Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 24 de agosto de 2016

SOBRE EL GUSANO WILLY.

Gusanillo al que le han cerrado -¡por un mesecito, pobrín!- la cuenta de no se qué red social, porque ha llamado gusano al atleta Orlando Ortega, y ha proclamado que se cagaba -la fineza intelectual es del señorito Güili- en la medalla de plata que aquél ha obtenido en las recientes Olimpiadas, y que celebró paseando la bandera de España, patria que le ha acogido, en vez de la de Cuba, patria en la que nació pero cuyo régimen político le obligó a huir para aspirar a tener una vida digna.

El término gusano, al parecer, se utiliza en Cuba para referirse a los opositores al régimen comunista. Así es que a don Güili -tan comunista, tan castrista, tan chavista, tan antiespañol, tan güilipollas- lo de gusano le debe sonar mucho, porque sus visitas a Cuba como invitado del partido le deben saber a gloria, y porque en el fondo sabe perfectamente que en Cuba es considerado -como tonto útil, pero considerado- y en el resto del mundo no le hace caso nadie salvo, a veces, cuando expele mierda -él lo ha dicho: se caga- y ejerce de niño malo.

Que en el fondo, es lo que es don Güili: un niño malcriado, llorón, envidioso, enrabietado contra un mundo que le reconoce, no por lo que él quisiera simular, sino por lo que vale; o sea: una mierda.

Don Güili, además, carece de memoria, amén de no haber tenido nunca vergüenza, y de presentar evidentes carencias educativas. Porque advierte a Orlando Ortega que Roma no paga traidores, vaticinándole un porvenir de abandono cuando deje de ganar medallas. Y don Güili sabe -o es un necio, por desconocer lo que debería saber- que en esta España si se paga a los traidores. El propio Güili Toledo es un ejemplo -lamentablemente vivo- de gusano traidor que vive de las subvenciones, de la sopa boba, del porqueyolovalgo, y del poner la mano y tirar de las levitas.

Al tiempo que muerde la mano que le da de comer, y que le permite seguir en libertad, siendo un gusano -él lo dice, no yo- en este sistema que le mantiene en la calle, cuando el señorito Güili aprueba que a los disidentes se les encarcele. Como poco.

En fin: comprenderán que si me entretengo en chotearme del señorito Güili es porque el resto de la actualidad es tan aburrida, tan previsible, tan pesada, que no merece la pena. En otro caso, el señorito Güili no merecería ni una leve descarga de esfínteres sobre su agusanada podredumbre.


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