Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 6 de febrero de 2012

SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA HOMOSEXUALIDAD.

Según dice Minuto Digital, las organizaciones LGTB -o sea, y para entendernos, las promotoras y defensoras de desviaciones contra natura (contra natura, si; porque si eso fuera lo natural, el ser humano llevaría milenios desaparecido) diversas- se quejan de que el PP "impida la enseñanza de la diversidad sexual".
 
Se refieren, evidentemente, a la desaparición de la llamada Educación para la Ciudadanía -que en algún caso he llamado, ustedes me dirán si con razón o no, educación para la sodomía- y sus muchas referencias sobre el despiporre sexual.
 
Cabría decir a estas organizaciones que una de las propuestas electorales del PP era el cambio de esa asignatura, y que como la mayoría -absoluta- de los votantes lo ha querido así, son ellos -los organizados LGTB- los antidemócratas y los irrespetuosos.
 
Cabría decir que en las cuestiones sexuales todo el mundo aprende -en su debido momento, no en la infancia- de forma natural, y muy cortito debe ser quien necesite que estas cosas se las enseñen en la escuela.
 
Pero nada de esto es necesario, si nos vamos al Diccionario de la Real Academia y vemos lo que significa la palabra enseñar(1). Entonces, todo queda claro.
 
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(1)
enseñar.
(Del lat. vulg. insignare, señalar).
1. tr. Instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos.
2. tr. Dar advertencia, ejemplo o escarmiento que sirva de experiencia y guía para obrar en lo sucesivo.
3. tr. Indicar, dar señas de algo.
4. tr. Mostrar o exponer algo, para que sea visto y apreciado.
5. tr. Dejar aparecer, dejar ver algo involuntariamente.
6. prnl. Acostumbrarse, habituarse a algo.

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