Hasta ahora, era bien conocida la tendencia de la izquierda a igualar por abajo; esto es: la izquierda, históricamente, siempre ha pretendido poner a "los ricos" al mismo nivel que "los pobres". Ni por un momento se le ha ocurrido jamás elevar a los pobres para que cada vez estuvieran más próximos a ser ricos.
Lógicamente, una cosa así sólo se le podía ocurrir al fascista de Franco, secundado por otros fascistas peligrosos como Pedro González Bueno, creador del Fuero del Trabajo; José Antonio Girón, creador de la Seguridad Social; Suanzes, inventor de la Industria que la Transición desmanteló a la mayor gloria del mercado común y, en definitiva, tantos fachas que desde el Gobierno -y desde la empresa, la fábrica, el taller, el comercio, el campo, la pesca, la banca, la Universidad, el Sindicato...- se inventaron una clase media de la que la memocracia ha vivido hasta anteayer.
Por supuesto, ni Franco ni los demás citados eran de derechas, y la prueba está en que el señor De Guindos ha sumado el PP -tan de derechas, en opinión de sus votantes y laudantes- a la idea de recortar por abajo.
Así -lo decía ayer El Mundo- el señor De Guindos instaba a las empresas del Ibex a bajar los sueldos de los directivos. Entra, pues, el PP, en la espiral de envidias igualitaristas: quitarle a los ricos para que los pobres puedan decir -con doña Andrea Fabra, musa dialéctica de la derecha- "que se jodan" y olvidarse de la mano que les rebaña el bolsillo.
Vamos a ver, señor De Guindos, señor Rajoy, señoras, señores y señoros peperos: en el IBEX figuran empresas privadas; empresas que están dirigidas por gestores que los accionistas han puesto ahí para cuidar de sus intereses. Son los accionistas los que deben saber si se merecen el sueldo que tienen o, caso contrario, bajárselo. Los sueldos que paguen las empresas privadas son asunto suyo por la parte de arriba, y el Gobierno sólo debe intervenir para garantizar que el salario mínimo sea suficiente. Cosa que, por cierto, ningún Gobiernillo memocrático ha hecho.
Lo que compete a usted, señor de Guindos -marianos varios- es dar ejemplo en lo suyo: en su propio sueldo, en el sueldo de sus diputados, de sus senadores, de sus asesores, de sus consejeros, de sus enchufados.
Lo que compete a usted, señor De Guindos, y a sus compinches de Gobierno, es ajustar la Administración; pero no por los empleados públicos por oposición -en su mayoría mileuristas o poco más-, sino por los primos, sobrinos, cuñados y hermanos digitalizados en empresas públicas; por la triplicación de chiringuitos administrativos que se superponen, se solapan y se pisotean; por la mitosis incontrolada de politiquillos y politicuchos, devenida en cáncer galopante.
Y, fundamentalmente, por el despiporre de los gobiernillos autonómicos, auténticos culpables del desastre financiero de las Cajas, hundidas en aventuras magalomaniacas inconcebibles y ruinosas.
Esa es, señor De Guindos, su competencia.
(Vaya, dispense, es una forma de hablar: de sobre se -de sobra sabemos todos, y ustedes los primeros- que son unos incompetentes; y, lo que es peor, que son unos irresponsables a los que nadie pedirá cuentas por su mala gestión el día de mañana.)