Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 10 de abril de 2009

SOBRE LA LEGION, TAL DIA COMO AYER.

Algo quería haber escrito sobre La Legión y sobre su Cristo de la Buena Muerte. Algo quería haber dicho sobre la mala muerte a que están sometiendo a La Legión, desguazándola, asesinándola a trozos, casi como uno de esos niños que son despedazados antes de nacer. Algo quisiera haber dicho, pero mi camarada Arturo Robsy ha dado antes -y mejor- con el tono justo y la palabra certera.
Aquí les dejo con él, y eso salen ustedes ganando:
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DIOS Y LA FUERZA EN MÁLAGA
He podido ver, un año más, la procesión del Jueves Santo en Málaga. Por Intereconomía esta vez. Qué relajado, qué pacífico, qué seguro he quedado. Como bendecido.
Demasiados no comprenden que muchos otros podamos resultar heridos por la luz más alta y abierta. Pero cuando se ve a la fuerza armada, a la fuerza verdadera, a los infantes de marina y a los legionarios, impasibles, sin mover una pestaña, y, a la vez, emocionados hasta lo hondo, seguir a Dios por esas calles, cantar a Cristo y a la Virgen, levantar en vilo a su protector, el de la buena muerte, siente una seguridad que aplasta la angustia.
Mientras las gentes de armas canten a Dios, nada hay que temer. El universo gira como debe y el hombre sabe por qué. El soldado tras de Cristo es, sencillamente, civilización. Y Honor. Ahí hay una de las grandes claves de la Redención. El poder cierto se inclina. El falso, se indigna.
El primer "gentil" que rindió honor al Cristo era un oficial romano que entendía: ¡mandas, te obedecen! Di que mi sirviente sane, y sanará. Di que España sea, y será una vez más.
En estos momentos siento como si el mismo Cristo -Cristo valiente y confiado- hubiera dicho a cada soldado que, sin duda, sufría al dar honores hora tras hora y cantaba, "No temáis." Nadie teme si Dios anda por medio. Daría un brazo si ese brazo pudiera llevar en vilo, por unos minutos, al Cristo agónico que resucitó luego. Y morir en paz después. A salvo.
Jueves Santo y Redención; soldados y Dios juntos. ¿Qué pensarán los que miran bajo? Nunca dirán que allá arriba está la luz. Pero está.

Arturo Robsy
Con respeto, me río de los soldados de la Guardia, en Buckingham, famosos por permanecer en su lugar, como ajenos. Tienen qué aprender y dónde. Ni el corazón se movía en las compañías que he podido ver. Acero con alma. Ahí es nada.
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Pues eso, Arturo. Acero con alma, nunca mercenario, nunca amotinado, siempre listo, siempre heróico. Porque llevan en vilo a Cristo, y en la Buena Muerte confían, novios al fin.
Ni los de Buckingham, ni ningunos. Porque todos ellos, a la postre, guardan y homenajean a un señor que se les va a morir. La Legión no; La Legión rinde honores a la Vida, con esta insuperable gallardía, hecha estoicismo; y a la Muerte -la buena- que llega sin dolor porque lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
Aquí están, aquí mismo, rindiendo honores a su Capitán:

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