Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 29 de octubre de 2010

SOBRE SANCHEZ DRAGÓ Y LOS HIPOCRITAS.

A mi, que como es sabido soy un ultra, un facha, un cavernícola, un machista, un prehistórico, un ultracatólico tridentino, un antiguo, un carca y otras muchas cosas que por discreto callo, que un señor de edad crecida mantenga contactos íntimos con jovencitas no me parece bien.
A mi, pese a ser un malhablado -y peor escrito, porque hay veces que necesita uno la artillería para expresarse, y hacerlo bien, correctamente, aceradamente, sin recurrir al taco, sólo está al alcance de los maestros-, no me parece bien que, si se ha tenido contacto íntimo con jovencitas, se cuente; y menos aún, con regodeo.
A mi, dadas todas estas premisas, no me parece bien los actos confesos -ni la confesión- del señor Sánchez-Dragó sobre sus escarceos con dos jovencitas de 13 años. Pero, pese a no ser demasiado buen católico, si tengo bien aprendido lo de la primera piedra; y si por ese lado no me cogerían, acaso por otros si, luego no soy quien para comenzar la crítica. Combato las ideas y las actitudes, pero respeto a las personas porque sé que todos caeremos en algo indebido un día u otro.
Dicho esto, lo que no puedo admitir, es que los mismos que han colocado la edad legal para que una niña consienta en tener relaciones sexuales en trece años; que los mismos que se emperran en -como dice mi camarada Arturo- emputecerla desde la más tierna edad; que los mismos que las educan para que sean objetos de usar y tirar, se rasguen las vestiduras.
Eso, señores, se llama hipocresía.

Publicidad: