Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 29 de agosto de 2013

SOBRE LA DESTITUCIÓN DE GALLARDÓN.

Destitución que imagino pedirá ipso facto el portavoz adjunto del PP en el Congreso, don Rafael Hernando, por los motivos que a continuación explicaré.
 
A propósito de mi comentario de hace unos días -que ustedes pueden encontrar justo aquí debajo- un camarada me decía que le daba demasiada cancha a Gallardón, el cual sólo merece una frase catalogándole entre la fauna a la que pertenece; es cierto, pero a mi me divierte dejar con la popa al viento a los idiotas.
 
En aquél comentario decía que todos los progres -peperos incluidos- estaban de acuerdo en penar con cárcel las apologías diversas de todo lo que a ellos no les gusta. En consecuencia, los tolerantes populacheros quieren entrullar a quien -como yo, señor fiscal, se lo digo por si es tan cortito como su amo- luzca una Bandera de España con el Escudo del águila de San Juan, que es la de la época de Franco, si; pero también la de los Reyes Católicos.
 
Por supuesto, el señor Gallardón no mostraba intenciones de corresponder con la misma legalidad a la exhibición de otros símbolos, como el puño cerrado de los agarracuernos, o -sin ir más lejos- las banderas de la IIª República que tan profusamente lucen comunistas, socialistas, sindicatos marxistas y guarros en general.
 
Y miren ustedes por dónde, el citado señor Hernando declara ahora que considera que formaciones como el PSOE deberían expulsar a sus afiliados si exhiben banderas republicanas, por ser este un símbolo tan "inconstitucional", a su juicio, como la bandera franquista. Y ha añadido -siempre según El Mundo-: Habrá gente que podrá pensar que legítima era la otra, porque ha estado 40 años.
 
Don Rafael Hernando -ya saben, portavoz adjunto del PP- luce cierto desconocimiento de la Historia de España, cosa que tal vez sea consustancial con la política memocrática. En primer lugar, la bandera franquista no es inconstitucional, puesto que con ella se abre la Constitución del 78, y ahí tienen la imagen que lo demuestra. Tampoco ese Escudo está prohibido por ninguna Ley; simplemente, una disposición posterior a la Constitución, lo cambió por el actual, borbónico y desalado.
 
Por otra parte, la Bandera de España a que hace referencia, no ha estado 40 años. Ha sido la Bandera de España desde Carlos III, lo cual supone algunos añitos más. Siglos en los que se ha cambiado algunas veces el Escudo, tanto de lugar dentro de la Bandera como de cuarteles, corona, motivos heráldicos reflejados, etc. Pero la Bandera es la misma desde hace siglos, incluida la Iª República.
 
La que si es plenamente inconstitucional -y anticonstitucional- es la de la IIª República, porque la Constitución, en su articulo 4º, define claramente que la bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
 
En consecuencia, la bandera que don Rafael Hernando llama franquista, no sólo no es anticonstitucional, sino que ni siquiera es ilegal. La de la II República si está en confrontación directa con la letra de la Constitución. Y sin embargo, el señor Ruiz Gallardón no tiene a bien incluirla entre los símbolos a perseguir, ni entre los actos y opiniones que lleven puedan conducir al talego.
 
Por tanto, espero con verdadera impaciencia que don Rafael Hernando -tras afirmar que formaciones como el PSOE deberían expulsar a sus afiliados si exhiben banderas republicanas- eleve a su superioridad, por los cauces que correspondan, la solicitud de destitución del ministro Gallardón, por no considerar esta manifiesta ilegalidad punible en su nuevo Código Penal.
 

martes, 27 de agosto de 2013

SOBRE LA REFORMA DE GALLARDÓN.

Reforma del Código Penal, que al parecer se centra en dar gusto -con perdón- a los fiscales progresistas de los que hablé hace unos días; a los jueces progresistas, a los gilipollas progresistas -disculpen, lo sé, es una tautología- y a los canallas a granel.

El caso es que don Alberto Ruiz Gallardón no se centra en perseguir la corrupción de los partidos políticos, ni de los sindicatos -¿hace falta decir políticos?-, ni de la banca, ni de las autonomías, diputaciones, ayuntamientos, aldeas y retretes con banda de música y banderilla propia. Don Alberto no se centra en que los asesinos cumplan sus penas; en que los delincuentes no puedan salir de la cárcel a delinquir en vacaciones o fines de semana; en que los paidófilos y violadores no puedan repetir sus hazañas durante las décadas que la Ley determine en manera proporcional a sus culpas.

Don Alberto no se centra en penalizar como corresponde la no tenencia de documentación válida de los inmigrantes ilegales; esto es en la misma medida que se penaliza a los autóctonos, para los que no tener el DNI a mano si lo pide la Policía puede ser un lío.

No se centra don Alberto en que los conductores borrachos y con el carnet de conducir retirado que causan muertes, paguen como determine la ley, sin indultos digitales, prevaricadores y, posiblemente, cohechistas.

No se centra don Alberto en garantizar para todos el derecho fundamental de la vida, ni la igualdad ante la Ley con independencia de los órganos genitales que a cada cual correspondan, de forma que si es delito darle una colleja a la mujer, también lo sea mesar los cabellos al marido. 

Y menos aún se centra don Alberto Ruiz Gallardón en defender la libertad de expresión, que consagra el artículo 20 de la Constitución; ese cuyo primer apartado figura en mi cabecera, para advertencia de fiscales, jueces y ministros totalitarios.

No; don Alberto se centra en perseguir la apología del fascismo, el nazismo y -a poco que se le rasque- la Ley de la Gravedad. Así -vean la noticia en Alerta Digital- el señor Ministro Gallardón ha conseguido el apoyo unánime de todos los partidos para que en la reforma del Código Penal -según afirma un barandilla de los fiscales progres-, “la simple manifestación pública de actitudes fascistas tendrá una repercusión penal sobre estos individuos”.

Como los fiscales progres, los jueces progres, los giliprogres en general, no tienen ni idea de nada, carecen de razones y sólo degluten tópicos, está claro que la reforma de Gallardón pretende perseguir -el mismo barandilla de los fiscales progres lo cita- a quien se atreva a ondear la bandera de España que los necios llaman franquista porque lleva el escudo de los Reyes Católicos. O sea, y para entendernos: la misma que aquí, en mi cabecera, pueden ver los lectores, los fiscales giliprogres y el ministro Gallardón. 

Es de suponer que el Ministro Gallardón conocerá muy bien esa bandera, pues a buen seguro en casa de su propio suegro debe haber alguna, si no en presencia viva, en multitud de fotos que José Utrera Molina, falangista que no cambia de bandera y, por tanto, camarada al que respeto y admiro, tendrá como testigos de una vida al servicio de una España mejor. También es de suponer que Gallardón estará pensando en el indulto que habrá de conceder a su hijo, que escribió un prólogo apologético del libro de su citado abuelo.

También permitirá la reforma, por ejemplo, que a quienes gustamos de saludarnos con el brazo en alto y la mano abierta -cosa que viene desde la antigua Roma que nos dejó, entre otras muchas cosas, la Lengua y el Derecho; pero que hay quien afirma que los romanos aprendieron de los hispanos- nos metan un paquete. Cuestión peligrosa, que puede convertir en heroicidad cuestiones tan habituales como saludar a un amigo que camina por la acera contraria -no necesariamente la de en medio-, llamar un taxi o agradecer a otro conductor que nos ceda el paso. 

Por contra el señor Gallardón, los señores fiscales progresistas, los señores jueces progresistas, los señores políticos progresistas, los señores idiotas progresistas, no prevén la menor sanción a quienes se manifiesten con banderas que no sólo lleven un escudo que no es el vigente legalmente -aunque la Constitución si lo tenga como bueno-, sino que son manifiestamente ilegales, inconstitucionales y, si me apuran, prehistóricas, como son las banderas de la Segunda República, tan profusamente exhibidas por comunistas, socialistas, quincemierdas y gorrinos en general. 

Ni que decir tiene, don Alberto y sus congéneres pijoprogres no contemplan punible lo de levantar el puño cerrado, actitud evidentemente amenazadora en toda cultura, todo lugar y todo tiempo, especialmente desde que los seguidores de Carlos Marx lo instituyeron para avisar de lo que le esperaba a quien se opusiera al totalitarismo de los revolucionarios de salón que usaban la canalla -palabras dirigidas por Marx a Engels- para comprobar sus doctrinas.

Y mucho menos se estipula como delito la apología de la guerra santa musulmana, ni las santas costumbres islamistas que predican sus imanes, como lo de sacudir a la coima -con lecciones especiales para que no queden señales-, el asesinato de las muchachitas que pretendan casarse con un no mahometano, o de las que se nieguen a casarse a los diez años con un desconocido.

Tampoco parece interesado el nuevo Código Penal de Gallardón en perseguir la apología de mas genocidio que el de los judíos en la GMII. Así, parecen quedar legalizados los genocidios por razones eugenésicas -los llamados bebés medicamento, por ejemplo, para cuya consecución deben morir muchos embriones viables hasta hallar el que sirva-; por razones hembristas -nosotras parimos, nosotras decidimos; y al hijo de este señor que me fecundó que me lo quiten de dentro, que me estorba-; o por razón del odio a los diferentes -niños con enfermedades-. 

¿Puede desprenderse de esta reforma gallardoniana que entramos decididamente en el camino del totalitarismo marxista, con unas gotitas de islamismo? 

Pues no; si miramos los detalles de la reforma del Código Penal de don Alberto Ruiz Gallardón, aún podemos tener esperanzas. Porque incluye a los que “fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente” al odio por motivos ideológicos, racistas, de religión u orientación sexual, entre otros.

Esto, con la letra del Código en la mano, implica que a los señores fiscales progresistas les esperan de uno a tres años de cárcel si me vienen a tocar las narices por mi ideología Nacionalsindicalista; que a los simpáticos inmigrantes de color -negro- les caerán de uno a tres años si nos vienen a jorobar a los blancos; que los amables musulmanes verán varios años las hermosas filigranas de las rejas si nos dan la murga con sus comidas especiales en los centros públicos -hospitales, colegios, cárceles-; que los homosexuales de los tres sexos se las entenderán con la ley si nos exhiben sus gustos por las calles...

Es más: significa que los blancos, católicos y heterosexuales tendremos, por fin, la protección que la Ley -o al menos su práctica- nos ha negado desde hace décadas.

Y no; no estoy borracho. Para tajada aparente -entiéndame bien, señor fiscal: apariencia de tajada- la del señor Gallardón en cierta ocasión inmortalizada en la tele, que pueden ustedes contemplar pulsando sobre la imagen o siguiendo este enlace.

Así es como se hacen las reformas legales en esta memocracia.

miércoles, 21 de agosto de 2013

SOBRE LOS FISCALES PROGRESISTAS Y SU APOLOGÍA DE LA GILIPOLLEZ.

Ustedes ya saben -y si no lo saben, se lo digo- que progre y gilipollas viene a ser lo mismo. Hay gilipollas que no son progres, porque de todo ha de haber, y en las mejores familias sale un papanatas; pero no conozco un solo caso de progre que no sea gilipollas.
 
Si la afirmación les parece exagerada, tengan la bondad de comprobar la noticia que daba ayer Público -claro ejemplo de lo que les digo- sobre una llamada unión progresista de fiscales, que estudia denunciar los gestos fascistas de miembros y dirigentes de Nuevas Generaciones (NNGG) que han salido a la luz en los últimos días, para advertir de que el "auge" de estos comportamientos "no son una cosa trivial", según ha informado el presidente de esta organización, Álvaro García." Advierte, además, "que los actos de apología nazi y fascista "son delictivos" y "deben ser perseguidos por la Fiscalía y debidamente sancionados".
 
A mi -Nacionalsindicalista desde poco después de la muerte de Franco- me importa una higa lo que hagan o dejen de hacer las Nuevas Generaciones del PP. Según lo veo, y creo no errar en un buen porcentaje, son jovenzuelos que o no saben lo que hacen, o no saben donde están, o ambas cosas, que no hay que poner puertas al campo y la ignorancia es amplia y generosa.
 
Pero a mi, Nacionalsindicalista -o para que los fiscales progres y demás gilipollas me entiendan, Falangista- me parece muy divertido que unos funcionarios públicos, a los que pago con mis impuestos, decidan perseguirme por mis ideas.
 
Ya lo intentó algún Director General de Seguridad de la Segunda Republiquita -con el resultado de todos conocido, incluidos los fiscales progres que no sean demasiado incultos-,  y José Antonio le respondió en el Parlamento comparando la persecución del fascismo -así lo decía para que los estúpidos le entendiesen- era la persecución de una idea y que era equivalente a perseguir, por ejemplo, la geometría euclidiana. El lo dijo con mucha más gracia de la que yo soy capaz de transcribir, y recomiendo la lectura del discurso de fecha 1 de febrero de 1934.
 
Hay por ahí una Directiva Europea que ordena perseguir a cualquiera que haga manifestaciones públicas de intolerancia, de radicalismo o de incitación a la discriminación por razón de las ideas. Como todavía no se ha institucionalizado el derecho de pernada en la UE -ni siquiera en la memocracia que nos acogota- espero que estos señores fiscales progres sean debidamente encausados. No tanto por intolerantes, radicales y discriminadores, sino por prevaricadores y, en último extremo, por imbéciles.
 
Pero como las Directivas Europeas, las democracias europeas, las tolerancias y las legalidades europeas son de sentido único y también, como aquellos gobiernillos segundorepublicanos, beligerantes contra el fascismo mientras el comunismo les roe el calcañar y aún otras cosas, y el islamismo les prepara para ponerles de cara a la Meca, supongo que estos señores fiscales prevaricadores, publicistas, políticos, que no obedecen a la Ley sino a la ideología -y que sólo toleran una ideología, que es la rojiprogre- tendrán un gran éxito persiguiendo el fascismo. Lo que ellos llaman fascismo, entendámonos, que es todo aquello que no era bueno para la IIIª Internacional, ahí es nada qué modernos son.
 
Y como uno, a fuer de español y falangista, tiene su puntito de fanfarronería y su miajita de generosidad, aquí tienen los señores fiscales progresistas toda la apología del fascismo que quieran encontrar. Aquí tienen la imagen del Valle de los Caídos, cruz fascista donde las haya; aquí tienen la bandera española con el águila de San Juan de los Reyes Católicos, fascistas redomados y contrarios a la alianza de civilizaciones zapateril y rajoyesca; aquí tienen enlaces a las publicaciones fascistas que he tenido el honor de dirigir, y a los artículos que durante más de 30 años he escrito haciendo apología del fascismo. Aquí tienen enlaces a otros varios sitios peligrosamente fascistas; y aquí tienen, por último, mi confesión.
 
También podría incluir la advertencia -que no amenaza, porque no es ese el estilo nacionalsindicalista- de que probablemente nos veremos las caras un día de estos, y puede que entonces las cosas sean distintas. Pero eso llegará por sus pasos contados, que algunos vamos viendo y ustedes, como los cenutrios que son, ni se enteran metidos en su burbujita de progremierda.
 
Amén.

miércoles, 14 de agosto de 2013

SOBRE GIBRALTAR.

Tema que lleva coleando un par de semanas, y cuya ausencia en este diario habrá sorprendido a mis habituales. No había dicho nada por dos motivos. Uno, que estoy recuperando mis viejos y buenos hábitos de programar, lo que me sumerge en un mundo perfectamente lógico, totalmente racional, absolutamente consecuente. Abismalmente alejado, por tanto, de la porquería cotidiana, de la cotidiana mentira.

Otro -el principal- que no me lo creo, y a continuación me explicaré. 

No me creo que a estas alturas, Rajoy y sus mangarranes sientan la llamada patriótica, ni el recordatorio de la dignidad, ni el peso de la Historia. Menos, aún, que hayan notado que España limita al Sur con la vergüenza de Gibraltar.

No me creo que la enésima afrenta, la enésima provocación, la enésima desfachatez de los llanitos haya colmado ningún vaso.

Y menos aún me creo que este Gobierno -con esta oposición y con estos cabritos aldeanos- vaya a llegar a las últimas consecuencias. Últimas consecuencias que no son bélicas, evidentemente, porque entre otras razones tampoco tenemos con qué. Pero últimas consecuencias que son, en buena lógica, la aplicación rigurosa de la legalidad vigente.

En el tema de Gibraltar hay un tratado internacional y varias resoluciones de la ONU. El Tratado de Utrech prohíbe terminantemente la comunicación por tierra entre el territorio usurpado por Gran Bretaña y el resto de España; las resoluciones de la ONU dejan claro que Gibraltar es un territorio ocupado y colonizado, y recomiendan el establecimiento de negociaciones para determinar la descolonización.

No hay más legalidad vigente al respecto, y la postura lógica del Gobierno español sería aplicarla a rajatabla, lo cual conllevaría el cierre absoluto de la verja, en primer término. Igualmente conllevaría el cierre del espacio aéreo español para aeronaves con destino u origen en Gibraltar, la negativa a dar soporte técnico de control aéreo a las mismas, y la expulsión de las aguas territoriales españolas, puesto que el Tratado de Utrech no se las reconoce a Gibraltar.

No tiene, pues, derecho el gobiernete colonial llanito ni a arrojar bloques de hormigón ahora, ni a arrojar en los pasados meses miles de toneladas de tierra, con el fin de ganar territorio al mar. No tiene derecho a mantener un aeropuerto que está en territorio español, ni a navegar su contrabando por aguas españolas.

Esa es la única política posible: cumplir el Tratado de Utrech, en tanto el Gobierno británico -no el llanito, que no tiene voz, ni voto, ni vela en entierro- no se avenga a negociar la descolonización ordenada por la ONU.

Política acompañada, en lo interior, con la necesaria creación de empleo para todos los españoles que a día de hoy han de pasar a Gibraltar para ganarse un pan que la democracia -no se olvide que cuando se cerró la verja en los años 60 se estableció un Polo de Desarrollo en La Línea- les niega.

Y política acompañada, en lo interior, con la inmediata disolución de partidos que, como ERC -véase El País- muestran su apoyo a los llanitos en contra de España.

¿Va a hacer esto el Gobierno del señor Rajoy? ¿O se la va a envainar si consigue aplacar los escándalos de financiación irregular de su partido? ¿Va a llegar hasta el final, empezando por proteger a los trabajadores españoles de la zona, o los dejará -una vez más- en la estacada cuando ya no le sea rentable mantener la presión? 

Pues ahí tienen el por qué empecé diciendo que no me lo creía.

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