Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 27 de abril de 2011

SOBRE UN "CLASICO" QUE NO LO ES.

Los medios de comunicación, tan afines al topicazo que les abarata la tarea, llevan semanas hablando de clásicos.

Es una forma de llamar a los enfrentamientos entre el Barcelona y el Real Madrid, acaso válida para la Liga. No tanto para la Copa, donde hacía muchísimos años que no se encontraban.

Y, desde luego, no se puede decir que una eliminatoria entre estos dos clubes sea un clásico de la Copa de Europa. Menos aún en su actual formato de Liga de Campeones, donde -si la memoria no me falla, que creo que no- sólo se han enfrentado en una ocasión, con clara victoria madridista.

Lejos de mi ánimo convertir este diario en altavoz futbolístico. Lamentablemente, a mi generación -y a las posteriores- se nos ha obligado a dividirnos en función de cosas mucho más serias que un equipo de fútbol.

Simplemente quiero dejar constancia -a fuer de madrididista confeso, y a riesgo de tener que comerme mis palabras mañana, cosa nada imposible-, de mi opinión respecto al partido de hoy.

Y lo que pienso es que la Copa de Europa es algo distinto a la Liga española -española, pese a que a algunos barcelonistas les fastidie-, y el Real Madrid se transforma en esta competición. En Copa de Europa el Madrid aparta los complejos y es capaz de barrer a quien se tercie.

Para los topiqueros de siempre, aquellos de las Copas en blanco y negro, baste recordar que el Real Madrid lleva en color tantas como el Barcelona. Las tengo grabadas, por si la memoria de algunos no supera las 24 horas.

¿Esto representa una igualdad entre ambos? Pues no: lo que significa, es que el Barcelona es un recién llegado a una competición en la que el Real Madrid ya había señoreado seis veces con anterioridad.

En definitiva: que si las payasadas del señor Mouriño no han terminado con el espíritu del Real Madrid, hoy sacará su cara europea: la de los viejos Tercios.

Amén.

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