Que no es el de la papeletada del domingo, pero díganme si con esto que les voy a contar no se entiende todo mejor.
Por fin la democracia que nos hemos dado a nosotros mismos -el difunto señor Suárez dixit-, ha logrado batir al resto de la UE en toda la línea. Lo cuenta 20 minutos, en su página 8 de la edición en papel de Madrid: España, a la cabeza en el consumo de coca en la UE.
Nada menos que el 3,6% de los demócratas comprendidos entre 15 y 34 años consumió cocaína el año pasado, según el Observatorio Europeo de las Drogas (OEDT). Pero eso no es nada; también el 17% consumió cannabis (ahí sólo tenemos el cuarto puesto), y el 1,4% éxtasis, donde también alcanzamos un primer puesto.
Y esto -ser el más corrupto en todos los sentidos- que era el máximo a que podía aspirar nuestro sistema político ya se ha conseguido.
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En el Mundo Feliz de mi fantasía, la eugenesia y la disgenesia se practicaban sistemáticamente. En una serie de botellas, los huevos biológicamente superiores, fecundados por esperma biológicamente superior, recibían el tratamiento prenatal mejor posible y quedaban finalmente decantados como Betas, Alfas y Alfas Pluses. En otra serie de botellas, mucho más nutrida, los huevos biológicamente inferiores, fecundados por esperma biológicamente inferior, eran sometidos al Tratamiento Bonanovsky (noventa y seis gemelos idénticos de cada huevo) y a operaciones prenatales con alcohol y otros venenos proteínicos. Los seres finalmente decantados aquí eran casi subhumanos, pero podían efectuar trabajos que no reclamaran pericia y, si se los acondicionaba debidamente, calmándolos con un libre y frecuente acceso al sexo opuesto, distrayéndolos constantemente con espectáculos gratuitos y fortaleciendo sus normas de buena conducta con dosis diarias de soma, cabía contar con que no darían trabajo a sus superiores.
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Este párrafo de Aldous Huxley en su Nueva visita a un mundo feliz se me ha venido a la mente, no se por qué... ¿no se por qué?. ¡Pues claro que lo sé, coño!