Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 22 de junio de 2015

SOBRE EL DEBATE DE LA BANDERA.

No la de don Pedro Sánchez, que ahora descubre que es español y puede -como cualquier otro español o extranjero bienintencionado- lucir la Bandera de España sin que eso le haga fascista, aunque si le ayude a ser -o parecer- persona decente. 

Sobre esta Bandera -la de España, digo- ya hace mi camarada Eloy Mirayo, en su Trinchera, las precisiones adecuadas y les recomiendo la lectura.

La bandera de que voy a hablar es otra; es la bandera Confederada cuya presencia en un espacio público del Estado de Carolina del Sur ha levantado los jeremíacos lamentos de prensa y radio -la TV no la veo, gracias a Dios- por considerarla racista.

La bandera de los Estados Confederados de América fue la que izaron los Estados del Sur en la guerra civil estadounidense. Como los periodistas incultos -la mayoría-, y los tontolabas con master, se empeñan en explicar aquella guerra como una lucha contra la esclavitud, supongo que será inútil afirmar que en aquél conflicto hubo mucho más que eso; que fue una lucha entre el capitalismo salvaje del Norte, encarnado en los explotadores de obreros y en la hez de la sociedad, y el sentido caballeroso y mucho más humano del Sur. 

¿Humanos los del Sur, que tenían esclavos? -me dirán. Pues si: mucho más humanos que los del Norte, que acabarían esclavizando a negros y blancos, y que aún ganando la guerra mantuvieron leyes de segregación racial hasta los años 60 del pasado siglo XX. Y que -dicho vaya para quien lo ignore- no abolieron la esclavitud por principios morales y humanitarios, sino para crearle un segundo frente a los enemigos del Sur. 

Pero mi debate no es ese, sino significar que todos estos tragaldabas que se escandalizan de que subsista la bandera de los Estados Confederados de América en el ánimo de la gente, no digan ni media palabra cuando los progres de mierda y los rojos de salón, y la ultraizquierda de burdel, sacan sus banderillas de la Segunda República.

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