Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 5 de agosto de 2016

SOBRE LA PERSECUCIÓN AL PDC.

O sea, el Partido Demócrata Catalán o -como lo dicen ellos- Partit Demòcrata Català. Que es, para quien no lo sepa, que será la mayoría, el nuevo invento del señor Mas y sus amigos.
Se quejan de que los persiguen al no permitirles tener grupo propio en el Parlamento, olvidando que lo que pasa es que -con los reglamentos en la mano- no les corresponde tenerlo, por su poca representatividad.

Porque lo que ocurre -aunque estos separatistas tan majos, que lo mismo mandan a hacer puñetas al Tribunal Constitucional que recurren a él- es que la única forma de tener el referido grupo es hacer trampas. Pedir diputados prestados a otros partidos, o torcer la norma para hacerles una interpretación a medida. En fin, lo que los distintos Gobiernos españoles llevan haciendo décadas para que los separatistas de los Pujol o de los Mas no se les enfaden. Esos mismos Gobiernos de España -según los separatistas, tan majos y tan coherentes- los persiguen.

Pero, en el fondo, los señores del PDC -doña Marta Pascal lo dijo ayer, según El País el 5 de agosto, pág. 10- van a tener razón en una cosa: «Hay una voluntad clara de que tengamos una voz más pequeña». Y también tiene razón el portavoz en la Cámara alta, don Josep Lluís Cleries: «No lo han querido autorizar, hay una persecución contra el Partit Demòcrata Català»

Rigurosamente cierto. Hay quien quiere que los separatistas burgueses catalanes tengan una voz más pequeña, y hay una persecución contra el Partit Demòcrata Català.


La de los votantes, que no les han elegido.

Pero es que ellos son así...

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