Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 30 de julio de 2013

SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE ANASAGASTI.

Libertad de expresión avalada por el Tribunal Supremo -véase Público- que le permite decir al citado individuo que "lo que mejor podían hacer con el Valle de los Caídos, previo al hecho de sacar los restos de los allí enterrados, era volar todo". 

Para el mínimo Tribunal Supremo, estas palabras de Anasagasti -que perpetró en un artículo publicado en Deia- no incitan al odio ni a la violencia, ni contienen "de por sí un contenido vejatorio ni discriminatorio". Para el Tribunalillo, de la manita con la Fiscalía y de acuerdo con la doctrina del primo de zumosol del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, afirmar que hay que dinamitar un templo consagrado como Basílica es cosa de simple opinión.

Como el fulano Anasagasti -en el mismo artículo- decía que "Madrid limita al sur con una vergüenza mayor, el Valle de los Caídos, con Franco dentro", me considero eximido de presentar más prueba de que Anasagasti es un indocumentado, un necio, un inculto y un tonto. Porque todo el mundo sabe que el Valle de los Caídos está al norte -noroeste, por mayor exactitud- de Madrid.

Pero esta declaración del prevaricador supremo sobre la libertad del tontiloco para hablar sin saber de qué, sin saber con qué, y sin saber por qué, me va a permitir decir otras cuantas cosas acogiéndome al mismo derecho.

Así, espero que señor fiscal incompetente de guardia y -llegado el caso- en tribunalillo prevaricador que corresponda, entiendan que las declaraciones que siguen son "opinables, evaluables y cuestionables, pero se hallan dentro de los límites de la libertad de expresión, y desde luego no entran dentro del perímetro de cobertura de la norma penal que cita la parte querellante (art. 510 del C. Penal)". 

Por tanto, espero que no sea considerada violencia, ni incitación, ni vejación, ni discriminación, la sugerencia de que lo mejor que se podría hacer con el alopécico vergonzante Aasagasti, es meterle un cartucho de dinamita por el camino recto, y explotárselo -por control remoto, para quedar al resguardo de la mierda-, previo sirenazo de aviso, como suele hacerse con las demoliciones de lo viejo, caduco, desfasado e inservible.

Entiendo que en este mundo tiene que haber de todo -hay gente p'a tó, que dijo El Guerra cuando le presentaron a Ortega y Gasset como filósofo-, y así la infinita bondad de Dios Nuestro Señor permite que existan los Unamuno y los Anasagasti; las águilas y las cotorras; los halcones y los buitres; que usemos el mismo idioma Rafael García Serrano y yo. 

Pero también que coexistan los Anasagasti y los paramecios; los Anasagasti y los batracios; los Anasagasti y las hienas; que haya cabras, cabritos, cabrones y Anasagastis.

Todo ello, por supuesto, sin -como indica el tribunalillo ínfimo- vejar ni discriminar, y ruego me disculpen por la asociación con Anasagasti los paramecios, los batracios, las hienas, las cabras y los cabritos. Los cabrones no, que vienen a ser lo mismo. 

domingo, 21 de julio de 2013

SOBRE LA NUEVA ESTAFA DEL GOBIERNO.

Probablemente, ustedes habrán observado que los edificios de nueva construcción están coronados por una batería de paneles solares. Esto no es una concesión del constructor al ecologismo, no es un guiño al comprador sensibilizado, no es una oferta de ahorro: es una obligación desde que se aprobó hace unos años el Código Técnico de Edificación.

Pues ahora, cuando ya los edificios nuevos han incluido paneles solares, y muchos antiguos se han adaptado instalándolos para ahorrarse unos euros, viene el Gobierno con los aumentos. Concretamente, con la subida del peaje de respaldo que se pagará por generar energía en un domicilio, y que será un 27% más alto que si se opta por el consumo convencional y se abona el peaje por el uso tradicional de la red, según informa El País.

Dicho en román paladino: que si usted se produce su propia energía -pagando un buen precio por los paneles, evidentemente- tiene que pagarle a las empresas eléctricas más que si toma la corriente de la red sin más.


¿No les recuerda esto el invento de la gasolina sin plomo, mucho más barata que la normal hasta que ya todos los coches tenían que utilizarla por narices?

Nada nuevo bajo el sol, nunca mejor dicho. Hay que ayudar a los amiguetes -esos mismos que se quejan de no se qué déficit tarifario, pero cada año tienen ganancias multimillonarias-; y si encima cobramos el IVA sobre la estafa, mejor.

sábado, 20 de julio de 2013

SOBRE LA NUEVA GARZONADA.

Nueva hasta el momento, que nunca se sabe hasta qué extremos de bufonez puede llegar este condenado ex juez.

Dice ahora -véase El País- que como el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, era militante del PP, debe ser anulada la decisión sobre el recurso que Garzón presentó contra su condena.

Y esto lo dice un señor que fue de número dos de Felipe González Márquez en las listas del PSOE por Madrid.

miércoles, 17 de julio de 2013

18 DE JULIO.

Érase un país carcomido por la corrupción, naufragando entre la incapacidad y la desidia, hundido en la cobardía. Érase un país donde las instituciones estaban llenas de miserables, de apocados, de traidores, de incapaces y de chulos. Érase un país donde cada región, y cada reyezuelo, y cada tribu, y cada aldea, y cada retrete, querían tirar por su lado, renegando de la unidad que les daba sentido.

Érase un país donde los pobres eran cada vez más pobres, los ricos más ricos, los sinvergüenzas más canallas y los criminales más impunes.

Érase un país donde los señoritos de izquierda no entendían de más libertad que la que les caía en la entrepierna, y los señoritos de derechas no conocían más principios que los que les salían de las cuentas corrientes.

Érase un país donde recordar con orgullo la historia patria era claro signo de fascismo, donde la Universidad estaba entregada a la horda asiática, donde la Justicia estaba entregada a la política y donde la política se vendía al mejor postor.

Érase un país... ¿a que están pensando que hablo de España hoy? Pues no; hablo de la España de 1936. Entonces, toda aquella podredumbre tuvo fin, y el fin comenzó un 18 de julio.

Evidentemente, este 18 de Julio de 2013 no va a suponer el fin de la miseria, la podredumbre y la apatía. Pero iguales causas tienden a producir idénticas consecuencias, y la esperanza es lo último que podemos perder. Al menos, hasta que tengamos los santos cojones de ponerle un buen cirio a Sanseacabó.

lunes, 15 de julio de 2013

SOBRE LA MUJER DE CESAR.

Suele verse escrito el dicho -más o menos- como que la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino que debe además parecerlo.

 

Esto es inexacto, y así me lo hizo saber un lector de La Nación con ocasión de haberlo escrito como antecede en un artículo. No se trata -decía mi comunicante- de un dicho aplicable a un César indeterminado, sino al propio Julio César que dio nombre al cargo. Y la historia -continuaba- sucedió cuando las habladurías comentaron que la mujer de Cayo Julio mantenía relaciones inadecuadas con un íntimo amigo de César. Este aseguró que confiaba plenamente en su mujer y en su amigo, y afirmó que las habladurías eran falsas. Después, se divorció de su mujer, aduciendo que no sólo debía ser honrada, sino parecerlo.

 

Bien, discúlpenme la referencia entre lo histórico y el cotilleo de sociedad, y díganme si don Mariano Rajoy, por muy honrado que sea, no debería parecerlo un poquito más.
 

lunes, 8 de julio de 2013

SOBRE LA JUSTICIA QUE FUNCIONA.

"España ha demostrado ser un país serio, en el que si perseveras, la justicia funciona".
 
Esto es lo que dice el ciudadano británico Keith Rule, tras conseguir -luego de cinco años de pleitos- la devolución de 53.434 euros que había dado como anticipo para la adquisición de una vivienda que no se llegó a construir. La historia la cuenta El País, y les recomiendo la lectura para hacerse con el cuadro.
 
El caso es que, tras buscar legislación aplicable a su caso, logró encontrar una Ley que protegía sus derechos y que surge -como dice la norma en su propio texto- por "la justificada alarma que en la opinión pública ha producido la reiterada comisión de abusos, que, de una parte, constituyen grave alteración de la convivencia social y, de otra, evidentes hechos delictivos".
 
Dicha Ley exige al promotor la devolución del dinero y obliga al banco donde se ingresan esas cantidades a garantizar que se dedican a la construcción de las viviendas prometidas.
 
Una ley perfecta para garantizar que promotores sinvergüenzas no nos van a estafar ¿verdad? Ahora, con tanto desahucio, con tanta hipoteca leonina, con los intereses usurarios, con tantas buenas gentes como se están quedando sin hogar, esta Ley es un soplo de aire fresco.
 
Tiene, sin embargo, un defecto. Grave. Muy grave. Es la Ley 57/1968.
 
Si, eso es: de la época de Franco. Cuando la justicia funcionaba.

jueves, 4 de julio de 2013

SOBRE EL HUNDIMIENTO DEL MUNDO CIVILIZADO.

Hay ocasiones en que el espectador de un acontecimiento tiene constancia de estar viviendo un hecho histórico. Hay ocasiones en que sólo el paso de los años, tal vez decenios, permite señalar un acontecimiento como frontera entre épocas.
 
Hay otras en que entre el hecho inicial y el final de una transformación, media un tiempo largo, que sólo al cabo de los siglos se entenderá como algo ligado. Así -por no irnos a las guerras europeas de cien años o de veinte, que antes estudiábamos en una lección y ahora ni siquiera se estudiarán- tendríamos la Reconquista española.
 
A riesgo de resultar pedante, tengo para mí que el hundimiento de la civilización occidental comenzó en la farsa de Nuremberg, donde los vencedores -uno de ellos antiguo cómplice de los supuestos crímenes- juzgaron a los vencidos por delitos no tipificados anteriormente a la comisión de los mismos. Esto, que hubiera horrorizado a los creadores -españoles- del derecho de gentes -esto es, el Derecho Internacional que rigió las relaciones entre los Estados durante unos quinientos años-, pudo ser el pistoletazo de salida que marca la carrera hacia una nueva barbarie, en la que toda guerra es justa si se gana, y en la que el único crimen de guerra que no se perdona es la derrota.
 
Han hecho falta, tras aquella vergüenza de Nuremberg, casi tres cuartos de siglo para que otro hecho -aparentemente irrelevante- pueda servir de punto final a la transformación de la civilización en barbarie. Evidentemente puedo equivocarme -lo más seguro es que lo haga- pero tengo la impresión de que la escala obligada del avión presidencial de Evo Morales en Viena, a cuenta de la negativa a permitirle el paso por su espacio aéreo varios países europeos, puede ser ese punto final del mundo que hemos conocido.
 
Sabido es que el señor Morales no es santo de mi devoción, que en ocasiones diversas he escrito que me parece un fantoche, un mentiroso, un indocumentado y un payaso. Pero ahora no tengo más remedio que darla la razón cuando dice -véase La Gaceta- que esto no es una provocación a Evo Morales, sino a Bolivia y a toda Latinoamérica. Es una agresión a América Latina de algunos países europeos.
 
Bien; salvando la gilipollez de la América Latina, don Evo -probablemente sin saberlo- acierta de pleno. Porque nada -al menos en tiempo de paz- justifica la prohibición al avión presidencial de un país de surcar el espacio aéreo de otro.
 
Además, este tipo de aeronaves -como los buques de guerra y las embajadas- gozan de extraterritorialidad, y por mucho que se pueda imaginar que en ellas viaja un perseguido, nada justifica la vulneración de tal privilegio consagrado en el -quizá extinto- Derecho Internacional.
 
Por lo tanto, este hecho -si se quiere, menor- de la retención del avión del Presidente boliviano, nos hace entrar de lleno en una nueva etapa en la que -arrojada toda careta de legalidad- la real gana de los poderosos impone sus deseos sin disimulo.
 
Se me dirá que siempre ha sido así. Y responderé que en la España imperial, el monarca más poderoso de su tiempo no sólo respetaba, sino que inventaba el Derecho de Gentes para poner coto a su santa voluntad. Claro, que aquél rey era Carlos I y el mascarón de proa del imperio de hogaño es un cómplice de asesinatos múltiples y de descarados robos cometidos por sus huestes.

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