Ayer, como suele ocurrir cada
año por estas fechas, fue 14 de abril. Día que a la mayoría de la gente le trae al fresco, a los idiotas les sienta como un chute de su droga predilecta, a los canallas les sirve para hacer propaganda y a unos cuantos -los que ni somos idiotas, ni somos canallas, ni somos analfabetos- nos recuerda la época de sangre y mierda que aquella República segunda trajo a España.
Si gustan, pueden leer en El Correo de España mi opinión sobre las alabanzas segundorepublicanas de Pablo Iglesias y Alberto Garzón: ahí donde ustedes los tienen, Vicepresidente y Ministro del Gobierno, respectivamente, del Reino de España.
Téngase en cuenta que a mi tampoco me gusta que España sea una monarquía, ni que el nombre oficial sea el citado: Reino de España. Para mi, con el sacrosanto nombre de España, a secas, basta; pero la realidad -si miran su permiso de conducir lo comprobarán- es la que es, y lo primero que hay que hacer para cambiarla es conocerla.