Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 24 de marzo de 2014

SOBRE EL DIFUNTO.

Que ya se imaginan cual es, obviamente.
 
Como lo que tenía que decir lo dije en la entrada inmediatamente precedente, cuando aún estaba vivo, hoy me limitaré a contraponer a las loas interminables, a los panegíricos oceánicos, a las alabanzas hipócritas, lo que dijeron de él cuando aún era alguien.
 
La información la tomo -para que nadie diga que me lo invento- de la primera página web que me salió buscando en Google, a la que pueden acceder pulsando sobre el enlace.
 
Alfonso Guerra:
- Tahúr del Mississipi, con su chaleco y su reloj.
- Perfecto inculto procedente de las cloacas del franquismo.
- Regenta la Moncloa como una güisquería.
- Suárez llegó a perder toda credibilidad. Se convirtió en una bailarina de pasos contrarios.
 
Felipe González:
- Suárez, como Luis XIV de Francia, piensa que el Estado es él.
 
Leopoldo Calvo Sotelo:
- En Moncloa hay muchos teléfonos y pocos libros.
- Tenía un candoroso complejo de estudiante mediano frente al buen estudiante que fui yo.
 
Joaquín Garrigues (cuando le mandó un manual de primer curso de carrera) :
- Por favor, léelo, lo necesitas. Empieza por el principio. Un abrazo.
 
Fraga (sobre el nombramiento de Suárez):
- Un grave error político, una farsa jurídica y una quiebra a la vez de la legalidad y la legitimidad.
 
* * *
 
Se lo dijeron ellos, los de su misma cuerda. Nosotros le decíamos otras muchas cosas, pero eso quede para más adelante, si hay lugar.

Publicidad: