Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 1 de diciembre de 2011

SOBRE DAR TRIGO.

Cosa que, como ya dice el refrán no es lo mismo que predicar.

Ustedes, como yo, habrán oído a todos los políticos en campaña electoral -ese sarao que se interrumpe dos días cada cuatro años- que había que hacer recortes y sacrificios; que se hacía imprescindible la austeridad, porque la cosa está muy malita.

Con tanta declaración, exposición y afirmación de austeridad, cabría suponer que la propuesta de UPyD en el Ayuntamiento de Madrid, acerca de retirar a los concejales los privilegios que disfrutan -indebidamente, por cierto, y a continuación se lo aclararé- sería bien acogida.

Los privilegios de los concejales consisten en ayudas establecidas para el personal funcionario del Ayuntamiento: ayudas para guarderías, para comedor, para gafas, aparatos auditivos, prótesis... En fin, las ayudas que casi cualquier convenio colectivo recoge para los trabajadores del sector al que se refiere, por lo menos en las administraciones públicas, dada la escasez de los salarios. Pero los señores Concejales, los señores directores generales de empresas públicas y demás afines y conchavados no son funcionarios, ni tienen un sueldo mísero.

Por tanto, como decía, era de suponer que la propuesta de UPyD sería bien recibida y adoptada, ¿verdad?. Pues no: los señores concejales, las señoras concejalas, los señoros concejalos, pertenecientes a PP, PSOE, IU, la rechazaron.

Lo que -en mi modesta opinión- además de significar que por mucho que prediquen, poco trigo dan, aclara que peperos, sociatas y paleolíticos unidos no tienen empacho en trincar del bote reservado a los pobres.

La información, en 20 Minutos, Madrid, edición papel, pag. 2.

Tome nota quien lo haya menester.

SOBRE EL PROBLEMA DE LOS ESPAÑOLES.

Que, en declaraciones del señor González Pons "no es Franco, sino el paro."

Pues a mi modesto entender, el problema de los españoles es el paro, sí; pero esto es sólo un síntoma de la enfermedad. El paro es el síntoma -vulgar estornudo- de un sistema canallesco, que considera al hombre como simple mercancía, como mero productor. El paro es el síntoma -los moquitos del nene- de un sistema corrupto, que vive por y para el negocio de la casta política.

Y, por último, el paro es el resultado de que toda una piara de sinvergüenzas, de chulos, de revanchistas, de rencorosos, de desechos humanos, sigan viviendo cojonudamente contra Franco.

Vea usted, señor González Pons, por dónde resulta que el problema de los españoles si tiene que ver con Franco. Porque en suma se trata de elegir entre una vida digna, una sociedad decente, una economía al servicio del bien común, o una vida puerca, una sociedad embrutecida y emputecida, y una economía al servicio del gran capitalismo, enemigo por igual -la actual crisis lo demuestra sin lugar a dudas-, de empresarios y trabajadores.

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