Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 20 de septiembre de 2012

SOBRE LA OPORTUNIDAD PERDIDA.

Oportunidad histórica perdida, según ha dicho el señor Mas -funcionario del Estado español-, tras oír de don Mariano Rajoy -véase El Mundo, por ejemplo- que el Gobierno "no tiene margen" para negociar el pacto fiscal y que los otros partidos "no lo verían bien".

Poderosas razones las de don Mariano: el qué dirán. Eso, en tierra de garbanzos, es lo que se llama echarle un par.

Poderosas razones, también, las de don Arturo Mas, para quien lo que él llama sentido nacional de Catalunya -Cataluña es otra cosa, ya saben- "no lo cambiaron ni las dictaduras." Esta afirmación me congratula, porque si el propio dictador del separatismo obligatorio lo reconoce, aún puede haber solución. Por supuesto, lo que el señor Mas llamará dictadura -que ya se sabe que nunca ha existido otra que la de Franco- no cambió nada de Cataluña. No hacía falta porque Cataluña había acabado hasta más allá de la punta de la barretina de ustedes, y acaso sea momento de recordarle a don Arturo que George Orwell se inspiró para su Granja de animales -primer título de Rebelión en la granja- en la Barcelona de 1937-38.

Para que usted, señor Mas, y sus cenutrios de compañía, se enteren, ahí tiene una foto -pulse sobre ella para verla bien- que deja bien claro lo que opinaban los catalanes -que no catalans- de Franco, y de la persecución del catalán por el susodicho.

Pero, cada cosa lo que sea, tiene razón el señor Mas: se ha perdido una oportunidad histórica. La de haberle arrestado por incumplir la Ley de Banderas, al lanzar su queja lacrimosa acompañado de la bandera de su región en ausencia de la de España, y haberle llevado a la Comisaría más cercana, donde le podrían haber tenido 72 horas en remojo antes de ponerle a disposición judicial.

SOBRE LA RECEPTACION DE RAJOY.

Que si, que no me he pasado de listo ni de finolis; receptación -segunda acepción del verbo- que protagonizará hoy con el señor Mas, que viene a vender lo robado, a chantajear y a chulearse.

Como don Mariano es hombre de palabra -de muchas, eso es lo malo- le dirá a don Arturo que va a cumplir la Constitución si hay lugar, como afirmó ayer en el Congreso. Este si hay lugar deja mucho lugar a las dudas. ¿Quiere decir que la cumplirá si el señor Mas lo deja? ¿Quiere decir que aún está haciendo el Tancredo? ¿Quiere decir que no sabe si va, si viene o si se ha quedado? ¿O quiere decir que la cumplirá si se le antoja?

Usted, señor Rajoy, es un alto funcionario -interino- de la Administración del Estado, elegido a dedo por los votantes. El señor Mas, es un funcionario -interino- de la Administración del Estado, elegido igualmente a dedo por los votantes. A cualquier funcionario -de oposición-, la actitud chulesca, insubordinada, delincuente, del señor Mas le supondría un inmediato expediente disciplinario por falta grave, con la separación del servicio; ello, sin mengua de lo que tuvieran que decir los tribunales de Justicia. Su afirmación, señor Rajoy, de que cumplirá la Constitución si hay lugar, sería igualmente motivo de expediente.

Pero, mientras llega el momento de meterles el expediente que merecen me gustaría, señor Rajoy, ofrecerle una idea. Ya que viene el funcionario -interino- de la Administración regional, señor Mas, a saludarle, le sugeriría que invite a otro contertulio a la reunión. Me explicaré.

Usted, señor Rajoy, seguramente no lo sabe; su ministro de Defensa probablemente tampoco, pero para eso tienes a sus JEMAD, sus JEMES y sus jeleches. O a sus chivatos de día. Pero hoy, don Mariano, quedaría usted muy requetebién si recibiera una representación de La Legión, dado que tal día como hoy se celebra su creación.

Con un pelotón bastaría.

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