Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 6 de julio de 2012

SOBRE LAS BALAS EN LA NUCA.

Lo siento, señor Fiscal, pero a mí no me mire. Lo de las balas lo ha dicho -vea La Gaceta- el miembro de Candidatura de Unidad Popular (CUP) de Reus, Edgar Fernández, en referencia a Robert Hernando, miembro de PxC.

El miembro -o membrillo- de CUP, que por las señas de nombre podría ser perfectamente inglés o hijo de preclaros esnob, y por el apellido debe ser charnego de cuarta generación, ofrece -a mi modesto entender- un neto motivo de regocijo. Porque pone las cosas en su sitio, y eso siempre es bueno.

Es bueno saber que el enemigo -no adversario, enemigo; porque enemigo de todo español es cualquier cuatezón rojoseparatista- ya se define a cara descubierta con clara disposición al asesinato. Bueno es que se vayan quitando la careta para que las buenas gentes de perfil tolerante y acojonado sepan lo que se les viene encima.

A mi y a los míos no nos va a sorprender. Llevamos décadas esperando el momento, que si ha tardado tanto es por el pánico de estos mandriles, que sólo cuando se sienten seguros del triunfo son capaces de rebuznar en alto.

Así es que ya lo saben: están haciendo acopio de balas. Y de cada uno de ustedes depende que se las den en la nuca o de frente y combatiendo.

Yo lo tengo claro. Pero es que yo, claro, soy un fascista. Laus Deo.

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