Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 14 de mayo de 2011

SOBRE LA MULTITA.

Dice El Imparcial que la Comisión Nacional de la Competencia ha decidido imponer una multita de 61 millones de euros a las empresas de suministrio eléctrico, por haberse puesto de acuerdo para fijar los precios, y por dificultar el cambio de comercializador en el mercado libre.

A mi todo esto me suena a chino -o a alemán; vaya, que no entiendo ni media-, pero me parece que el resultado es el de costumbre: que hemos pagado más de lo que deberíamos, como siempre; y se han beneficiado los de siempre.

Sesenta y un millones son muchos euros, pero habría que saber cual es la proporción respecto a los que nos han sacado del bolsillo, porque el problema de estas multas suele ser que sale rentable pagarlas. Además, ¿quien se queda los 61 millones?. Porque a los clientes estafados no nos los van a devolver.

Lo dicho: negocio redondo para los estafadores y para el Gobierno.






SOBRE LA EDUCACION DEL SEÑOR GÓMEZ.

Ignoro la edad de don Tomás Gómez, pero no creo que cuente más años que éste su servidor. Ignoro dónde ha nacido, crecido, vivido, el señor Gómez. Ignoro -aunque no demasiado- la capacidad intelectual del señor Gómez. Ignoro -aunque cada día menos- la capacidad de mentir del señor Gómez.

Lo que no ignoro, en absoluto, es que si el señor Gómez dice -véase Minuto Digital- que estudió EGB, se incorporó al sistema educativo después que yo, que seguí -gracias a Dios- el plan de estudios del 56 ó 58, con Primaria, Ingreso, Bachiller desde los 11 años -1º a 6º-, COU y Universidad.

Y lo que no sólo no ignoro, sino que considero demostrado, es que el señor Gómez miente como bellaco cuando dice que cuando hizo la EGB en este país no había educación pública, porque yo estudié antes de que llegase Felipe González al Gobierno.

Y miente como un bellaco -Rodríguez ha puesto la palabra de moda, y bien le cuadra-, porque yo mismo estudié en colegio público -nacional se llamaba entonces-, en Instituto -público, evidentemente-, todo ello en tiempo de Franco, y en Universidad Pública, en la que entré en 1975, el año en que Franco murió en la cama y de viejo.

Y lo que digo vale, no porque lo diga yo -que ya es bastante, puesto que no soy ni socialista ni gilipollas, condiciones no excluyentes-, sino porque ahí estarán, en los archivos correspondientes, mi ficha del colegio nacional XXV Años de Paz -nombre cambiado por otro que no recuerdo ni me importa al terminar la paz-, del Instituto Ramiro de Maeztu, del Instituto Quevedo, y de la Universidad Complutense, todos ellos de Madrid.

Si el señor Gómez no tiene educación, no es problema de que no la hubiera, sino de que no la quiso tomar, o vivía en Gamusilandia -donde aún pernocta, al parecer-, o era ya el gamberro tramposo que demuestra ser con estas flagrantes mentiras.

Si, señor Gómez: mentiras. Y este necio pasmao y cabrón quiere gobernar en Madrid. ¡Pero si hasta Rodríguez se dio cuenta del percal, y quiso poner a la -Alfonso Guerra dixit- señorita Trini!












Publicidad: