Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 25 de enero de 2011

SOBRE LA IGUALDAD DE TRATO.

Esa que el Gobierno quiere imponer por Ley para acabar con cualquier tipo de desigualdad, no sea que la madre naturaleza se siga empeñando en que algunos seamos gordos, bajos, calvos, feos y miopes, pongo por caso.
A mi, desde luego, me encantaría que doña Leire Pajín consiguiera, así de sopetón, de un día para otro, hacerme más delgado, darme otros diez centímetros de estatura, devolverme la misma cantidad de pelo que tuve hace veinte años, otorgarme un rostro más agradable, y quitarme el par de dioptrías que me aleja de la corrección oftálmica.
También me encantaría que nadie obligara a un profesor de religión -católica, claro- a retirar de su zona del despacho departamental -véase El Mundo- una cruz y un icono oriental de la Virgen María, que ni siquiera son de su propiedad, sino regalo de unos profesores al Instituto.
Pero temo que no sea así. Temo que la Ley de igualdad de trato sólo sirva para -lo dice Minuto Digital- obligar a los colegios a transigir con el velo islámico, por el efectivo método de quitar cualquier ayuda al centro donde piensen que, si no se puede poner un Crucifijo, tampoco cabe el velo.

SOBRE LA LLAMADA DE MAYOR OREJA.

Que, en el ágora populista en Sevilla ha animado a -dice El Plural- romper con el aborto y la “cultura de la muerte” que -en su opinión- ha impuesto el Gobierno “durante los últimos años”.
Loable idea la del señor Mayor Oreja. Es una pena que con ella demuestre una inocultable hipocresía, tanto de su partido (Aguirre paga el 29% de los abortos perpetrados en Madrid) como suya personal (PSOE, IU y CiU votan a favor de considerar “derechos fundamentales” el aborto, la eutanasia o el matrimonio gay; la mayoría del PP, también) cuando dejó libertad de voto a sus eurodiputados.
Incluso es una pena que el señor Mayor Oreja tenga tan poca verguenza como para afirmar que la “cultura de la muerte” la ha impuesto el Gobierno “durante los últimos años”. Porque no hace mucho, la señora De Cospedal defendía la Ley del aborto vigente en tiempos de Aznar (Público, 5.11.2010), y también Público recordaba que el propio señor Aznar había perdonado a médicos condenados por aborto.
Y me parece muy bien que usted, don Jaime, se muestre contra el aborto; pero antes de presentarlo como oferta de su partido y crítica al contrario, mire que no tenga motivos para callar. Porque podemos pensar que trata usted de engañarnos.
Bueno: algunos no lo pensamos; lo sabemos.

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