Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 5 de julio de 2009

SOBRE EL CAPULLO.

Saben mis habituales que casi nunca me permito hacer juegos de palabras con los apellidos de nadie; primero, porque todos los apellidos son dignos de respeto, y segundo, porque es un recurso que por fácil me repugna. Unicamente lo hago -como cosa habitual- con Gay-ardón, que con su mariconofilia se lo gana.
Bien; esto viene a cuento de lo que el fulano llamado Urkullu, del PNV, ha dicho -según 20 Minutos, textualmente- a propósito de la Bandera de España que una unidad militar de maniobras colocó hace unos días en el monte Gorbea: "Euskadi no es Perejil, ni un punto estratégico en el que algunos claven su estandarte como signo de conquista". Además, "ha reivindicado que "no hay patria" que justifique la muerte. "
Entonces, señor Urkullu, ¿por qué siguen ustedes recogiendo las nueces cuando ETA mueve el árbol, en definición del padre Arzallus, su antecesor en el cargo? Pero esto es lo de menos, porque ya sabemos que la muerte que no se justifica es la suya, la de los separatistas baskos. Las demás si, ¿no es eso? Las muertes de los maketos son el precio de la democracia -Suárez dixit-, o accidentes -Zapatero dixit-. O los ultimos coletazos, según todos los Ministros del Interior, todos los plumíferos, todos los politicuchos y todos los gilipollas que en la memocracia han sido.
Lo que me importa hoy comentar es su alusión a Perejil, señor Urkullu. Por supuesto que Euskadi -es decir, Vascongadas, que es como se conocen esas provincias en todo el mundo civilizado- no es Perejil, y el Ejército español jamás colocará la Bandera de España como signo de conquista, por la sencilla razón de que está en su Patria, en su tierra, en su casa; y porque Vascongadas nunca -nunca- han sido conquistadas por España. Fueron los vascos los que pidieron a los reyes de Castilla que uniera esos señoríos a la Corona, para defenderlos de -mire usted, señor Urkullu, lo que son las cosas- el expansionismo del reino de Pamplona. Pamplona, no Navarra aún.
Nunca, señor Urkullu, podrá significar un signo de conquista una Bandera de España en Vascongadas. Pero, si se empeña en comparar, compare las cabras de Perejil, con los padres de las mentadas de Euskadi -no Vascongadas, ojo- que, haciendo honor a su apellido de usted, con unos auténticos capullos.
¿O Kapullos, don Íñigo?

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