Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 28 de mayo de 2014

SOBRE EL GRAN TRIUNFO DE LA DEMOCRACIA.

Que no es el de la papeletada del domingo, pero díganme si con esto que les voy a contar no se entiende todo mejor.

 

Por fin la democracia que nos hemos dado a nosotros mismos -el difunto señor Suárez dixit-, ha logrado batir al resto de la UE en toda la línea. Lo cuenta 20 minutos, en su página 8 de la edición en papel de Madrid: España, a la cabeza en el consumo de coca en la UE.

 

Nada menos que el 3,6% de los demócratas comprendidos entre 15 y 34 años consumió cocaína el año pasado, según el Observatorio Europeo de las Drogas (OEDT). Pero eso no es nada; también el 17% consumió cannabis (ahí sólo tenemos el cuarto puesto), y el 1,4% éxtasis, donde también alcanzamos un primer puesto.

 

Y esto -ser el más corrupto en todos los sentidos- que era el máximo a que podía aspirar nuestro sistema político ya se ha conseguido.

 

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En el Mundo Feliz de mi fantasía, la eugenesia y la disgenesia se practicaban sistemáticamente. En una serie de botellas, los huevos biológicamente superiores, fecundados por esperma biológicamente superior, recibían el tratamiento prenatal mejor posible y quedaban finalmente decantados como Betas, Alfas y Alfas Pluses. En otra serie de botellas, mucho más nutrida, los huevos biológicamente inferiores, fecundados por esperma biológicamente inferior, eran sometidos al Tratamiento Bonanovsky (noventa y seis gemelos idénticos de cada huevo) y a operaciones prenatales con alcohol y otros venenos proteínicos. Los seres finalmente decantados aquí eran casi subhumanos, pero podían efectuar trabajos que no reclamaran pericia y, si se los acondicionaba debidamente, calmándolos con un libre y frecuente acceso al sexo opuesto, distrayéndolos constantemente con espectáculos gratuitos y fortaleciendo sus normas de buena conducta con dosis diarias de soma, cabía contar con que no darían trabajo a sus superiores.

 

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Este párrafo de Aldous Huxley en su Nueva visita a un mundo feliz se me ha venido a la mente, no se por qué... ¿no se por qué?. ¡Pues claro que lo sé, coño!

 

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