Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 21 de mayo de 2009

SOBRE EL VOTO Y LAS DIVISIONES.

En un comentario de hace alguna semana -a propósito de la inutilidad del voto al PP-, hice público mi propósito de votar AES en las próximas elecciones. A ello respondió el amigo Txiripitiflautiko proponiendo como candidato al voto al Frente Nacional, y -como no podía ser menos- respeté su opinión y quedó reflejada sin cortapisa alguna.
En comentario de hace unos días, que trataba acerca de los buenos rendimientos económicos que podrían haber obtenido hombres como Blas Piñar, Raimundo Fernández-Cuesta o Rafael López-Diéguez, de ser su objetivo beneficiarse de la política, también Txiripitiflautiko expresó su idea al respecto. Idea contraria a la mía, porque el considera que "ese que cito" es un "gilipollitas meapilas" y yo no lo veo así.
Ahora -con la petición de que, si es menester, dialoguemos cuanto sea necesario, pero no faltemos al respeto ni caigamos en el insulto- voy a explicar por qué votaré a ALTERNATIVA ESPAÑOLA y no a otro partido de índole nacional.
Y voy a votar AES porque creo que es el movimiento que hace mayor hincapié en las cuestiones que -para mí- son fundamentales hoy día. Defiende sin complejos la religión y la moral católica, la familia -ni tradicional ni leches; la familia que es una y sin apellidos-, el sentido trascendente de la vida humana, y la dignidad de la persona. Creo que estos principios básicos son los pilares sobre los que construir la sociedad que queremos, y condiciones sine qua non para la misma existencia de España.
La Norma Programática de la Falange dejaba bien definida la postura en este tema: separación de Iglesia y Estado, aconfesionalidad de este, pero inspiración católica de las Leyes. Familia como punto fundamental de la sociedad, hasta el extremo de considerarla una de las vías orgánicas de participación.
Quiero, como decía José Antonio una España alegre y faldicorta. Distante, por tanto, de la mojigatería hipócrita y de la golfancia despatarrada.
Y para que exista esa España, tiene que ser católica. Ojo: no confesional; sino inspirada en lo que ha hecho de España lo que es. La prueba está en que la destrucción de España -de la España que queremos, enraizada en su Historia y fiel a sí misma- se acomete desde los flancos de la moral, porque el envilecimiento de los españoles es paso necesario para el trucidamiento de la Patria.
No quiero decir con esto que otros partidos no defiendan estos mismos principios. Sólo digo que en AES los veo mejor reflejados como a mí me parece necesario. Esta es mi opinión y no creo faltar a nadie si la expreso, para que la lea quien lo desee.
En el tema concreto del voto al Frente Nacional que propone Txiripitiflautiko, confieso de entrada que desconozco lo suficiente de este grupo como para no poderlo juzgar. He leído algunas cosas, unas favorables y otras no tanto, pero ni tengo información para discutirlo, ni la menor intención de entrar en polémicas.
Si conozco, en cambio, lo suficiente de cómo son las cosas entre los partidos nacionales para, precisamente, rehuir las discusiones. Mi militancia política se inició en 1977, lo cual indica que -pese a las sequías- ha llovido bastante. He pasado por varios sitios y terminé la militancia activa en Juntas Españolas, proyecto que surgió cuando no había otra cosa mas que grupúsculos perdidos y enzarzados entre sí, y que pareció servir de aglutinante para que todos hallaran enemigo común. Estuvimos abiertos a todo diálogo, y se nos negó el pan y la sal por la mayoría, que prefería su pequeño chiringuito de purismo acendrado. Lo digo sin rencor, pero con la certeza de no errar. Formé parte de aquello a cierto nivel de responsabilidad, y lo recuerdo con la satisfacción de haber hecho cuanto pudimos y -de hacer caso a los enemigos- haberlo hecho razonablemente bien.
No quiero presumir ni de antigüedad -de eso sólo presume el que tiene suficientemente pocos años, pero llegados a cierta edad es triste presunción-, ni de experiencia, ni de logros. Probablemente tengo en mi haber más errores que aciertos, o al menos así lo veo. Pero si algo he aprendido desde aquél lejano 1977, es que quien mantiene vivas las rencillas y las azuza de contínuo es, como poco, medio culpable de la división.
Creo haberlo dicho, pero lo repito: no soy militante de AES. No conozco más que lo que sale a las ondas, a la prensa y a internet. Exactamente lo mismo que de todos los demás partidos. Y, desde los conocimientos que tengo, mi decisión está tomada: votaré a Alternativa Española.
Entre otras cosas, porque aún no he visto ni oído que insulten a otro grupo nacional.

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