Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 3 de septiembre de 2009

SOBRE EL CHACONDEO DE LOS DELINCUENTES COMUNES

Lo dice El País:

Chacón atribuye a "delincuentes comunes" el ataque contra un sargento en Afganistán

Las tropas españolas matan a 13 talibanes en un combate de seis horas


Pues -me permito comentar- si mandamos tropas a combatir a los delincuentes comunes, no se a qué coño espera doña Carmen para traerlas de vuelta a toda leche, porque aquí no les iba a faltar trabajo.

SOBRE EL RESPALDO.

Que don José Luis Rodríguez ha ofrecido a don Barack Obama, en el proyecto de este último de relanzar el proceso de paz en Oriente Medio.
Ignoro qué costumbres atesora el señor Obama a la hora del merecido descanso, pero ello no obsta para poder afirmar que ayer, tras conocer la decisión del señor Rodríguez, durmió a pierna suelta, ajeno a toda cuita sobre su política exterior.
Es lo que tienen los ataques de risa: que luego se duerme como un bendito.

SOBRE UNA HERMOSA VERDAD, O UN ZAPATERO SEDENTE.

Porque ZAPATERO GENERALMENTE SEDADO titula mi camarada Arturo otro de sus magníficos artículos, en el que, además de descubrirnos la sedación política cotidiana y polivalente, enseña a quien lo haya menester -como este que suscribe, sin ir más lejos-, cosas sustanciosas y un algo afiladas.
Palabras como órdenes que hacen la luz, y razonamientos bruñidos como bayonetas, que no llegan a destazar mondongos, pero picotean popas desaposentadas.
En resumen, Arturo: que una vez más me apropio de tu verbo para honrar este diario mío.

ZAPATERO GENERALMENTE SEDADO

Con lo que está cayendo desde los cielos nacionales e internacionales y de los bancos, que piden como las palomas de la plaza de Cataluña, no se puede tomar a mal que el Presidente R. Zapatero, empeñado en seguir erre qué erre, esté habitualmente sedado, tal como descubrimos al repasar las fotografías de su vida publica.
¿Es malo un presidente sedado? No especialmente y hay que reconocer que sería mucho peor un presidente dando brincos, saltando a la comba o cazando moscas. ¿Para paparlas? No: ya se sabe que cazar moscas es un mal síntoma, porque a veces las moscas cazaderas no están presentes y el afectado anda dando manotazos a las musarañas de los sus ojos, tras horas de pensar en ellas. Y las musarañas, como las moscas, son fastidiosamente movedizas.
O sea, si es usted español, relájese. Lo de Zapatero es normal. A cualquier hora del día que elija, verá que la mitad de la población está sedada. Los médicos en sus covachuelas; los maestros en las suyas. Los conductores. Hay muy buenas estadísticas que demuestran que todos –todos- los conductores van sedados en los coches.
¿Lo que cae del cielo justifica que el presidente pase mucho tiempo sedado? Lo que cae suele hacerlo de punta. Verbigracia la forma de caer de los chuzos. Aunque no es caso de recordar ahora esas sabidurías del Pueblo, actualmente socialista, sobre lo que les cae a los que escupen al cielo, ni donde les cae. Porque todo es caedizo en este mundo, como los rayos que caen y, además, parten; o los Imperios y los gobiernos, que también caen en cuanto el personal se descuida. Cae la bolsa, ya se sabe, y uno hasta se cae de las listas o, con humildad, cae en la cuenta.
Así las cosas, si un Presidente piensa en las caídas que rondan, lo mejor es sedarse y pensar, más o menos neblinosamente, “ahí me las den todas.” Pero ahí no se las dan, porque la información a la que está accediendo usted es tajante en otros aspectos. ¿Recuerdan como una cadena de tele demostró que más de la mitad de los parlamentarios italianos, le daban al canuto? Fue un sonoro escándalo, pero nada comparable a lo que se desvela aquí: Nada de drogas pero hay constancia de que el cien por cien de los diputados y senadores y los diputados autonómicos, o sea, la totalidad de los políticos españoles de cierto rango, o de cierto enchufe, cumplen sedados con su misión pública.
Demasiadas cosas en lontananza para el cerebro diputado. Y más aún en cercanía. La contemplación de la lontananza y de la cercanía, más lo que viene por sotavento obliga a sedarse.
-Pero, oiga joven, ¿sedados sedados?
-Con todo el cuerpo, ya ve, aunque siempre afecta más a las nalgas. Una extraña ley de la naturaleza. Se conoce que las ancas pueden ser la condición sine qua non para los prólogos del pensamiento floreciente; su soporte acolchado de la razón.
La historiadora Doris, tras observar el envés de muchos, calcula que los hechos más terribles de algunos se han debido a nalgas poco mullidas que no facilitaban el libre tránsito de las ideas humanas. Véanse las de Lenin, o las de Largo Caballero, por no mencionar las de la señora Fernández de la V.
Tampoco hemos terminado: la mayoría de los miembros de cualquier tipo de sesión, tanto parlamentaria como de cine o tele, también están atacados por el vicio de mantenerse sedados. Y los que asedian al PP, sedados en extrañas circunstancias, sin olvidar a los cientos de Asesores del Sr. Zapatero, y los demás burócratas que rondan por la sede del gobierno, o, por las demás sedes de los demás gobiernos, especialmente los más insidiosos
-¿Se da usted cuenta de que está acusando a millones de personas, señor?
-Estoy acusando casi a la totalidad del género humano, que está sedado desde hace mucho, empujado por la evolución de su inteligencia. Sedado, querida Historiadora Doris, se está mejor.
-¿La epidemia se debe a que los médicos de la SS van a lo suyo y sueltan sedantes como confites?
-¿Y qué pintan en esto los médicos, si hace apenas cien años recetaban hierba Luisa o, fíjese el trabajo de lengua y labios, “ipecacuana.”? Se trata de un hecho histórico, mi querida Historiadora: Ipecacuana, y hay otra cosa médica con más gracia todavía: Externocleidohioideo. Sédese y le saldrá perfecto.
-¿Seguro que estamos hablando de sedar, de sedación?
-Claro que su atribución a los médicos puede explicarse: ellos también andan sedados, como creo que especifiqué antes. Aunque, de hecho, hay contradicción entre andar y sedar.
-Por dar un detalle histórico, señor: ¿se da cuenta de que cientos de fiscales caerán sobre usted si sostiene esas ideas sobre el Presidente y los demás? ¡Sedados!
-¿Y por qué? Es una posición del cuerpo y del alma. Muy provechosa para los pies. Claro que también podemos decir “chairman” en lugar de presidente. El hombre de la silla.. Para ser exactos en español, “el hombre de la silla de mandar.”
-¿Es que todos, como dicen los neurólogos, segregamos unos opiáceos naturales, o, quizá, unos cannabiáceos? Y que a usted le ha dado un subidón de ellos.
-¿Pero usted me ve, bella Doris, con cara de neurobiólogo? Hurgo en las neuronas, sí, pero desde fuera y con cierto sentido histórico. ¿Cree que cuando digo “sedado” digo saturado de caros calmantes?
-¿Y qué otra cosa, si no?
Pues sólo hablo de historia, con un toquecito de palabrería. Ni siquiera se si “cigote” se escribe zigoto. Me refiero a la gente de la Tierra Seca, y, naturalmente, doy vueltas sobre la raíz “sed”. Sedar, buena mujer, quiere decir sentar. Y, a fuerza de sentarse, la gente se tranquiliza, pero en épocas más tardías. Si digo que el Presidente está sedado, eso mismo dice la palabra: sentado delante. Si digo que en las sesiones política la élite está sedada en su mayoría es porque “sesión” es la acción de sentarse. En antiguo, quizá, pero sentados. Y si digo que todos estos tíos –se me escapaba- son insidiosos es que están sentados sobre algo, bueno o malo. Como si digo que el PP está asediado, es que se le han sentado alrededor. Y que él mismo está sedente.
-Pues dígalo aquí, que esa gente sólo lee las letras gordas.
Bueno, pues sedar, del protoindoeuropeo “sed-“ significa sentarse y, también, calmar, que es lo normal cuando uno se sienta. ¿O sea, cree usted que tampoco están calmados? ¿Qué se les hacen los dedos huéspedes, o asientos? ¿Qué puedo hacer yo si los médicos, por darse pote, meten mano a las palabras viejas?
-Callarse y disimular.
-Por cierto, bella historiadora, ¿le he dicho que callar desciende, en origen del mismo sitio que liberar, dejar ir, bajar, soltar y, lo más interesante, heredar?

Arturo ROBSY


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