Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 28 de mayo de 2012

IRRECONOCIBLE

Sigo enredado con la atención sanitaria a mi ordenador, pero no puedo dejar pasar la ocasión que me brinda el siguiente artículo de mi Coronel Jesús Flores Thies, que pone en su sitio tantas cosas:

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IRRECONOCIBLE

España es un país irreconocible. Bueno, irreconocible para alguien que la hubiera conocido antes. Lógicamente, aquellos que hoy cumplen cuarenta años, sólo conocen la España que ha ido apareciendo a raíz de la muerte de Francisco Franco.

Estos lodos actuales son la herencia que nos han dejado, por encargo de otros, aquellos llamados “Padres de la Constitución”, como la soberbia veleta Manuel Fraga; el mal encarado rojelio Solé Turá; el rencoroso Peces Barba; el encantado de haberse conocido en todas las sopas, Herrero de Miñón; el de la “Orden del Yugo y las Flechas” el (ex) falangista señor Cisneros, a quien le metería un tiro en la espalda ese bribón apellidado Otegui; o ese catalán que nació en Francia porque su familia tuvo que huir de la Cataluña de Companys y Tarradellas para salvar el pellejo, el señor Roca etc….

Esta Constitución, sin tan siquiera habérsela leído, fue aceptada de forma sumisa por gran parte de aquellos que ya no se llamaban españoles sino que eran “el colectivo de una ciudadanía”, y que nos ha llevado a la situación “incómoda” de la pitada a la Bandera, al Himno y al representante real.

Lo hemos dicho en otra ocasión, y lo repetimos con permiso del respetable, pero si a raíz de la alegre votación para la Ley de la Reforma Política, la que ya nos metía a los taifas con vaselina, hubieran dicho a esa “ciudadanía” que esas votaciones nos iban a traer la persecución del español, no sólo en Cataluña; el aumento espectacular del terrorismo, que se culminaría cuando ya los terroristas y sus sostenedores, después de haberlo conseguido casi todo, instalan a sus representantes en el poder municipal y autonómico de las Vascongadas, región española de la que iban a huir más de 100.000 vascos; que el “Día de Puertas Abiertas” del Ejército no se podrá hacer en esa desgraciada región; que quemar banderas de España ya no sería delito; que el paro llegaría al 25 %; que los maricas podrían casarse y adoptar niños; que la pornografía llegaría a la televisión; que la blasfemia iba a ser legal y hasta subvencionada; que se iba a condenar a héroes y santos, escudos y monumentos de casi 40 años de nuestra Historia, con la sumisa colaboración de un Ejército que ya no era el de la Victoria; que la Iglesia iba a traicionar a aquel que habría reconstruido sus templos y conventos y que le había cedido la dirección moral de todo un pueblo. …

España, irreconocible.

Es irreconocible el Ejército. No tanto por lo que hace como por lo que no hace. Los componentes del Ejército, con la disciplina grabada con fuego, cumplen las misiones que se le asignen, aunque luego mueran sin saber por qué han muerto. La mayoría son excelentes profesionales, mandados por eso que llaman “cúpula militar”, generales ascendidos por los partidos en el gobierno, y que luego han de demostrar que son agradecidos. De ahí la muerte lenta de un museo militar, el de Barcelona, asesinado antes de morir y cerrado en una ceremonia indigna; la expulsión del Museo del Ejército de Madrid, ampliado por Azaña durante la república y posteriormente después de la guerra de Liberación, encerrado de forma aséptica en unos almacenes y salas de un Alcázar de Toledo del que se trata ignorar su pasado heroico; la increíble eliminación de estatuas, lápidas, monumentos, símbolos y recuerdos históricos de toda una época en la que muchos de los sumisos sirvieron con juramentos y todo.

¿Alguien hubiera podido imaginar que aquellos votos posteriores a 1975 iban a provocar estas indignidades? Cuando en aquellos años 50 desfilábamos delante de la estatua del Generalísimo Franco en la Academia General Militar, si alguien nos hubiera dicho: “tú presenciarás cómo esa estatua la eliminan, por orden de los rencorosos vencidos, unos generales que van a pasar por esta misma Academia” ¿lo habríamos creído? . Y no olvidemos que aquel monolito con la cruz y el fusil, en el que ponían coronas de flores los “primeracos” de la Promoción, será sustituido por otro algo más ateo (sin Cruz) e impersonal.

Se cambiarán los nombres de las Residencias de Estudiantes dependientes del Ejército sin una sola nota de disgusto en la prensa militar oficial; se permite los feroces ataques al Valle de los Caídos. Recordamos que en el año 1954 asistimos algunos cadetes de la Academia artillera de Segovia a una concentración de excombatientes cuando el Valle todavía no estaba concluido, veteranos que habían pasado la fría noche entre los bosques en espera de la presencia del Generalísimo Franco. ¿Qué dirían hoy aquellos veteranos? ¿Cuál sería el calificativo más suave sobre esta cobarde “ciudadanía” modelo siglo XXI?

En ese Valle de los Caídos, hace pocos años, una irreconocible Guardia Civil quitaba, por orden de una impresentable delegada del Gobierno, banderas con y sin el águila de San Juan, banderas que eran arrojadas al suelo en un indigno montón sin el menor respeto, ni a la Bandera ni a quienes se las quitaba. Por el contrario, nadie ordenó quitar banderas separatistas catalanas en las entradas al estadio Calderón en la final de la Copa del Rey.

Irreconocible.

Y en la mayor parte de las publicaciones militares oficiales se obviará, ocultará o se pasará de puntillas sobre nuestra Historia reciente. Recordamos a la publicación oficial “Tierra” que en un artículo titulado ”…cuál es la historia del Grupo de Regulares de Melilla nª 52?”, donde, además de olvidar (¡esa memoria!) que en español hay un signo de interrogación delante de la frase, se olvidan de la densa y heroica historia de este Grupo en la guerra de Liberación. Es sólo un ejemplo, porque lo hemos visto también en otra publicación militar con una breve historia de la Guardia Civil.

Y cuando un general o coronel o militar de cualquier graduación se atreva a disentir de la postura maniquea que va contra nuestras mismas Ordenanzas Militares, se quedará más solo que la una y sus compañeros mirarán prudentemente para otro lado. Muy duro ¿a que sí?

Irreconocible.

Si topamos con la Iglesia podríamos salir trasquilados, así que brevemente mostraremos la actitud cobarde y acomodaticia de la Iglesia española, que empuja al Papa para que no se detenga delante del Valle de los Caídos; y que a veces pone pegas para la celebración en algunas ciudades de España de una misa por Francisco Franco y José Antonio el día 20 de noviembre. En Barcelona ha habido años en el que la peregrinación para encontrar un cura y una iglesia era el triste relato sobre la miseria humana. Al terminar la guerra, agradecido por lo que había hecho Franco por la Iglesia, y concretamente con los jesuitas, a los que devolvió todo lo que les había quitado la república, el General de la Compañía de Jesús, un polaco antecesor del Padre Arrupe, prometió a Franco que a su muerte los jesuitas celebrarían 20.000 (veinte mil) misas por su alma…

Hoy España se quiebra. Los partidos políticos, cumpliendo aquello que Franco nos decía hasta el aburrimiento sobre su papel nefasto en la Historia de España reciente, han conseguido crear un monstruito múltiple, pluricultural, plurinacional, insolidario, de egoísmos taifas, de estructuras carísimas… Han conseguido crear un sistema democrático corrupto, y no es que se haya corrompido, es que sin corrupción no funciona. Un sistema en el que pendejos poco votados, aliados con el vencedor en una elección general, son los árbitros de la política española.

Todo viene de aquellos lodos, de aquellas elecciones, de aquellos votos… De aquellas elecciones que con aplausos y puestos en pie (como en tiempos de los procuradores con sahariana blanca y camisa azul), se aplaudía la puesta en la calle, convenientemente amnistiados y pagados, de asesinos etarras y de otras siglas. A partir de ese día de los aplausos, el terrorismo etarra multiplicó por diez sus víctimas. Y la cesión cobarde de todas las riendas en manos de traidores ha hecho de las Vascongadas una región auténticamente separada de España. Son muchos años de presión secesionista, de educación separatista y de abandono a los vascos que se sienten españoles.

Se impone en las escuelas el chirriante batúa, ineficaz e inútil chau chau que nada sirve y que parece llenar de chinchetas oxidadas muchos cerebros braquicéfalos con el RH negativo. Y sus cofrades separatistas (de nacionalistas nada) catalanes, amos del campo que le han dejado los miserables y sucesivos gobiernos españoles, no importa la secta, han conseguido eliminar el español de las escuelas, multar a quien pone carteles en sus tiendas o establecimientos, perseguir a los niños que hablen en español en el recreo… ¿Se sabía esto cuando se lanzó al aire histórico la nueva Constitución “al fin democrática”? ¿Cómo es posible que después de casi treinta años los gobiernos centrales no hayan parado los pies a esta gentuza separatista en el tema del idioma y de la enseñanza? ¿Cómo es posible que haya que pagar más de 500 €, por día de trabajo, a los traductores de idiomas “del Estado” en el inútil y caro Senado? En Escocia, los niños pueden estudiar escocés tres horas a la semana….voluntariamente. Aquí se hace al revés.

Resumiendo: la pitada al Himno Nacional.

Se había anunciado con todo el descaro y con la mayor impunidad y desprecio a la Ley, y se cumplió como estaba previsto. Previamente se insultó clamorosamente con eslogan soez a Esperanza Aguirre, Presidente de la Comunidad de Madrid, que nos suele dar una de cal y a veces algo de arena, pero que es una valerosa mujer que, pese a haberla dejado sola sus propios correligionarios, en este tema del anunciado abucheo al himno acertó un pleno. En realidad, Esperanza Aguirre es todo un solitario símbolo frente a esos aficionados periféricos que son, utilizando un término cervantino, unos auténticos “hideputas”.

Lo sorprendente del abucheo no es que se hiciera, sino que haya quienes hayan querido quitarle importancia, ya se sabe, la “libertad de expresión…”, o diciendo aquello de que la reacción legal contra ese delito multitudinario es imposible. La defensa de la Bandera y de la Unidad de España es considerada por la prensa como cosa de la ultraderecha, esta vez falangista, porque su testimonial rechazo al separatismo en una manifestación en Madrid, que es considerada como simple anécdota sin importancia. La presencia del Príncipe en el estadio, a sabiendas de que se iba a abuchear al Himno Nacional, y su posterior aceptación del abucheo, puede ser considerado un hito vergonzoso en nuestra declinante Historia.

La catástrofe se cierne sobre España. Y es que el “patriotismo” español está hoy en las manos de Casillas y en los pies de Torres o de Iniesta. Si esto falla, si España es eliminada de la próxima Copa Europea de Fútbol, lo mismo da que sea al principio que al final del torneo, España corre el peligro inminente de atomizarse, volatilizarse, desaparecer….

Recemos para que Casillas pare los penaltis, porque de él depende la misma existencia de España

Jesús Flores Thies-Coronel de Artillería retirado

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