Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 25 de diciembre de 2014

SOBRE LA AUTOINCULPACIÓN SEPARATISTA.

Lo decía ayer Libertad Digital -entre otros diarios-, pero ayer no era día de hacerles caso a esos mamarrachos.

Resulta que los aldeanos separatistas sin graduación se dedicaron ayer a hacer cola -la única que pueden hacer, evidentemente- ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para decir que sí, que ellos son los que han desobedecido la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la cuchipanda paleta del 9 de Noviembre pasado, cuando Mas y sus mariachis se sacaron los cartones a la calle.

Los ignorantes encolados demuestran su pasmosa necedad, o se lo tienen tan creído que no les llega la neurona para nada mas que la soberbia del tonto. Porque la realidad es que todos esos mamarrachos que se han encolado no tienen categoría para cometer el delito del que quieren presumir. Entiéndase que no me refiero a la categoría personal -que tampoco- sino a la categoría administrativa.

Pero en todo caso, señor fiscal, y ateniéndose a aquél adagio jurídico de que a confesión de parte, remisión de prueba, le ruego que tome buena nota y vaya entrullando a los gilipollas encolados.

Ya, que para luego es tarde.

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