Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 30 de julio de 2015

SOBRE LOS SÍMBOLOS.


Que en este caso son los retratos del Rey que algunos alcaldes -o alcaldas, o alcaldos, según- están quitando de sus despachos, salones de plenos o dependencias locales en general.

Se que el asunto no es de hoy, sino que lleva varios días coleando, pero una inoportuna avería en mi ordenador me ha impedido comentarlo antes. Tampoco es que importe mucho, porque -y es a lo que voy- la ofensa aldeanoseparatista a los símbolos de España no es de ahora, sino de hace cuarenta años. Y a mi no me gusta que el retrato del Rey sea tal símbolo, pero es lo que hay y como tal lo defiendo, porque la ofensa no es contra Felipe VI, sino contra España.

Por otra parte, los que ahora se escandalizan no pueden ser sino hipócritas, canallas o idiotas. ¿Qué esperaban, después de ejercer la más burda iconoclastia con los símbolos del pasado? ¿Pensaban que se iban a detener en destrozar las placas del Instituto Nacional de la Vivienda en los miles de casas que construyó, para que los despistados y los hideputas no se acordaran de quién las hizo? ¿Creían que todo iba a ser retirar estatuas de Franco? 

Los que pretenden borrar por ley los años de Franco son los mismos que retiran los retratos del actual Rey, o quemaban los del anterior. No son demócratas, ni liberales, ni tolerantes, ni puñetas. Son rojos a los que les duelen aún las carreras en pelo de sus antepasados ideológicos, y pretenden resarcirse de ellas aplicando el mismo sistema de entonces: la amenaza, la represión, la censura -no legal, pero si de hecho- y, llegado el caso, el asesinato.

Y yo, para qué negarlo, me alegro de que se hayan quitado la careta, de que se sientan tan seguros como para dar la cara, porque eso indica que estamos próximos al final de esta -como la llama mi camarada Eloy- democaca. Y luego vendrá la segunda república bis. 

Y después, por fin, renacerá España.

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