Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 29 de septiembre de 2015

SOBRE LA INTERFERENCIA DEL SEÑOR CATALÁ.

Señor Catala, que dice el periódico que es Ministro de Justicia, ahí queda eso.

Y ahí queda eso, porque no ha tenido mejor ocurrencia que declarar -según El País- lo siguiente:

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, ha asegurado este martes que la imputación del presidente de la Generalitat, Artur Mas, por la celebración de la consulta independentista del 9 de noviembre no se produjo antes para no interferir en las elecciones autonómicas del domingo.

El titular de Justicia ha explicado que el tribunal ha tenido cuidado para "no mezclar los tiempos jurídicos y políticos".

O sea: que según el Ministro, la Justicia no sólo no es ciega, sino que mira muy bien quien es el delincuente, de forma que si es un político le permite presentarse sin problema a unas elecciones, a pesar de que las penas por los delitos de que se le acusa conllevan la inhabilitación para cargo público. 

Y esto, claro, es para el señor Ministro igualdad ante la Ley, ¿verdad?

Y para "no mezclar los tiempos jurídicos y políticos", lo que procede, señor Ministro, es que la Justicia eche la cara a otro lado cuando el encausado esté ejerciendo sus politicadas, y le deje seguir delinquiendo mientras los jueces se tocan las togas a tres manos.

Cojonudo. Y luego se extrañan de que les llamen "casta," y de que según las encuestas, los españoles consideren que los políticos son un problema, y que en la Justicia ya no crean ni los jueces. 

Especialmente, los que antes de tomar decisiones miran la filiación política del delincuente, y los Ministros que lo ven normal.

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