Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 1 de junio de 2015

SOBRE LOS PACTOS.

Pactos post-electorales, evidentemente.

De momento, todos dicen que tienen sus límites, sus líneas rojas que no están dispuestos a traspasar. Al menos, hasta que -lo verán ustedes- huelan el cuero de la poltrona y los efluvios del papel moneda. Al tiempo.

Me dice un amable comunicante, en comentario a mi entrada última, lo siguiente: 

javichu ha dejado un nuevo comentario en su entrada "SOBRE LA SUERTE DE MARIANO.": 

Un análisis excelente, ni yo mismo lo hubiera dicho mejor. 

Interesado estoy en cómo piensan resolver las cosas en Navarra porque con la obsesión de echar a UPN y al PP pasa porque pacten los nacionalistas conservadoresdel PNV (Geroa Bai), los bolivarianos chavistas de Podemos, la salvaje izquierda nacionalista de Bildu y los comunistas. Como para echarse a llorar 

Agradezco la opinión sobre mi análisis, pero la verdad es que no tiene más mérito que el de conocer el paño y la Historia.

Esto mismo me permite avanzar al amigo Javichu cómo solucionarán el asunto en Navarra y en cualquier otro lugar: arrejuntándose todos, cogiditos de la mano. 

La situación, que a los ojos del votante actual parece inverosímil, ya es antigua: ocurrió exactamente lo mismo en los años treinta del pasado siglo. Entonces, PNV y socialistas -los comunistas apenas existían- no tuvieron empacho en unirse para hacer frente a un partido de derechas que había ganado las elecciones. Sucedió en 1934 -la llamada Revolución de Asturias, y la menos nombrada y no menos grave intentona separatista de la Catalunlla aldeana y cerril-, y volvió a suceder en 1936. El PNV, confesionalmente católico, se puso a disposición de la República atea, quemaconventos y matacuras.

Apenas existían entonces, como decía, comunistas, y menos aún terroristas baskos, y ni asomo, claro está, de bananeros del Orinoco. Pero para el caso es lo mismo. Los marxistas, sean soviéticos o venezolanos, se llamen socialistas o izquierdohundidos, se presenten como terroristas o como viejecitas que les conceden ayudas, son siempre igual; y su política es, también, siempre la misma: acorralar y expulsar de la vida pública al que no piense como ellos. 

Y lo mismo les da levantarse en armas contra la República porque entra en el Gobierno el partido que ha ganado las elecciones -CEDA, en 1934-, que anudar un cordón sanitario para desalojar al partido -PP, desde Zapatero- que concita poco menos de la mitad de los votos emitidos.

Esto ya lo hemos visto -o, por lo menos, leído- y empezaremos a enterarnos en cuanto se aposenten los podemitos y sus franquicias varias, entre las que se acabará incluyendo el mismísimo PSOE.

Lo que no acabo de ver claro es que al final el resultado se repita también, pero no puedo negar que espero estar aún en condiciones de tomar parte cuando llegue. Amén.

Publicidad: