la "prohibición de aceptar regalos" se habló en tiempos del señor Rodríguez Zapatero, aunque no se si se llevó a cabo.

Pedir que "cualquier compra que realicen las Administraciones públicas debería estar ejecutada a precios de mercado e incluir, necesariamente, al menos tres ofertas de proveedores diferentes, para poder elegir la más baja", significa, lisa y llanamente, no tener ni idea de cómo está la legislación vigente. Como en parte he explicado antes, toda compra de bienes o servicios de las Administraciones Públicas debe publicarse en los Boletines Oficiales de su ámbito de aplicación para permitir la libre concurrencia de ofertas. Solamente cuando el gasto previsto es menor de cierta cantidad -si no mal recuerdo, cincuenta mil euros- se puede recurrir -por razones de urgencia debidamente documentadas- al llamado procedimiento negociado; o sea, lo que dice doña Lucía de las tres ofertas.

En cuanto a la "designación partitocrática de los altos cargos de las Administraciones Públicas", es evidente que también doña Lucía desconoce la legislación que regula el tema. La designación política se queda en el rango de Subsecretario; de ahí para abajo -Directores Generales, Subdirectores- los cargos son de libre designación -se puede nombrar a cualquiera-, pero entre el personal funcionario de la Administración. Sólo en algunos casos -justificados con arreglo a los requisitos que marca la Ley- algunos puestos de Director General podrán ser ocupados por personal no funcionario. Lo cual, al cabo de los decenios, ha venido a dar la razón al General Primo de Rivera, que fue el profesionalizador de la Administración.

Con respecto a la "remuneración homogénea de los cargos públicos" -que no cobre diez veces mal el concejal de un sitio que el de otro, es el ejemplo que pone-, qué quiere que le diga, doña Lucía. Prefiero que los concejales no cobren más que las dietas y gastos que su ocupación les suponga. Usted acaso sea lo suficientemente joven para desconocerlo -en el cole, desde luego, no se lo iban a explicar; y en la prensa menos-, pero hubo tiempos en que, por ejemplo el Alcalde de Madrid, no percibía sueldo alguno. La sopa boba empezó con el viejo profesor Tierno.

Pide doña Lucía "incompatibilidad del cargo público con el ejercicio de actividades privadas relacionadas directamente con los asuntos en que tenga que intervenir por razón de su cargo". Dado que la Ley de Incompatibilidades lleva vivita, publicada y -al menos en teoría- aplicada unas tres décadas, temo que la petición llegue algo tarde.

Y por último, la repera: "La guinda del pastel la pone una alcaldesa que no ha sido votada", en obvia alusión a doña Ana Botella, alcaldesa de Madrid; comentario que es, ciertamente, la guinda de un artículo profundamente indocumentado.

En España -cosa que sabe cualquiera- se votan listas cerradas, elaboradas por el partido correspondiente en la forma democrática del me sale de las narices. De esa lista sale elegido cierto número de diputados o concejales, y los que suman más asientos que los contrarios eligen Presidente del Gobierno o Alcalde a uno de entre ellos. Es decir: en España no se elige Presidente, ni Alcalde; y el hecho de que quien aspira a presidir el Gobierno sea el primer candidato por Madrid, o el que aspira a ser Alcalde vaya en el primer puesto de la lista municipal, no es más que una costumbre.

Líbreme Dios de defender a doña Ana Botella; pero el hecho es que ella iba en la lista de Concejales del PP en Madrid; que salió elegida concejal -o sea, que sí fue votada, doña Lucía-, y que el Pleno Municipal la eligió como Alcaldesa cuando el cargo quedó vacante.

Todo lo dicho no obsta para que doña Lucía Etxebarria acierte de pleno cuando afirma que la corrupción de la casta política nos llega al cuello, que esto hay que pararlo, que hay que limpiar la vida pública y barrer toda esta mugre. Pero si todos estos fallos de su exposición, que demuestran el desconocimiento del sistema político que nos sojuzga y de la legislación -aunque incumplida- vigente, lo comete una persona a la que se le supone cierta relevancia intelectual, ya me dirán ustedes qué cabe esperar de los que son simples marionetas dirigidas desde los medios de comunicación, o desde las movidas callejeras, por personajes como la señora Etxebarria.

miércoles, 6 de febrero de 2013

SOBRE UNAS APPS MUY RECOMENDABLES.

Para los que -como yo- no estén al día en las maravillas tecnológicas de la telefonía móvil y sus múltiples aplicaciones, será difícil explicarles qué es eso de las APPS; máxime teniendo en cuenta que tampoco lo sé con la necesaria exactitud para poderlo transmitir. Pero doy por hecho que quien disponga de un teléfono capaz de utilizarlas, ya sabe de sobra qué son.

Bien; sépanlo o no, lo que sí deben saber es que mi camarada Álvaro ha realizado sendas APPS dedicadas a Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, que recogen biografías, fotos, discursos y canciones... En fin, visiten La Ballena Alegre de Álvaro, y descubran todo lo que esas APPS contienen, explicado por su creador.

Si tuviera un teléfono capaz de utilizarlas, no lo dudaría un momento. Como no lo tengo, pondré a buen recaudo el enlace (https://play.google.com/) para el futuro, cosa que recomiendo a quien se encuentre en mi misma situación.

Aquí les dejo con una imagen de lo que pueden encontrar. No tienen mas que pulsar sobre ella para ir al sitio desde el que las pueden descargar.

Publicidad: