Esa que el Gobierno quiere imponer por Ley para acabar con cualquier tipo de desigualdad, no sea que la madre naturaleza se siga empeñando en que algunos seamos gordos, bajos, calvos, feos y miopes, pongo por caso.
A mi, desde luego, me encantaría que doña Leire Pajín consiguiera, así de sopetón, de un día para otro, hacerme más delgado, darme otros diez centímetros de estatura, devolverme la misma cantidad de pelo que tuve hace veinte años, otorgarme un rostro más agradable, y quitarme el par de dioptrías que me aleja de la corrección oftálmica.
También me encantaría que nadie obligara a un profesor de religión -católica, claro- a retirar de su zona del despacho departamental -véase El Mundo- una cruz y un icono oriental de la Virgen María, que ni siquiera son de su propiedad, sino regalo de unos profesores al Instituto.
Pero temo que no sea así. Temo que la Ley de igualdad de trato sólo sirva para -lo dice Minuto Digital- obligar a los colegios a transigir con el velo islámico, por el efectivo método de quitar cualquier ayuda al centro donde piensen que, si no se puede poner un Crucifijo, tampoco cabe el velo.
A mi, desde luego, me encantaría que doña Leire Pajín consiguiera, así de sopetón, de un día para otro, hacerme más delgado, darme otros diez centímetros de estatura, devolverme la misma cantidad de pelo que tuve hace veinte años, otorgarme un rostro más agradable, y quitarme el par de dioptrías que me aleja de la corrección oftálmica.
También me encantaría que nadie obligara a un profesor de religión -católica, claro- a retirar de su zona del despacho departamental -véase El Mundo- una cruz y un icono oriental de la Virgen María, que ni siquiera son de su propiedad, sino regalo de unos profesores al Instituto.
Pero temo que no sea así. Temo que la Ley de igualdad de trato sólo sirva para -lo dice Minuto Digital- obligar a los colegios a transigir con el velo islámico, por el efectivo método de quitar cualquier ayuda al centro donde piensen que, si no se puede poner un Crucifijo, tampoco cabe el velo.