Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 23 de mayo de 2013

SOBRE LOS DERECHOS DE LA SEÑORA VALENCIANO.

Socialista ella; progre ella; abortista ella; necia ella -visite el diccionario antes de empapelarme, señor fiscal-; genocida ella, que sigue emperrada en no saber nada fuera de sus tópicos; en no admitir la realidad porque se le sale de los estereotipos de mitin; en no permitir que algo tan evidente como la vida le estropee el hembrismo.

Emperrada, por tanto, en repetir tautológicamente la cantinela putiprogre del nosotras parimos nosotras decidimos, consecuencia lógica del hijos sí, maridos no, pasionario y furcial. Y emperrada -hay otros verbos, lo sé; pero lo hago adrede- en coger -véase El País- el rábano por las hojas: "Aunque tuvieran ustedes los 350 escaños no tienen derecho a decirle a las mujeres cuándo tienen que ser madres".

Tal afirmación, que nadie discute, no guarda relación alguna con el abortismo de doña Elena Valenciano. Ella y sus hembristas tienen todo el derecho del mundo a no ser madres, y desde el comienzo de los tiempos se conoce la forma de evitarlo, pues basta con -lo diré en términos bíblicos, por fastidiar- no conocer varón.

Pero temo que las hembristas y abortistas de la señora Valenciano no van por ese camino. Lo que ellas pretenden es lo contrario; o sea, conocer varones -dígase mejor machos- y evitar la maternidad. Cosa que a mí -como perro viejo y suficientemente conocedor, siquiera por referencias, del hembrismo rampante- me trae sin cuidado, porque ya estoy de vuelta de lo que puede ofrecer esta sociedad emputecida y encabronada.

Por lo tanto, que la señora Valenciano y sus comadres hagan de sus órganos genitales el uso que les plazca. Pero lo que ni la señora Valenciano, ni sus comadres, ni sus compadres, tienen derecho a hacer, es disponer de la vida de otros. En el caso del aborto, de la vida de sus inmerecidos hijos en gestación.

Y a eso -defender la vida de los seres humanos frente a los que quieren asesinarlos-, no es que las leyes tengan derecho, sino que tienen obligación.

¿Le parece a usted, señora Valenciano, que yo exija que la ley no se meta en cuándo puedo matar a un político sociata -o pepero, vaya, o comunista, que no soy melindroso-? ¿Le parece bien que reclame el derecho a decidir si quiero dejarla vivir a usted, doña Elena?

A fin de cuentas, usted -como yo, no se me encampane- no es más que un feto de varias décadas, en contraposición a los de semanas que usted desea matar. Fuera de esa cuestión cronológica, dígame usted qué diferencias hay. Pero dígame razones científicas, no tópicos de mitin abortero y putiprogre.

SOBRE NO IZAR LA BANDERA.

Según decía ayer La Gaceta, el Ministerio de Defensa podría suspender el acto solemne de izado de bandera programado para el 1 de junio en Madrid, con motivo de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, al encontrarse la Plaza de Colón, donde iba a realizarse, ocupada por otro evento.

Digo yo que el señor ministro Morenés podía haber comunicado al Ayuntamiento de Madrid la celebración del acto con la debida antelación. Digo yo que la señora alcaldesa Botella podía haber recordado que en torno al 30 de mayo se celebra el Día de las Fuerzas Armadas. Digo yo que a la ONCE -organizadora del evento que ocupará esos días la Plaza de Colón- no le molestará que se ice la Bandera de España. Digo yo que para izar una Bandera -por grande que sea- tampoco hace falta tanto sitio.

Y digo yo, sobre todo, que qué mierda de país -ahora sí, país- han hecho, donde se suspende un acto festivo de izado de la Bandera Nacional por la dejadez de los burócratas, o por el precio del alquiler de la plaza para actividades privadas, o por la simple desvergüenza de unos y otros.

Y digo yo que si las Fuerzas Armadas tienen ya tan asumido su papel puramente mercenario, como para que se les de una higa que la Bandera de España ni siquiera ondee en el día que la memocracia les concedió a cambio de la sumisión lamebotas al paisa de turno.
 
 

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