Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 10 de abril de 2013

SOBRE EL DIALOGO CON EL SEPARATISMO.

Diálogo que ayer, en el Congreso, afirmaba el señor Rajoy estar dispuesto a mantener con el señor Mas, aunque dudaba de los posibles frutos del mismo, al estar el separatista empecinado en su capricho de secesionismo. (Evidentemente, lo de separatista y capricho o digo yo; el señor Rajoy no tiene... palabras para tanto)

Lo bueno de la Historia es que, a poco que se busque, suele haber ejemplo para casi todo, y enseñanza para lo fundamental. Maestra de la vida, la definen los que saben.

Así, revisando viejos papeles, me he encontrado con un ejemplo que podría ilustrar a quien no tenga las carencias de don Mariano. El asunto es viejo de 23 años, una generación larga, pero no queda tan distante en el tiempo como para que las personas medio cultas sepan de qué se habla. Además, creo que -salvo los comunistas- todos sabemos que hasta no hace demasiado existió una Unión Soviética, y no nos pillará de sorpresa la referencia.

Por lo tanto, allá va el comentario que -en marzo de 1990- escribí en EJE para que quien lo hubiese menester tomara nota de cómo las democracias populares y avanzadas resuelven cierto tipo de problemas.

* * * * *

SOBRE EL NACIONALISMO.

No el vasco, ni el catalán, tan de moda -desgraciadamente- por culpa de la fauna política que sufrimos; sino el azerí, y ustedes disculpen si no es la forma correcta de escribirlo.

Resulta que Azerbayán y Armenia -Repúblicas Socialistas Soviéticas, para lo que gusten mandar- se lían a mamporros entre ellas por problemas en los que ni entro ni salgo; resulta que esos problemas hacen salir a la luz viejas tensiones, y acaban por traducirse en una guerra civil, con lo que Moscú envía su Ejército para poner paz. Resulta que Azerbayán amenaza con declararse independiente de la URSS si no se retira el Ejército Soviético, y que al Ejército Soviético se le hinchan los cañones y dice lo que tiene que decir cualquier ejército en una situación similar. Como consecuencia del diálogo, los barcos que bloqueaban el puerto de Bakú dejan de bloquearlo; y los nacionalistas que causaban disturbios dejan de causarlos; y los que asesinaban con intencionalidad política -eso que tanto nos suena por aquí- dejan de asesinar. Lo cual demuestra lo convincente que puede ser el Ejército Soviético, y la mejor forma de dialogar con nacionalistas, independentistas y separatistas.

Lo mas curioso del caso es que ningún medio de comunicación social ha protestado, ni ha lagrimeado siquiera un poco, ni se ha rasgado las linotipias por la represión del nacionalismo azerí. Al contrario, lo han comentado como la cosa mas normal y lógica del mundo. Lo cual establece un precedente que vale la pena recordar por si -Dios no lo quiera, pero tampoco lo evite si hace falta- otros Ejércitos tuvieran que realizar intervenciones similares ante problemas formalmente parecidos.

Porque es de suponer que los medios de comunicación aceptarían cualquier intervención militar que aplicara igual remedio a idénticas circunstancias. Caso contrario, caerían en la incongruencia que señala Orwell en el prólogo que escribió para Rebelión en la granja, varios años después de la publicación de la novela:

"De acuerdo con estos pacifistas, toda violencia debe ser condenada... Pero ¿cuando han declarado que la guerra también es censurable aunque la haga el Ejército Rojo? Aparentemente, los rusos tienen todo su derecho a defenderse, mientras nosotros, si lo hacemos, caemos en pecado mortal".

* * * * *

Bien: aquí no hemos llegado -aún- a que dos autonomías se tiren los trastos, pero mas de una vez los catalanistas se han enzarzado en insultos contra andaluces, extremeños y castellanos, charnegos al fin y al cabo. No se han metido con sus presuntas colonias valencianas, pero les han negado el agua que también racanean hacia Murcia, asunto en el que coincide Aragón. Con Vascongadas el asunto no es tan aparatoso, porque el aldeanismo batúa es tan cerrado que ni alcanza a ver tras el pirigurcito de la boina, pero en sus televisivos mapas del tiempo se apropia de Navarra como si tal cosa.

Bastará que a algún iluminado -de esos que tan profusamente crean los separatismos decimonónicos- se le vaya la mano, y podemos tener una bonita situación parecida a la comentada hace casi un cuarto de siglo.

En fin, bonito ejemplo el de aquél maravilloso paraíso del proletariado, tan querido de todos los socialistas y comunistas que no lo sufrieron en sus lomos; ejemplo que justificaría de sobra que cualquier democracia avanzada tome iguales medidas.

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