Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 1 de marzo de 2013

SOBRE EL GOLPISMO DE "EL PAIS".

Ni más ni menos que de elaborar una teoría justificativa del golpe de estado acusa El País al General D. Juan Antonio Chicharro. Y ello, a cuenta de decir que “la patria es anterior y más importante que la democracia. El patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley”; que en los ejércitos “hay un sentimiento generalizado de preocupación, temor, incertidumbre y confusión”; que “el artículo 8.1 (de la Constitución) no implica la autonomía de las Fuerzas Armadas”; que el artículo 97 de la Constitución atribuye la dirección “de la Administración civil y militar” al Gobierno, y que qué diablos pasa “si los responsables de la defensa de la Constitución no se comportaran como su función requiere.”

No conozco de nada al General Chicharro, y la verdad es que empiezo a cansarme de los Generales y Jefes que esperan al retiro, o al pase a la reserva, para poner los puntos sobre las íes o los esos sobre la mesa. No obstante, lo que ha afirmado son todo cosas que se caen por su propio peso para una mente racional, y lo chocante es que al "paisano" le resulte nada más y nada menos que golpista.

(Entre paréntesis: más chocante es que le resulte extraño al superior del General, un señor llamado José Rodrigo del que El País no cita graduación militar -si la tiene-, sino que es Gran Canciller de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. No resulta, en cambio, nada extraño que al señor López Garrido -comunista reconvertido en sociata para mejor trincar, que hizo el ridículo portentosamente durante la pasada legislatura zapateril- le pida al Ministro de Defensa que tome medidas contra el General Chicharro por haber dicho cosas puramente lógicas y de sentido común. El sentido común está reñido con el socialismo, a lo que se ve. Fin del paréntesis).

Que la patria es anterior y más importante que la democracia no parece admitir réplica. España existe, políticamente, desde hace más de cinco siglos; históricamente, desde hace más de veinte. Y como dudo que el sociata López Garrido o el plumífero paisano pretendan decir que con los Reyes Católicos había más democracia que en la actualidad -cosa cierta, pero que la casta no puede admitir porque peligra su pesebre-, es evidente que la patria es anterior a la democracia. Que es más importante, tampoco deberían dudarlo los sociatas, que ya en su amada Segunda República se pasaron la democracia por el forro de los retratos de Stalin y las banderas soviéticas, sin dejar por ello de usar el nombre de España en la propaganda para mejor robar el oro de España y de los españoles, por ejemplo.

Decir que en los ejércitos “hay un sentimiento generalizado de preocupación, temor, incertidumbre y confusión,” tampoco parece motivo de sobresalto. ¿Hay algún español racional que no sienta preocupación, temor, incertidumbre y confusión con respecto a su situación personal y a la pública?. Los socialistas con poltrona y los plumíferos de El País -ruinosa empresa periodística que amamantan los sucesivos gobiernos memocráticos sin distingos de color- no estarán preocupados; pero fuera del hemicirco -no es errata- y de la rotativa subvencionada, la preocupación es constante, y pregúntenle a cualquiera.

Que “el artículo 8.1 (de la Constitución) no implica la autonomía de las Fuerzas Armadas”; que el artículo 97 de la Constitución atribuye la dirección “de la Administración civil y militar” al Gobierno, son cosas que cualquiera que sepa leer puede comprobar fácilmente con sólo leerse la Constitución vigente.

Y somos amplia mayoría los ciudadanos que nos preguntamos qué leches pasa “si los responsables de la defensa de la Constitución no se comportaran como su función requiere.” ¿Somos golpistas, señor López Garrido, plumífero paisano, todos los que creemos que es un problema serio que el Gobierno no cumpla sus obligaciones? Entonces, ustedes, que no dejan de criticar al Gobierno -con razón- por los recortes salariales, por los recortes en Sanidad, en Dependencia, en prestaciones sociales; que no dejan de quejarse -con razón- por las subidas de impuestos, ¿son golpistas?. Ustedes, que no dejan de rasgarse las vestiduras -metafóricamente; caso contrario llevarían años en pelota picada- por los escándalos de corrupción, ¿son golpistas? ¿Somos golpistas todos los que estamos hasta más allá del pirigurcito del gorro de este Gobierno? ¿Lo éramos todos los que estábamos hasta el mismo sitio del anterior?

Y, ya puestos, ¿no es más golpista quien pretende subvertir la Constitución con leyes autonómicas que -obviamente, y aunque fueran aceptables- son de rango inferior? ¿No es más golpista quien quiere imponer la voluntad de una minoría de separatistas catalanes -en las últimas elecciones regionales, menos de tres millones- sobre la voluntad de una inmensa mayoría de españoles de todas las regiones, Cataluña incluida?.

Es lo que tiene la mala conciencia: que los dedos se antojan huéspedes, y los congojos parecen amígdalas.

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