Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 27 de agosto de 2015

SOBRE NO SER FASCISTA.

Al hilo del comentario precedente, y dada la contumacia falsaria de los medios de intoxicación social, habrá que hacer una puntualización.

Puntualización sobre aquellos medios, aquellos estúpidos y aquellos mamarrachos que condenan la agresión a Inmaculada Sequí, la presidenta de Vox en Cuenca, porque "Vox no es fascista". Lo cual, ajustando el concepto en sentido contrario, viene a decir que si Vox fuera fascista, la paliza a doña Inmaculada habría estado bien.

Esto nos deja -a los que si somos fascistas, dicho sea de este modo para que los gilipollas entiendan- al descubierto de la supuesta protección de las leyes y del Estado de Derecho. Para los blanditos de centro y de derecha, no hay nada malo en la violencia contra los fascistas; para los cabrones rojeras o rositas, a los fascistas se les puede agredir.

Y esto, que a los demócratas liberales, a los tolerantes de topicazo, a los pacíficos de plastilina, a los dialogantes de esfínter complaciente y a los gilipollas sin graduación les parece bien, porque también ellos están contra el fascismo -aunque no tienen ni puta idea de qué será eso- a mi, ya ven ustedes qué cosas, me parece incluso mejor.

Ellos son los que dejan las cosas claras; ellos -los tolerantes, los blanditos, los nichichanilimoná, los borregos- nos cargan de razón.

Y a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Amén.

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