Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 14 de enero de 2014

SOBRE EL POLVO MORDIDO.

Decía ayer La Gaceta que un tal Pernando Barrena -filoterrorista etarra- afirmaba que la manifa separatista y proterrorista del sábado anterior había sido "un ejercicio de judo" con el que los vascos hicieron "morder el polvo a Madrid".
 
Dejando a un lado que lo que este fulano y La Gaceta llaman vascos ya serían baskos -o sea, para aclarar, los aldeanos cazurros del separatismo- cosa que no suelen saber distinguir y que tiene su importancia, lo cierto es que el comentario del Barrena acierta en lo principal.
 
Gracias, sobre todo, a los sucesivos gobiernos españoles -desde el tahur Suárez al pasmao Rajoy- los vascos han ido haciéndose mas baskos; esto es, más separatistas, más terroristas y más criminales. Véase el resultado de las últimas elecciones de la autonomía vascongada como mejor prueba.
 
Y lo cierto es que todo lo que hacen los baskos es un pulso a Madrid -esto es, a España- que van ganando por goleada. Sobre todo, porque en Madrid -o sea, en España- no hay lo que tiene que haber para hacer lo que hay que hacer.
 
Y que es, ni más ni menos, que -ellos son los que emplean este lenguaje, conste- hacerles morder el polvo a los separatistas. Ni que decir tiene que con la Constitución en una mano, y el Código Penal en la otra. Y explicándoles las cosas muy bien y, si hace falta, en su mismo idioma.
 
El 9 mm Parabellum, digo.
 

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