Estudio realizado en la Universidad de Granada por doña Mónica Romero-Sánchez y don Jesús López Megías, que concluye -dice El Mundo- que un 28% de los universitarios españoles sigue recurriendo a conductas sexualmente coercitivas, como la de 'invitar a unas copas', para conseguir mantener relaciones sexuales con sus compañeras, dado que -continúa el estudio- "pese a que esta estrategia puede no ser considerada como una conducta explícita de agresión sexual, lo cierto es que conlleva un debilitamiento de la capacidad de las mujeres para resistirse a un contacto no consentido, facilitando que el agresor logre su objetivo".
Bien. Como no soy estudioso del alcohol, ni de la compraventa de contactos, me fío de la veracidad de los resultados del estudio. Incluso podría admitir que invitar a unas copas sea entendido como agresión, y que los que permiten los botellones sean considerados como cómplices.
Pero me surge una pregunta: a las mujeres cuya capacidad de resistirse a las intenciones sexuales con el alcohol, ¿las obligan a beber?