Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 2 de enero de 2019

SOBRE VIAJAR BARATO.


Que es, evidentemente, la principal habilidad de don Pedro Sánchez.

Y no lo digo por su gran afición a los viajes, de la que se hacen lenguas los tertulianos y periodistas que se escoran hacia el lado contrario de la política del sistema; lo digo porque -según El Mundo- La Presidencia del Gobierno ha informado a través de un documento oficial de que el viaje en avión de las Fuerzas Armadas que Pedro Sánchez realizó el pasado mes de julio a Castellón para asistir al Festival Internacional de Benicássim (FIB) costó únicamente 282,92 euros.

Esta información fue solicitada a través de Ley de Transparencia, porque don Pedro había decretado que su viaje era un secreto oficial.

No me extraña. Conseguir vuelos tan baratos hay que guardarlo en secreto, no sea que los demás se aprendan el truco y quieran aprovecharlo. Ya pasó con el yate Azor. Si, ese pesquero reconvertido que usaba Francisco Franco en sus vacaciones, nada que ver con los diversos "bribones" que le han sucedido en el servicio a la Jefatura del Estado. El Azor fue descubierto por don Felipe González, y cuando la opinión pública se hizo lenguas del asunto, alguien de su entorno gubernamental respondió que dicho yate era propiedad de Patrimonio Nacional, y por lo tanto de todos los españoles.

Hubo cierto funcionario extremeño que se lo creyó -o, más bien, que quiso poner a prueba la explicación- y pidió turno para disfrutar del Azor. La respuesta le llegó en forma de sanción, creo recordar que en forma de traslado forzoso. Quizá porque -como sentenciaran los cerdos de la granja orwelliana- todos somos iguales, pero unos más iguales que otros.

Por lo tanto, es de lo más normal que don Pedro Sánchez haya querido guardar en secreto el chollo de sus vuelos baratos hasta el ridículo, aunque -reconozcámoslo- declararlo secreto oficial tal vez sea pasarse un poco.

Aún así, y dado que la legislación vigente le ha obligado a confesarlo, creo que don Pedro debería pensárselo, porque gastar sólo 283 euros (por redondear) en un viaje de ida y vuelta a Castellón, en avión privado, es algo que debería popularizarse con vistas a reducir la penosa factura energética que padecemos. 

¿Se imaginan qué maravilla? Venga, hombre, don Pedro: ¡Falcon para todos!

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