Que es, evidentemente, la retirada  española de Kosovo.
 Retirada que había que hacer -que  había que haber hecho-, cuando la provincia serbia se autoproclamó independiente  y fue reconocida por los idiotas internacionales. Como el Gobierno español no  metió en eso la pata y no reconoció esa escisión, la consecuencia lógica e  irremediable era la retirada de tropas de un territorio no reconocido.  
 La cosa era, por demás, sencilla:  si esta región serbia a la que estamos ayudando proclama una independencia  que ni reconocemos ni podemos reconocer, nosotros nos largamos a casa. Hace  un año, no ahora. 
 Hace un año debió proclamar el  regreso la señora Ministra. Hace un año debió comunicar a la OTAN que España se  iba de allí porque las condiciones en que ofreció ayuda habían variado. Hace un  año debió el Gobierno español decir que fueran apañando el relevo, porque ante  los hechos consumados que modificaban la situación internacional en la zona,  España no podía permanecer allí.
 Así, por sus pasos medidos y  anunciados con la necesaria antelación, hubiera sido correcto y aún necesario  salir de Kosovo. De la forma que se ha hecho, tiene toda la pinta de ser una  nueva pataleta de Rodríguez, porque Obama no le ha venido a ver, ni le ha  invitado a comer en su casita blanca. 
 De la forma que se ha hecho y  anunciado, esto es una nueva ofensa a nuestros aliados, y una nueva vergüenza  para nuestros soldados. Que ya, de hecho -lo cuenta hoy la prensa- están  escuchando cacareos a su paso. 
 En todo caso, lo que resulta de  chiste es la explicación de la señora Ministra sobre por qué ha hecho el anuncio  públicamente, antes de ponerlo en conocimiento de los mandos de la OTAN y de los  países aliados en la misión de Kosovo: porque los soldados destacados allí  eran los más afectados y por lo tanto debían ser los primeros en  saberlo.
 Cojonudo, doña Carmen, y usted  dispense el lenguaje cuartelero, en el cual -un aviador navarro, Ureta,  ilustraba a sus camaradas alemanes de la Cóndor en este sentido- esta palabra es  simplemente el superlativo de bueno (bueno, muy bueno, cojonudo; malo, muy malo,  jodidamente).
 Pues cojonudo, doña Carmen. Esto  es lo más democrático y socialista del mundo: comunicar las misiones militares a  los soldados directamente y con suficiente antelación. Teta se lo van a pasar  los espías enemigos con usted, señora Ministra.
 Además, ya puestos, restablecemos  los comités de soldados, los responsables en lugar de los  oficiales, o nombramos comisarios políticos (si es que aún no lo están,  que vaya usted a saber), y sometemos a votación si se ataca, si se defiende, si  nos vamos a por el postre dejando vacío el parapeto, o si echamos a correr sin  parar desde Maqueda a Madrid, cosas todas ellas que ya acontecieron en su día  -1936 sin ir más lejos-, y así les lució el pelo a ustedes. 
 Coño, doña Carmen: es que son  ustedes de tebeo.
 



