Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 12 de septiembre de 2010

SOBRE PROHIBICIONES, ESPONTANEIDADES Y DESCUBRIMIENTOS.

Prohibición por la Audiencia Nacional de la manifestación proetarra y rojoseparatista que, dice Público, Batasuna había acatado, porque son buenos chicos, respetuosos con la Ley.
Otra cosa -evidentemente no relacionada con lo anterior- es que al prohibirse la manifestación rojoseparatista, se haya producido -comenta El Mundo- "una manifestación espontánea, que incluso respetaba los semáforos y caminaba por la acera."
Lo dicho, que respetuosos con la Ley y hasta con las señales de tráfico, qué buenos chicos son estos asesinos. Lo único que han hecho ha sido ponerse a andar en torno al ex consejero vasco de Justicia, Sabin Intxaurraga, insultar a la policía autónoma, gritar en favor de los presos etarras y luego dispersarse sin mayor novedad.
Bien: no supone novedad, desde luego, que los ex consejeros -y sin ex, también- se pasen las prohibiciones de la Audiencia Nacional por el forro de la chapela, ni que la gentuza grite a favor de ETA.
Tampoco supone novedad que se organicen marchas espontáneas, y todos sabemos de la espontaneidad que surge como florecillas en el campo en diversas circunstancias, verbigracia en los días posteriores al 11-M.
Lo que si parece una novedad, es que -en entrevista de El Imparcial- don Marcelino Mayor Oreja afirme que Eta "no sólo es una organización terrorista, es un proyecto político de ruptura"
De verdad, don Marcelino, qué lentito es usted para entender las cosas que eran evidentes hace cuarenta años. ¡Y cuantos problemas nos podríamos haber ahorrado si eso mismo lo hubiera dicho -de forma que en su partido, aún más lento que usted, lo entendieran- hace unos años.
Cuando gobernaban ustedes, sin ir más lejos.

SOBRE LA DIADA.

Esto es, la celebración masoquista de los separatistas catalanes, que es que hay que ser gilipollas para festejar las carreras en pelo sufridas, y eso nos da clara idea de la catadura moral e intelectual de estos mamarrachos.
El caso es que -como de costumbre- los aldeanos rojoseparatistas se han divertido -dice Minuto Digital y de ello me avisa mi camarada Lobo Ibero- quemando una foto del Rey -cosa que como ya sentenciaron los Tribunales no constituye delito-, una Constitución -cosa que deberíamos hacer todos, no sólo por lo chapucera que es, sino porque no se cumple en nada-, y una Bandera de España.
Lo de la foto del Rey, ya digo, no es delito; es una forma de libertad de expresión. Lo de la Constitución, habida cuenta de que todos han puesto como chupa de dómine al pastor estadounidense que pretendía quemar el Corán, debería dolerles más a los capullos que en ese bodrio tienen su referencia. No es el estilo Nacionalsindicalista el de quemar libros, pero ya nos ocuparemos undía de estos de poner la Constitución del 78 donde le corresponde; es decir, en la Biblioteca del Congreso, en el estante de los errores superados.
Lo de la Bandera pienso, en cambio, que acaso merecería la atención de los señores Fiscales, que de España cobran sueldo, y cuya legislación deben aplicar y defender.
Temo, no obstante, que ninguno se sienta motivado para actuar, lo cual nos faculta para -no dentro de mucho- hacer lo propio con los señores fiscales: esto es quemar sus nombramientos, como patentes prevaricadores que son.
Por supuesto, tampoco espero que el Capitán General de la Región Militar -o como le llamen ahora al puesto-, diga estas estrellas de cuatro puntas son mías, porque esas sólo las usan para pedir a mamaíta Chacón que empapele a un compañero de armas que les ha cantado las verdades a la jeta.
Habrá que tomar nota, que la memoria es débil a veces, y a algunos aún nos inspira respeto el uniforme, no por quienes lo llevan hoy, sino por quienes lo llevaron antaño.

SOBRE EL ARRESTO DEL GENERAL PIÑAR.

El que ha confirmado el Tribunal Supremo, de 30 días, por -dice La Gaceta- haber escrito en 2008 a los miembros del Consejo Superior del Ejército, afirmando que los miembros de ese órgano --integrado por la cúpula del Ejército-- de haber logrado una institución "ciega, sorda, muda (...) sumisa y desvertebrada" por aplicar "la política del avestruz".
Y añadía que la cúpula militar silenciaba con su actitud "el amor a España, nuestra historia, la bandera, el reconocimiento a nuestros héroes (...) en discursos excesivamente acomodaticios"
De todo lo cual, se deduce que un militar -aunque sea en la reserva- no puede decir esas cosas ni siquiera en privado. Y de todo lo cual, deduzco que, como a mí no me es de aplicación el regimen disciplinario de las fuerzas armadas, es el momento de afirmar que suscribo lo dicho por el General Piñar, y de recordar aquello de las plumas blancas.
Porque es evidente que en la actualidad, lo que no es aplicable es aquél par de versos (la milicia no es mas que una / religión de hombres honrados) del soldado poeta Pedro Calderón.

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