Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 24 de marzo de 2009

SOBRE LA CHACONADA.

Que es, evidentemente, la retirada española de Kosovo.
 
Retirada que había que hacer -que había que haber hecho-, cuando la provincia serbia se autoproclamó independiente y fue reconocida por los idiotas internacionales. Como el Gobierno español no metió en eso la pata y no reconoció esa escisión, la consecuencia lógica e irremediable era la retirada de tropas de un territorio no reconocido.
 
La cosa era, por demás, sencilla: si esta región serbia a la que estamos ayudando proclama una independencia que ni reconocemos ni podemos reconocer, nosotros nos largamos a casa. Hace un año, no ahora.
 
Hace un año debió proclamar el regreso la señora Ministra. Hace un año debió comunicar a la OTAN que España se iba de allí porque las condiciones en que ofreció ayuda habían variado. Hace un año debió el Gobierno español decir que fueran apañando el relevo, porque ante los hechos consumados que modificaban la situación internacional en la zona, España no podía permanecer allí.
 
Así, por sus pasos medidos y anunciados con la necesaria antelación, hubiera sido correcto y aún necesario salir de Kosovo. De la forma que se ha hecho, tiene toda la pinta de ser una nueva pataleta de Rodríguez, porque Obama no le ha venido a ver, ni le ha invitado a comer en su casita blanca.
 
De la forma que se ha hecho y anunciado, esto es una nueva ofensa a nuestros aliados, y una nueva vergüenza para nuestros soldados. Que ya, de hecho -lo cuenta hoy la prensa- están escuchando cacareos a su paso.
 
En todo caso, lo que resulta de chiste es la explicación de la señora Ministra sobre por qué ha hecho el anuncio públicamente, antes de ponerlo en conocimiento de los mandos de la OTAN y de los países aliados en la misión de Kosovo: porque los soldados destacados allí eran los más afectados y por lo tanto debían ser los primeros en saberlo.
 
Cojonudo, doña Carmen, y usted dispense el lenguaje cuartelero, en el cual -un aviador navarro, Ureta, ilustraba a sus camaradas alemanes de la Cóndor en este sentido- esta palabra es simplemente el superlativo de bueno (bueno, muy bueno, cojonudo; malo, muy malo, jodidamente).
 
Pues cojonudo, doña Carmen. Esto es lo más democrático y socialista del mundo: comunicar las misiones militares a los soldados directamente y con suficiente antelación. Teta se lo van a pasar los espías enemigos con usted, señora Ministra.
 
Además, ya puestos, restablecemos los comités de soldados, los responsables en lugar de los oficiales, o nombramos comisarios políticos (si es que aún no lo están, que vaya usted a saber), y sometemos a votación si se ataca, si se defiende, si nos vamos a por el postre dejando vacío el parapeto, o si echamos a correr sin parar desde Maqueda a Madrid, cosas todas ellas que ya acontecieron en su día -1936 sin ir más lejos-, y así les lució el pelo a ustedes.
 
Coño, doña Carmen: es que son ustedes de tebeo.
 
 

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